Carlos Fuentes (1928-2012), falleció la tarde del 15 de mayo de 2012 al hospital Ángeles del Pedregal, al arribar lo llevaron en camilla, le dieron masajes cardiacos pero ya no. Se fue vivo y entero, relató su esposa Silvia Lemus.
Durante un homenaje que la Feria Internacional del Libro de Guadalajara hizo al escritor mexicano por los 90 años de su natalicio, la también periodista, narró a detalle, y por primera vez, como falleció uno de los autores más destacados de México y de las letras hispanoamericanas.
En el Auditorio Juan Rulfo, Lemus contó como fue el último día del autor de obras como “La Muerte de Artemio Cruz” o “La Región más Transparente”, desde el momento en que arribó el doctor a su domicilio, en la calle de Santiago Apóstol, en San Jerónimo, hasta el traslado al Hospital Ángeles del Pedregal la tarde del 15 de mayo de 2012.
“Estaba entero, y el 14 de mayo comenzó a sentirse mal, no tomó el té que acostumbraba por las tardes, dijo que sentía raro del estómago, no le dolía ni nada. Vimos una película argentina llamada La guerra la gano yo, es antigua».
“El 15 comenzó a sentirse cansado, llamé un doctor que vino a la casa y le dijo que se fueran al hospital para hacer exámenes en el estómago, pero el solo decía que se sentía raro y que deseaba dormir; no le insistimos mucho y al final me dijo: sí güerita”, refirió Lemus.
La periodista, reveló ante un auditorio enmudecido, que, durante el arreglo para salir al nosocomio, Fuentes se sintió sin fuerzas: «El doctor lo revisó en su recámara, pero él le dijo que no le pasaba nada».
“En el camino al hospital dentro del auto, me metí entre los dos respaldos y tenía su mano conmigo, le hablaba y le hablaba para que estuviera despierto, pero él iba con sus ojos cerrados. Estábamos cerca del hospital y vi como sus uñas estaban moradas, se lo dije al doctor y comenzó a manejar de prisa, metiéndose por las calles que podía, salió a Periférico y presionó el claxon como si fuese ambulancia», explicó.
“Al llegar lo estaban esperando afuera con una camilla, y cuando entramos el doctor dijo que había que hacerle de todo, dividirlo, y ahí fue donde me inquietó. Por espacio de una hora le dieron masaje cardiaco y ya no volvió. Así se fue, entero; yo digo que se fue vivo, porque estaba estupendo, se veía muy bien… en fin…”, reveló.
Con la presencia de autores como Jesús Reyes Heroles, Héctor Aguilar Camín y Sergio Ramírez, Silvia Lemus ofreció un breve pasaje por la vida de quien fuera su esposo, desde la edad de dos meses y hasta su adolescencia, derivado de los constantes viajes de su padre, quien era diplomático.
Lo recordó como niño inteligente, visionario, que estaba al tanto del acontecer diario, algo inusual para su edad y su época.
“A los dos años de edad llegó a Brasil, donde Alfonso Reyes estuvo como embajador, y Fuentes bromeaba con el diplomático, decía que se encaminó a la literatura y mundo internacional sentado en las rodillas de Don Alfonso, a pesar de que era una broma, él lo tomaba muy enserio».
“Tras Brasil, viajó a los Estados Unidos, donde a los cuatro años de edad fue a la escuela y aprendió inglés y lo aprendió de manera tan perfecta que fue un buen bilingüe; ahí fue donde comenzó a tener un concepto más elaborado de los Estados Unidos”, comentó Lemus.
La periodista recordó que Fuentes le expresaba que casi se convertía en norteamericano, de no haber sido porque los padres lo enviaban con las abuelas mexicanas, donde asistía a la escuela mientras sus amigos en los Estados Unidos estaban de vacaciones.
“Carlos se dio cuenta de que era mexicano porque cada año venía a pasar sus vacaciones con sus abuelas que tanto lo influenciaron”, dijo que durante su estancia en Chile ingreso a una escuela sobre estudios en español y por primera vez entendió lo que es esa lengua y así es como creció.
A su vez, el autor nicaragüense, Sergio Ramírez, recordó a Carlos Fuentes como un escritor que se preocupaba de manera constante por la vida pública: «Era un personaje que no podía quedarse callado frente a los fenómenos contemporáneos de México, en general de América Latina y de relación de toda Latinoamérica con Estados Unidos».
Ramírez recordó a Fuentes «como la imagen del intelectual que escucha a su entorno y habla en favor de un cambio, de esos cambios que América Latina sigue demandando».
“Perteneció a la clase de escritores que se convierten en el intelectual que concibió Voltaire: el escritor preocupado por la vida pública, como lo fue José Saramago; escritores que no eran capaces de callarse”, indicó.
Agregó que la vida pública trascendió sobre la misma obra literaria del homenajeado, es el caso de sus novelas como La Muerte de Artemio Cruz, Años con Laura Díaz y la Silla del Águila.
Durante el homenaje se proyectó un video donde Fuentes, muy joven, aparece con su esposa contando algunas de sus vivencias.