La convivencia en el hogar por tiempos prolongados puede complicarse debido a la tensión generalizada. Por ello, es prudente establecer reglas de cohabitación y mantener una comunicación clara sobre cómo nos sentimos
México es el país más estresado del mundo. Se estima que el 75% de la población vive con algún grado de estrés. La imposibilidad de traslado y activación física puede aumentar esta condición, lo cual, en los peores escenarios, deriva en trastornos de ansiedad y depresión.
Una de las mejores estrategias para mitigar el impacto psicológico de la cuarentena recae en el establecimiento de rutinas, pues, en la medida en que uno se aleja de las costumbres del diario vivir, todo se desajusta y se complica la adaptación. Así lo reflexiona el Mtro. José Leopoldo Castro Fernández de Lara, coordinador de la Licenciatura en Psicología de la IBERO Puebla.
Multitud en casa
Dentro del escenario familiar, es recomendable normalizar la contingencia a través de la aceptación: recordar que el encierro no está en nuestro control y que debemos acatarlo. Al situar nuestro propio contexto en la realidad, podemos evitar hacer asunciones demasiado idealistas.
Las familias suelen convivir por periodos breves diariamente. En el confinamiento, esta convivencia se vuelve permanente, lo cual genera tensiones naturales e inevitables. “Tener un pensamiento positivo poco realista puede ser perjudicial, pues las personas terminan descubriendo que la convivencia en familia no es tan buena como se pensaba”.
Para ello, indica Leopoldo Castro, se recomienda proponer horarios de convivencia conjunta y espacios individuales (como el tiempo para educación a distancia o teletrabajo). De igual manera, la implementación de nuevas dinámicas ha de darse de forma natural, sin forzar el llamado “tiempo de calidad”.
Así como la pandemia es una realidad que no se puede eludir, las discrepancias en el núcleo familiar también son latentes debido a la tensión a la que todas y todos estamos sujetos. Debe recordarse que cada persona vive el proceso a su manera, por lo cual la tolerancia es clave en el resguardo.
El académico de la IBERO Puebla recomienda mantener esa misma tolerancia en uno mismo: comprender que está bien sentirse contrariado o fuera de sitio en las dinámicas de convivencia constante a las que no se está acostumbrado. El encierro es una oportunidad para conocernos a nosotros mismos y a los demás, asumirnos como seres sensibles y convivir en armonía.
Di lo que sientes
Tenemos arraigada la cultura del contacto: nos reconocemos unos a otros a través de la proximidad física. En tiempos de distanciamiento social, comenzamos a descubrir el poder del lenguaje para configurar nuestra realidad interna. Si bien el abrazo como recurso terapéutico puede continuar en el hogar, debemos pensar en estas otras formas de expresar lo que sentimos.
Mantener relaciones a distancia ayuda a mitigar el efecto o sensación de aislamiento, pues el lenguaje nos ayuda a expresar lo que ocurre en nuestro interior. Si no lo verbalizamos y encontramos retroalimentación en otras personas, podemos caer en ciclos negativos.
Como reflexiona Castro Fernández de Lara, la incertidumbre nos da, irónicamente, un tema común para arrancar cualquier conversación a distancia con un ser querido. “Las relaciones se construyen en la medida en que uno se interesa por los demás, por lo que expresar las emociones y sentimientos, decir te quiero, es una buena forma de reforzar estos lazos”.
Otras consideraciones
Mantener el pensamiento activo y en orden tiene relación e impacto directo en diferentes ejes de nuestra vida. En el aspecto nutricional, por ejemplo, las alteraciones en la cantidad, calidad y horario de las comidas pueden derivar en afectaciones estomacales.
Como parte del proceso de adaptación a este estilo de vida extraordinario también es importante normalizar las emociones a través de pláticas con personas de confianza. De ser necesario, es viable buscar ayuda profesional, pues muchos psicólogos están ofreciendo servicios voluntarios a distancia para contribuir a salvaguardar la salud mental de la sociedad.