El 10 de mayo, es una fecha sagrada que se celebra en México, sin importar que estemos en una pandemia que ha dejado más de 617 mil 127 muertes de acuerdo con el análisis del Instituto de Métricas y Evaluación de la Medicina de la Universidad de Washington, mientras que las cifras oficiales de la Secretaría de Salud ya rebasaron las 220 mil muertes.
Una fecha que celebran la mayoría de mexicanos; sin embargo, hay algunas madres que no tienen nada que celebrar porque están realizando el trabajo de las autoridades para poder encontrar a su hija o hijo ausente, como es el término oficial que se les etiqueta a las personas desaparecidas.
La desaparición o sustracción de una hija o hijo en México, en los últimos años se ha vuelto algo cotidiano que las propias autoridades de los tres niveles de gobierno, no han tomado en cuenta del fenómeno creciente de acuerdo con las propias estadísticas del Registro Nacional de Personas Desaparecidas y no localizadas que tienen un histórico de 214 mil 091 personas del 15 de marzo de 1964 al 8 de marzo de 2021.
Del universo de 214 mil 091 personas no localizadas, 126 mil 417 fueron localizadas, la mayoría en fosas clandestinas, mientras que 87 mil 674 siguen sin ser localizadas.
Entre estas personas no localizadas se encuentran Zaira López Maldonado, quien desapareció un 23 de abril de 2011 en la colonia Tlapacoya en el municipio de Ixtapaluca y hija Dalia Guadalupe Hernández Vite, quién desapareció el 15 de octubre de 2017 de manera misteriosa en el municipio de Ecatepec al salir de su domicilio ubicado en la calle cerrada de Justo Sierra #3, colonia Luis Donaldo Colosio, donde vivía con su pareja, quién la violentaba diariamente.
Las historias de desapariciones de mujeres jóvenes en México, son casi idénticas, cortadas con la misma tijera de la impunidad y la falta de un accionar de las autoridades estatales en el país para localizar a los seres amados de algunas madres que se han convertido en investigadoras para poder localizar a sus hijos.
Teresa Maldonado ha caminado por años buscando a su hija, Zaira López Maldonado, quien desapareció el 23 de abril de 2011, alrededor de las 8 de la noche. 20 minutos antes, la joven recibió una llamada y salió para nunca regresar a su domicilio en la colonia Tlapacoya en el municipio de Ixtapaluca.
Han pasado 10 años y hasta el momento las autoridades del Estado de México, no tienen pista alguna de esta desaparición a pesar de que tienen la sábana de llamadas, donde está registrada la última comunicación.
“Ellos siguen investigando porque yo no he dejado de insistir, pero hasta ahorita no hay nada que ellos me den un resultado, así que digan no pues este ya tenemos un posible lugar o como fueron los hechos todavía no”.
Doña Teresa, acudió al DIF municipal de Ixtapaluca para solicitar ayuda, de ahí la mandaron al ministerio público de Ixtapaluca, pero los policías ministeriales de la entonces Procuraduría del Estado de México, no le permitieron interponer la denuncia, asegurando a que, a ellos, no les correspondía la investigación.
Con el apoyo del DIF municipal, el 29 de abril de 2011, pudo interponer la denuncia por desaparición, 144 horas después que se perdieron por el burocratismo de las autoridades, aún así, aún tiene confianza de que su hija está con vida.
“Mi corazón me dice que ella está viva, no sé por qué, aunque me digan que a lo mejor ella con el tiempo que ya se lleva, qué está muerta, pero no sé, Siento que ella está viva en algún lugar está y desgraciadamente yo no la puedo ayudar, si ella está en manos equivocadas y personas malas, yo no puedo ayudarla”.
Han pasado 10 años de caminar por las calles, de preguntar entre los vecinos, de acudir a hospitales, a diversas instalaciones del Servicio Médico Forense, y diversas cárceles, sin tener una pista de Zaira López Maldonado.
Los pocos recursos que se obtienen de la venta de aguas y refrescos que vende diariamente en las calles de Ixtapaluca, se van directamente a la búsqueda de la joven.
“Te quedas definitivamente sin nada, pero al final de cuentas a mí no me importaba, no me importaba porque lo único que yo he querido es encontrar a mi hija, te quedas vacía por todas partes, económicamente, moralmente, destrozada, definitivamente destrozada y con la falta de esa personita que no está con nosotros”.
Las investigaciones que ha realizado la Familia de Zaira, a través de la localización geográfica de su celular, señalan que nunca se alejó de su hogar en la colonia Tlapacoya, y la llamada que recibió se emitió de un celular ubicado en el municipio de Amecameca.
Un caso similar, vive doña Juana Vite que busca a su hija Dalia Guadalupe Hernández Vite, quién desapareció el 15 de octubre de 2017 de manera misteriosa en el municipio de Ecatepec al salir de su domicilio ubicado en la calle cerrada de Justo Sierra #3, colonia Luis Donaldo Colosio, donde vivía con su pareja, quién la violentaba diariamente.
La última vez que tuvo contacto con su hija, fue el día de su desaparición cerca de las 2 de la tarde. Han pasado 3 años y ocho meses, y no hay rastro de ella.
«Ya mi carpeta en estos tres años y medio de la ausencia de Lupita, ya mi carpeta tiene tres tomos, cuatro tomos, cada tomo se van perdiendo, se va perdiendo algo en la carpeta y las autoridades lamentablemente no hay mucho que trabajen”.
Doña Juana Vite trató de interponer la denuncia de la desaparición de su hija (NUC: ECA/ECA/EC1/034239394/17/10), pero las autoridades en su momento, no se lo permitieron. Sin embargo, la pareja de Dalia Guadalupe, pudo levantar esta denuncia por desaparición con información falsa que no correspondía con la realidad, como el hecho de que estaba embarazada, sin entregar los exámenes que lo confirmaran.
En el afán de encontrar a su hija, Doña Juana ha sido víctima de extorsión por las propias autoridades de la Fiscalía General de Justicia del Estado de México, como el ministerio público y los elementos de la policía de investigación, quienes piden dinero para hacer su trabajo.
Fui extorsionada tanto el MP y la célula de búsqueda, me extorsionaron, me hicieron creer que mi hija me la van a encontrar y que me la van a tener sentada ahí, el MP dijo que mi hija andaba por ahí».
Doña Juana, exige a las autoridades que se pongan a trabajar para encontrar a su hija, porque hasta el momento, nadie sabe del paradero de Dalia Guadalupe, quién la última vez que se le vio vestía un leggins y blusa de manga larga color negro, así como tenis blancos.
Con la desaparición de su hija, la vida se le ha marchitado y ahora solo vive por vivir con la esperanza de localizarla.