Sobre las llanuras de Nazca, una provincia a 320 kilómetros al sureste de Lima, se yerguen cientos de dibujos de plantas, animales y figuras humanoides que solo pueden divisarse desde las nubes. Algunas alcanzan los 270 metros. Descubiertas en 1927, gracias a la aviación, las líneas de Nazca aún hoy son un misterio.
Pero los aportes de los académicos no se han detenido. Si en el siglo pasado le dedicaron su vida el antropólogo estadounidense Paul Kosok y la arqueóloga alemana María Reiche, a partir del 2004 ha continuado la tarea un equipo de la Universidad de Yamagata, Japón. Su último gran descubrimiento se dio a conocer en diciembre pasado: 168 nuevos geoglifos cerca a este Patrimonio Cultural de la Humanidad.
“Hemos encontrado 50 figuras humanas, así como aves, felinos, serpientes y muchas figuras lineales y trapezoides”, ha dicho el investigador Masato Sakai. Desde el inicio del proyecto, los científicos japoneses han hallado 358 figuras en total. Se trata de un trabajo en conjunto con arqueólogos de la zona, inteligencia artificial y trabajo de campo.
La gran interrogante de Sakai y su equipo es qué querían comunicar con estas representaciones quienes habitaban la región entre los siglos I a.C. y VIII d.C. Existen varias teorías al respecto, algunas más extravagantes que otras: desde que conforman un gran calendario astronómico hasta que conforman pistas de aterrizaje de naves extraterrestres.
Pero la pregunta no solo es por qué sino cómo. Resulta inexplicable cómo el pueblo Nazca logró mediante la extracción de roca y tierra que estos diseños permanecieran intactos durante siglos. Y cómo pudieron hacer trazos tan perfectos sin poder apreciarlos desde el aire. “Tenemos que saber cuál es la ubicación exacta de las líneas para evitar que se conviertan en viviendas o que la gente local use la zona para la agricultura”, agrega el líder del proyecto, Masato Sakai. Ese es uno de los peligrosos que acechan a las líneas de Nazca: que se vulnere la pampa.
Los hallazgos no han cesado. En octubre de 2020, arqueólogos del Ministerio de Cultura encontraron un gato de 37 metros de largo sobre una colina arenosa. Parecía estar reposando. En medio del desierto, los geoglifos de Nazca aún despiertan el asombro de una civilización que todavía no los descifra.
El País