Imagina un mundo paralelo a la Tierra, idéntico. Un espacio creado por computadora que se separa de la no ficción a través de una barrera invisible, muy inestable, que divide también a los seres virtuales de los reales. De niño, Hassam Guevara Jelid quería dominar esa frontera: manipular los esporádicos portales dimensionales, para que entes de estos mundos ingresaran y salieran sin contratiempos, como lo hacían los personajes de uno de sus animes favoritos. No lo ha logrado.
Sin embargo, el egresado de Ingeniería Industrial de la BUAP diseñó con éxito un prototipo de sensor que evita hemorragias en angioplastias: cirugías para restaurar el flujo sanguíneo en venas o arterias obstruidas. Es la primera vez que se fabrica un sensor tubular de presión para estas intervenciones quirúrgicas. Además, está por desarrollar nanosistemas de propulsión más eficientes para satélites del tamaño de la palma de una mano.
Fue su interés en la materialización de datos, que no es más que dejar pasar seres virtuales al mundo real, como en Digimon, lo que lo obligó a estudiar sobre la materia. De ahí conoció el mundo de la nanotecnología, más tarde la nanofabricación y, después, los nanosatélites para la exploración espacial.
Guevara Jelid fue parte de la primera generación de la BUAP de becarios Jóvenes de Excelencia Banamex. Gracias a la orientación que reciben los estudiantes como beneficiarios del programa, su nivel de inglés, conocimientos y capacidades, así como intereses en la nanofabricación, el egresado concluyó su maestría en la Universidad de Glasgow, Escocia, donde desarrolló el sensor que ayuda a pacientes con venas y arterias obstruidas.
Está por iniciar su doctorado en esa misma universidad, con un proyecto que consiste en el diseño y fabricación de sistemas de propulsión que ayudarán a los satélites a situarse de forma estratégica, ya sea en órbita terrestre o en el espacio exterior, según los objetivos programados para los artefactos.
Desde sus estudios básicos, Hassam ya tenía fascinación por las nanociencias. Desafortunadamente, cuando egresó de preparatoria no había muchas universidades mexicanas con licenciaturas en esa área. Optó por Ingeniería Industrial en la BUAP para asegurarse oportunidades de ingresar al campo laboral, ahorrar y después costear su especialización. La realidad fue diferente: gracias a Jóvenes de Excelencia Banamex tuvo posibilidad de estudiar lo que quería, en un tiempo más corto, casi inmediato.
Guevara Jelid aplicó en las universidades de Edimburgo, de Bangor y de Manchester. Todas lo aceptaron, pero al final eligió la que más se adaptó a sus necesidades: Glasgow, porque ahí está el laboratorio de nanofabricación más grande de Reino Unido, uno de los más importantes del mundo y se enfoca en lo que más le interesa: el desarrollo de circuitos electrónicos a nivel micro y nano.
– ¿Por qué te llamó la atención lo nanoscópico?
– Desde que veía caricaturas me llamó mucho la atención la materialización de datos. Me pregunté qué tendría que hacer si es que quería que fuera realidad. Entonces leí que primero tenemos que analizar la materia a niveles atómicos. Después de un tiempo ya quería estudiar nanotecnología.
– ¿Recuerdas cómo fue tu primer acercamiento con el término nanoscópico, cómo lo escuchaste?
– Al ver Digimon escuché de la materialización de datos. Así que me metí a Yahoo!, donde aparecieron temas de nanociencia y nanotecnología. De ahí mi interés por saber en qué consistían y si había oportunidad de que estudiara eso.
– ¿Y te gustan las Matemáticas desde entonces?
– Sí, las Matemáticas siempre han sido mi fuerte.
– ¿Te viste estudiando en el extranjero?
– Desde siempre me vi estudiando en el extranjero.
Gracias al Programa Jóvenes de Excelencia y una convocatoria de la Comisión México Estados Unidos para el Intercambio Educativo y Cultural (que ayuda a los estudiantes mexicanos a estudiar un posgrado en el país vecino), Guevara Jelid colaboró durante un verano en una investigación en la Universidad de El Paso, Texas, para hallar un material alternativo al concreto convencional, cuya manufactura no contaminara tanto.
En su opinión, fue una gran experiencia, pues esa universidad tiene laboratorios de la NASA: “Fue un acercamiento tecnológico muy importante en mi vida. Pude ver, por vez primera, un laboratorio de nanofabricación”. Con esa experiencia cruzó el Atlántico, para aprovechar lo que la isla escocesa le ofrecía.
La tierra con la comida insípida
En Gran Bretaña, a Guevara Jelid le encargaron desde su primer día hacer un sensor para “destapar arterias”. La alta ingesta de colesterol suele generar obstrucciones en venas y arterias, como una especie de placa que impide el flujo normal de la sangre. Actualmente, las intervenciones para removerlas son las angioplastias, que consisten en introducir a las vías sanguíneas -que son como pequeños tubos- una especie de sonda que tiene un globo desinflado en uno de sus extremos.
Después de que el cirujano la coloca en el lugar obstruido, el globo se expande y con este el diámetro de las vías sanguíneas. El médico determina qué tanto debe inflarse, según su experiencia y datos del paciente, como la edad y la estatura. El riesgo de este tipo de intervenciones reside en que la expansión puede romper las paredes de la arteria, ocasionando hemorragias.
Por ello, al ingeniero poblano le encomendaron el diseño y fabricación de un sensor que cubriera al globo para que indicara con exactitud cuándo debe detenerse la expansión. El requisito fue que debía medir 5 milímetros de diámetro y 0.05 de grosor. El resto de sus características estuvieron a cargo de la inventiva del mexicano. Así fabricó un prototipo de sensor que se basa en la capacitancia eléctrica.
Esta propiedad, en términos llanos, es la que tienen los cuerpos de mantener una carga eléctrica. Entre más se infla el globo, menor será la capacitancia, ya que en un patrón de electrodos expuesta a una corriente eléctrica, entre más cerca esté el patrón, la capacitancia aumenta, entre más separado, disminuye. Eso es lo que mide el sensor: en la gráfica de su comportamiento se observa cómo decrece de forma progresiva una curva, hasta un punto en que lo hará de manera más lenta, constante, convirtiéndose en una línea horizontal. Ahí es cuando se debe detener la expansión del globo.
– ¿Cómo fue tu maestría en Reino Unido?
– Por primera vez estaba haciendo lo que soñaba. Fue difícil y estresante, pero satisfactorio. Las maestrías en Reino Unido son de un año. Tuve dos trimestres de clases y uno más para hacer la tesis.
– ¿Cómo concluiste en tres meses tu investigación?
– Dormí solo dos horas durante todo un año. Sin descanso los domingos. El laboratorio estaba abierto las 24 horas.
– ¿Extrañaste México?
– No tuve tiempo de extrañar. Bueno sí, la comida; allá es muy insípida.
Del mundo nanoscópico al Universo
Una vez calado en el british quo, y después de haber probado su capacidad inventiva, Hassam fue aceptado por la Universidad de Glasgow para continuar con su ascenso académico. Su propuesta de investigación para doctorarse consiste en el diseño de microsistemas de propulsión para nanosatélites; es decir, sistemas como los que tienen los satélites convencionales, pero en su caso para atender la nueva generación: cubitos de cinco centímetros cúbicos (que caben en la palma de la mano), la cual viene a sustituir a la tecnología tradicional, al hacer prácticamente lo mismo.
Los nanosatélites viajan al espacio en una cápsula contenida en un cohete. Su problema actual es que, como no cuentan con sistema de propulsión ad hoc, pierden su posición. Ya arriba, los sistemas de propulsión los “empujarían” al lugar estratégico, según sus objetivos: ya sea comunicación o para la exploración espacial. Si serán autónomos o no, dependerá de su programación.
Guevara Jelid comentó que desde 2000 inició el auge del desarrollo de nanosatélites. En cuanto a los sistemas de propulsión, se han querido desarrollar desde 2008. Aunque se han logrado algunos, todavía son ineficientes. Por la alta energía que consumen, su propuesta se basa en el plasma. Si no son eficientes en cuanto a energía, el satélite no se posiciona y pierde su sentido.
Aunque Guevara Jelid es novato en el desarrollo de tecnología satelital, su experiencia en la nano fabricación le permitirá incursionar en un tema completamente nuevo, pero fascinante. Las invenciones de este mexicano podrán mejorar la exploración espacial. Los sistemas de propulsión podrían ser del tamaño de la moneda, pero con 6 mil microsistemas de propulsión dentro.
-¿Cómo te ves en el mediano plazo?
– Trabajando en un centro espacial. Quiero lograr impactar en algo más grande, quizá en la exploración del Universo, generar tecnología que permita un gran descubrimiento.