Activistas coinciden en que encontrar puntos comunes entre luchas sociales puede conducir a cambios sustanciales que mejoren la calidad de vida de todas las personas.
La Ibero Puebla continuó sus actividades conmemorativas por el Día Internacional del Orgullo LGBT+. Nuevamente fue el estudiante Diego Salamanca el encargado de establecer el tenor del conversatorio con uno de sus poemas. Romance de un maricón de mierda es un homenaje a Samuel Luiz, un joven que fue brutalmente asesinado en La Coruña hace casi un año, y también retoma a otro español que fue víctima de la homofobia: Federico García Lorca.
La heterosexualidad obligatoria ha fungido como un pilar clave para impactar en los imaginarios colectivos sobre lo que significa ser una persona con orientaciones e identidades disidentes. Dos activistas compartieron sus experiencias y reflexiones sobre la lucha por el derecho a ser uno mismo.
A finales de los años 80, en plena efervescencia de los movimientos contra las dictaduras, la discriminación contra homosexuales se intensificó con la propagación del VIH. Fue por ello que los movimientos por la liberación gay en Chile nacieron a partir de algunas fracciones del partidismo de izquierda.
En este contexto creció el escritor Juan Pablo Sutherland, activista que ha buscado incidir en la convulsa política chilena a través de la cultura. “Es una lucha contra el canon que lee la literatura solamente desde el marco heteropatriarcal”, explicó. Sus trabajos se han basado en la revisión de las nociones instituciones del cuerpo y la identidad.
Al otro extremo de Latinoamérica, la antropóloga zapoteca Amaranta Gómez creció con la herencia de siglos de resistencia contra todos los ejercicios colonialistas que persisten hasta la actualidad. Tal es el caso de los mecanismos de control de la corporalidad, los cuales operan de manera diferenciada en el contexto indígena. A estas diferencias apelaron ambos expositores frente al foro virtual de la IBERO Puebla.
La interseccionalidad implica reconocer las múltiples vulnerabilidades que una persona puede vivir con base en sus circunstancias de vida. A nivel jurídico, reconocer estas aristas debe conducir a una mayor protección institucional. En la praxis, ni gobiernos ni colectivos reconocen tan fácilmente estas intersecciones
Explicó Amaranta Gómez: “A partir de los años 80 hicimos parcelas. Nos olvidamos del campo general de los derechos humanos”. En un diálogo espontáneo con sindicalistas de la extinta paraestatal Luz y Fuerza, descubrió cómo los movimientos organizados pueden encontrar puntos comunes: tanto el sindicato como el colectivo LGBT+ exigen cupo laboral.
La construcción de los Estados nacionales en América Latina ocurrió bajo procesos de homogeneización de las poblaciones, lo que supuso persecuciones contra toda aquella identidad que no encajara en los modelos ideales de país. Como resultado, las luchas sociales han brotado desde diferentes frentes y con intensidades dispares.
Juan Pablo Sutherland consideró que los activismos deben articularse entre sí para detonar nuevas discusiones. “No podemos pensar que en la construcción de los derechos pase solo por demandas particulares”. La falta de sinergia, agregó, también es un efecto colateral del capital.
El afecto es político
Los Estados han administrado las diversidades sexuales y las han presentado de forma que parecería que los problemas son atendidos. Con ello, se lleva a cabo un ‘secuestro cultural’ que vacía de contenido político aquello que las comunidades buscan poner sobre la mesa.
Son los grandes hitos de la historia de cada región los que han roto con las prácticas que simulan acciones sustantivas (en inglés le llaman pinkwashing). El asesinato de Diana Sacayán en Argentina obligó a las autoridades a articular mecanismos que permitan entender a fondo las circunstancias bajo las cuales una persona (en este caso, una mujer trans) puede ser violentada.
La propia Amaranta Gómez es un ejemplo de estas rupturas. En 2003, se convirtió en la primera mujer trans muxe en contender por un puesto público, aun sin contar con documentos correspondientes con su identidad de género actual. “Hay cosas que sí han ido avanzando por la necesidad de que estas corporalidades, en la cotidianidad, sean reconocidas”.
Como evidencian Diego Salamanca con su poema y Juan Pablo Sutherland con sus libros, la literatura tiene la encomienda de configurar visiones de mundo que rescaten las voces históricamente borradas. “Cuando las identidades se piensan como algo fijo, el sujeto de deseo se piensa de una manera específica. Hay formas colectivas de construir lo amoroso que aportan nuestras comunidades”.
Los afectos son políticos, concluyó, pues son llaves que abren nuevas formas de vivir. Sin embargo, las disidencias viven esos afectos de forma diferenciada. Las personas trans son quienes más sufren dinámicas de exclusión, particularmente en el aspecto afectivo. Amaranta Gómez llamó a amplificar las experiencias que dan cuenta de que todas las personas tienen derecho a sentirse amadas.