Mónica Alexa Cuautle Martínez, estudiante de bachillerato, escribió “quiero estudiar Ingeniería en Biotecnología” en Instagram para conocer opciones de universidades. Así fue como dio con la convocatoria del Concurso Vanguardia Tecnológica Ada Byron, organizado por la Ibero Puebla.
Siempre tuvo interés en conocer cómo se explican las cosas. Su curiosidad la ha conducido a buscar crear algo que pueda ayudar a las personas, esto a partir de la materialización de los conocimientos que adquiere día con día. “Todos mis trabajos académicos son exploratorios. No he tomado cursos, pero voy haciendo las cosas yo sola y viendo cómo puedo mejorar”, explica.
Al igual que ella, varias jóvenes se han visto atraídas por la ciencia y la tecnología desde temprana edad. Por todos los documentales que vio cuando era niña, Isabella Luna Landa quería ser astronauta; poco después, desarrolló su amor por la biología. Por su parte, Brenda Sofía Pastrana Monzón heredó de sus padres, ambos ingenieros, el interés por la robótica.
Luego de la alianza entre la Universidad de Deusto y la Ibero Puebla para celebrar el Capítulo México del Premio Ada Byron en 2019, se plantearon otras estrategias para reforzar la esencia del galardón: visibilizar el papel de las mujeres en la ciencia y la tecnología. Una de ellas fue la creación del Concurso Vanguardia Tecnológica Ada Byron, una apuesta por impulsar el aprendizaje en estas áreas de las jóvenes de preparatoria.
Al igual que el año pasado, la convocatoria de 2020 sesgó los perfiles ingenieriles de la Ibero Puebla en tres retos enmarcados en la coyuntura mundial:
Reto 1: Ingeniería humanitaria: producción en tiempos de coronavirus, donde las participantes debían diseñar una propuesta de bajo costo para la distribución de bienes necesarios durante la pandemia.
Reto 2: Tecnología e ingeniería aplicada vs Covid-19, cuyo principio consistía en la elaboración de un prototipo de respirador.
Reto 3: Laboratorio de química y biotecnología: aprendiendo desde la nueva normalidad, el cual implicó el desarrollo de una práctica de laboratorio, desde casa, para demostrar algún principio de química o biotecnología.
Las participantes recibieron capacitaciones y talleres virtuales para el uso de programas, elaboración de prototipos y estructuración de investigaciones. Allí, las chicas presentaron sus propuestas ante un comité especializado y recibieron retroalimentación. Posteriormente, realizaron una nueva exposición con los productos finales. La premiación se celebró a distancia el 21 de noviembre.
Como habitante de San Andrés Cholula, Mónica Cuautle conoce de primera mano el problema de contaminación en Huejotzingo a causa de la industria textilera; por ello, abordó el tratamiento de aguas. Encontró que era posible realizar un método de desorción de colorantes a partir de materiales orgánicos, como cáscaras de naranja y de huevo. En cuatro días, constató un resultado satisfactorio con los residuos de fruta.
Por su parte, Georgina Martínez Pineda contactó a ferreterías y mueblerías para cotizar y sondear las características de los pallets disponibles en el mercado, materiales altamente demandados para el traslado de insumos médicos e higiénicos durante la crisis sanitaria actual.
Este año, la competencia contó con la participación de 18 jóvenes, de las cuales ocho obtuvieron reconocimientos: 80% de beca para los primeros lugares, 60% para los segundos y 50% para los terceros. Como ellas mismas expresan, el ejercicio representó una oportunidad invaluable para ratificar sus intereses profesionales y comenzar a tener contacto con el ejercicio científico.
La resiliencia tras diez meses de educación a distancia ha generado que la virtualidad sea bien aprovechada para la formación de las chicas. “Una de las ventajas [de la presencialidad] es que vayan al IDIT para reforzar la idea de que, para la Ibero Puebla, las ingenierías son importantes, expresó Ramiro Bernal Cuevas, director del Departamento de Ciencias e Ingenierías.
Por la erradicación de brechas
Los sesgos de género se manifiestan con base en los prejuicios de feminización o neutralidad. Se percibe también que las mujeres que son minoría en sus grupos escolares tienden a sobresalir académicamente, muchas veces de manera coaccionada por el ambiente hostil y los prejuicios.
En Primavera 2020, un total de 35 estudiantes ingresaron a los programas de Ciencias e Ingenierías de la Ibero Puebla; tres de cada cuatro eran hombres. El mismo periodo cerró con una población total de 957 estudiantes, donde 695 (72.6%) eran hombres y solo 262 (27.4%) eran mujeres. Si bien el promedio de jóvenes ingenieras es mayor a la media nacional (22%), hay mucho trabajo por hacer.
En las ingenierías en Comunicaciones y Electrónica (100%), Mecánica (94%) y Automotriz (94%) predominan los varones. En cambio, en las ingenierías Química (43%), en Biotecnología (44%) y Biomédica (54%), el porcentaje de hombres disminuye y da pie a una equidad de género palpable. Se trata, además, de las licenciaturas que más despiertan el interés de las bachilleres concursantes.
Sigrid Paola Ortiz Ríos ve en la Ingeniería Biomédica una ventana para incidir en la vida de las personas, especialmente en temas relacionados con el acceso a la salud para personas de bajos recursos. De manera similar, Georgina Martínez encontró sus intereses profesionales condensados en la Licenciatura en Ingeniería de Negocios de la Ibero Puebla.
Si bien las ganadoras del Concurso Vanguardia Tecnológica ven en sus madres, abuelas y profesoras un ejemplo a seguir, les cuesta trabajo identificar a otras mujeres que hayan destacado en la ciencia y la tecnología. Gracias al impulso de múltiples agendas en materia de equidad de género y protagonismo femenino en la vida pública, es posible revertir los discursos androcéntricos.
Ellas mismas lo manifiestan así. “Todas las mujeres hemos luchado para tener las mismas oportunidades, tanto en la sociedad en general como en las ingenierías”, dice Mónica, al tiempo que Brenda Sofía recuerda que siempre ha habido mujeres inteligentes y capaces.
Cada año, el Departamento celebra el Día del Ingeniero y la Ingeniera. Este año, se buscó amplificar la voz de las mujeres en la ciencia a través de diversas actividades y pláticas.
El compromiso no solo es a trabajar con las y los estudiantes, sino con las generaciones venideras para garantizar ambientes educativos más incluyentes y justos. Es la voz de las mujeres del presente la que reclama cancha pareja, pero la estafeta ya la toman las futuras ingenieras: “Arriésguense, callen bocas y logren sus objetivos”, sentencia Georgina.