Un equipo de arqueólogos de la Universidad de Pisa (Italia) ha descubierto en Turquía los restos de la mítica ciudad santa de Zippalanda, una de las ciudades más importantes del antiguo imperio hitita. Los hallazgos, realizados durante la decimosexta campaña de excavaciones en el yacimiento de Uşakli Höyük, podrían confirmar que esta ciudad fue el centro de culto al dios de la tormenta Teshub, una de las deidades más importantes del panteón hitita.
Los arqueólogos han encontrado tumbas tardorromanas y bizantinas, fragmentos de yeso recién pintado con motivos geométricos, restos de esqueletos parciales de dos niños y, lo más importante, restos de animales que sugieren que la ciudad fue un importante centro religioso.
«El rico repertorio de restos faunísticos, principalmente ovinos y caprinos, con signos de una forma muy particular y diferente transformación del habitualmente utilizado para cocinar, parece confirmar su interpretación en clave ritual», afirma Anacleto D’Agostino, director de las excavaciones.
Los investigadores continúan analizando los restos vegetales y animales encontrados en el yacimiento, lo que les permitirá conocer más sobre la vida cotidiana de los habitantes de Zippalanda y su relación con el culto religioso.
El descubrimiento de los restos de Zippalanda es un importante avance en el conocimiento de la civilización hitita, una de las más importantes de la Edad del Bronce. Los hititas fueron un pueblo de origen indoeuropeo que se estableció en Anatolia (actual Turquía) en el siglo XXI a.C. Su imperio alcanzó su apogeo en el siglo XIV a.C. y llegó a abarcar gran parte de la península de Anatolia, Siria y Mesopotamia.
Los hititas fueron un pueblo avanzado en términos tecnológicos y culturales. Desarrollaron un sistema de escritura cuneiforme, construyeron ciudades prósperas y tuvieron un importante papel en el comercio internacional. Su religión era politeísta y estaba centrada en el culto a los dioses de la naturaleza, como Teshub, el dios de la tormenta.
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