Los sistemas agroalimentarios atraviesan por una enorme crisis al producir de manera excesiva alimentos ultraprocesados que tienen nulo o bajo valor nutritivo, además de alto contenido energético, que ha impactado en la población con altos índices de obesidad y enfermedades asociadas.
Durante el Cuarto Diálogo Nacional de México. Camino a la Cumbre de Sistemas Alimentarios. “Mujeres rurales y productores de pequeña y mediana escala”, que se realizó de forma virtual, el director general del Centro Nacional de Programas Preventivos y Control de Enfermedades (Cenaprece), Ruy López Ridaura, señaló que estos sistemas se han desviado hacia la producción cada vez mayor de alimentos procesados y ultraprocesados que impactan en la mala calidad de la dieta.
Este foro tiene como objetivo identificar las barreras que los productores de pequeña escala y las mujeres rurales enfrentan para la producción y comercialización de alimentos recomendables para la salud.
López Ridaura aseguró que este cuarto diálogo contribuye a redireccionar la política pública en México y a enriquecer el posicionamiento que llevará nuestro país a la cumbre mundial convocada por Naciones Unidas.
El director general del Cenaprece indicó que, desde el inicio de este gobierno, en México se creó el Grupo Intersecretarial de Salud, Alimentación, Medio Ambiente y Competitividad (Gisamac), para avanzar en el diseño de un sistema agroalimentario justo, saludable, sustentable y competitivo.
Reconoció que recortar las cadenas agroalimentarias desde la producción hasta su consumo es uno de los elementos clave de la transformación, ya que además de representar un acto de justicia social para pequeños y medianos productores, facilitará a la población el acceso a alimentos frescos.
En este contexto, explicó que Gisamac trabaja en la elaboración de las guías alimentarias y canastas normativas que permitan tener un parámetro claro sobre alimentación saludable.
Resaltó la necesidad de incrementar el acceso a alimentos frescos como frutas y verduras, ya que su consumo es muy bajo en nuestro país aun cuando, junto con las leguminosas, son esenciales en una dieta saludable.
El director general de Organización para la Productividad de la Subsecretaría de Autosuficiencia Alimentaria de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (Sader), Héctor Robles, resaltó la necesidad de considerar como políticas alimentarias el reconocimiento de productores de pequeña y mediana escala como personas con derechos, potencialidades y aportes importantes, al ser quienes cosechan la mayoría de los alimentos que se consumen en el país y que la siembra y cosecha sea con procesos sustentables.
A su vez, la representante de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) en México, Lina Pohl Alfaro, señaló que el secretario general de las Naciones Unidas, Antonio Guterres, exhortó a líderes mundiales a participar en la cumbre de sistemas alimentarios para definir el futuro en este rubro con propuestas colectivas.
Destacó que en la estructura agraria y productiva de alimentación en México, nueve de cada 10 productoras y productores pertenecen a grupos de pequeña y mediana escala.
De las 61.5 millones de mujeres en el país, 23 por cierto vive en localidades rurales y son responsables de la producción de los alimentos; por lo tanto, tienen un importante papel en este proceso de producción.
También indicó que la pandemia de covid-19 puso en evidencia las desigualdades del sistema agroalimentario, que acentúan la necesidad de garantizar que sean sostenibles, inclusivos y resilientes, por lo que hizo un llamado urgente a dialogar y tomar acciones de manera colectiva con la participación del gobierno, el sector privado, la sociedad civil, la academia y las asociaciones de productores.
De acuerdo con la FAO, las mujeres realizan sus actividades productivas enfrentando desigualdades como el trabajo informal, la sobrecarga de labores domésticas no remuneradas y la dificultad para acceder a recursos productivos como la tierra, el agua, insumos agrícolas, financiamiento, seguros, capacitación y participación en los mercados.
Ellas tienen más probabilidad de sufrir inseguridad alimentaria que los hombres en todas las regiones del mundo y asumen activamente el trabajo agrícola: cultivan, procesan, administran y comercializan gran parte de los alimentos y otros recursos naturales.