Convoca el IIMA de la Ibero Puebla a académicos y funcionarios públicos a conversatorio sobre el tema
La salud humana está ineludiblemente determinada por los factores del entorno. Uno de ellos, el ambiental, resulta medular en el desarrollo físico, mental y espiritual. El binomio salud-medioambiente fue explorado a detalle por académicos y funcionarias públicas en el conversatorio Desafíos en la salud pública ambiental, organizado por el Instituto de Investigaciones en Medio Ambiente Xabier Gorostiaga, S.J. (IIMA) de la Ibero Puebla.
“Si dañamos el medioambiente vamos a estar expuestos a estresores a través de nuestros sentidos”, explicó Arturo Curiel Ballesteros, investigador de la Universidad de Guadalajara. La salud ambiental se ha consolidado como un área de interés para la investigación científica.
A su vez, Felipe de Jesús Lozano Kasten, investigador de la misma institución, reconoció que en México existen grandes retos para consolidar equipos académicos interdisciplinares que descifren fenómenos complejos, pues aún “estamos en una etapa de inicio y de desarrollo. Nos falta preparar a muchas generaciones”.
La Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris), organismo independiente adscrito a la Secretaría de Salud, actúa frente a posibles amenazas a la salud pública de carácter ambiental; y emite normas oficiales para la vigilancia de la calidad del aire y el agua potable.
Por su parte, el Centro Nacional de Programas Preventivos y Control de Enfermedades (CENAPRECE) gestiona los daños una vez que han impactado en la sociedad. Ambas instancias trabajan de manera conjunta para garantizar la salud ambiental en México.
No obstante, las políticas públicas en materia de recursos naturales son insuficientes. Curiel Ballesteros criticó la forma en que las economías de consumo han eclipsado la salud ambiental. “No hemos evolucionado en estos trabajos de investigación que se hacen en el mundo y se relacionan con políticas”, señaló.
En países como Canadá se han planteado acciones de prevención en la materia, basados en el estudio de la genética y los estilos de vida de las personas. Felipe Lozano llamó a trabajar en los determinantes sociales y ambientales de la salud, desde un enfoque interdisciplinar y un liderazgo visionario.
Efectos de marginación
Estudios de la Universidad de Guadalajara han evidenciado los daños renales provocados por la ingesta de agua contaminada del lago de Chapala. “La salud de los locales no importa”, denunció Lozano Kasten. Los hallazgos del trabajo también han revelado una falta de articulación en indicadores y procesos de las diferentes instancias públicas, preguntando: “¿Cómo detecta esto el gobierno?”.
En respuesta, Gabriela Domínguez Cortinas, directora de información general en Salud Ambiental del CENAPRECE, replicó que el centro se encuentra elaborando sistemas de vigilancia basados en el contexto territorial, para detectar signos de riesgo de forma temprana. La apuesta, indicó, es realizar diagnósticos subclínicos que permitan incidir antes de que se presenten enfermedades como leucemia.
El deterioro ambiental redunda en condiciones de pobreza y vulnerabilidad. Fenómenos como la desnutrición no solo se deben a la falta de acceso a alimentos; sino por las deficiencias de origen de los comestibles que crecen en suelos erosionados y son tratados con múltiples químicos. Explicó Arturo Curiel: “Hay una carga [ambiental] que está afectando a todos los niveles. […] ¿Cómo vamos a garantizar ciudades saludables?”.
Los panelistas consideraron esencial brindar herramientas a la ciudadanía para evaluar las funciones públicas en materia de salud. “Los indicadores se construyen con la población […] cuando se habla con las mujeres, con los pescadores”, concluyó Curiel Ballesteros, al tiempo de señalar que el sector se fortalece cuando las personas participan de manera activa en su articulación.