Investigadores del INAH evocan los orígenes del salvamento arqueológico en México

Las épocas conocidas en nuestro país como el Milagro Mexicano y el Desarrollo Estabilizador, entre las décadas de 1940 y 1970, se acompañaron de la construcción de grandes obras de infraestructura, entre ellas, diversas presas y carreteras, así como las primeras líneas del Metro de la Ciudad de México, obras que a su vez marcaron el inicio de una de las actividades fundamentales del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH): el salvamento arqueológico.

En conversatorio virtual transmitido por el canal INAH TV de YouTube, desarrollado en el marco de la campaña “Contigo en la distancia”, de la Secretaría de Cultura del Gobierno de México, y como parte del homenaje que el Instituto rinde al arqueólogo José Luis Lorenzo Bautista, a 100 años de su nacimiento, investigadores evocaron los orígenes y la trascendencia de dicha labor fundamental para la conservación y la investigación del patrimonio cultural.

Si bien, comentaron, fue Lorenzo Bautista quien formalizó el salvamento arqueológico creando una sección para su práctica en los años sesenta, cuando estuvo al frente del Departamento de Prehistoria del INAH, en la práctica, los salvamentos tenían ya por lo menos dos décadas de llevarse a cabo.

Uno de los primeros en efectuarse, expuso el coordinador nacional de Arqueología del INAH, Pedro Francisco Sánchez Nava, fue el dirigido por Daniel Rubín de la Borbolla, entre 1945 y 1947, cuando en Acámbaro, Guanajuato, se inició la construcción de la presa Solís.

Ya en los años sesenta, investigadores como José Luis Lorenzo impulsaron esta disciplina con trabajos como los conducidos en la presa Adolfo López Mateos, también conocida como Infiernillo, refirieron en su intervención los arqueólogos del Centro INAH Yucatán y de la Escuela de Antropología e Historia del Norte de México, Rubén Maldonado Cárdenas y Arturo Guevara Sánchez, respectivamente.

Ubicada en el cauce del río Balsas, esta presa que limita con los estados de Michoacán y Guerrero, fue de gran interés arqueológico, ya que los recorridos aéreos y en superficie, liderados por Lorenzo, ubicaron un total de 104 sitios con evidencia arqueológica.

Los investigadores también citaron otras experiencias de salvamento arqueológico que compartieron con Lorenzo, entre ellas, las que tuvieron lugar durante la construcción en los años setenta de la presa La Angostura, en Chiapas; o bien, los trabajos para las líneas 1 y 2 del Metro de la Ciudad de México, caracterizados por el hallazgo y la preservación de importantes elementos arqueológicos como el tejo de oro –único vestigio material que se conoce de la histórica Noche Triste– y el templo circular de Ehécatl-Quetzalcóatl, en la estación Pino Suárez.

Tras destacar la importancia de los trabajos citados, el investigador de la Dirección de Salvamento Arqueológico del INAH, Luis Alberto López Wario, mencionó que un factor que debe considerarse en torno a los proyectos pioneros de José Luis Lorenzo, Francisco González Rul, Ángel García Cook y otros arqueólogos de mediados del siglo pasado, es que trabajaron sin un instrumento de vital importancia como es la Ley Federal sobre Monumentos y Zonas Arqueológicos, Artísticos e Históricos, de 1972.

Por último, el coordinador nacional de Arqueología hizo mención de los avances que ha tenido la disciplina de salvamento arqueológico en los últimos años, gracias a tecnologías como los reconocimientos aéreos con LiDAR y diversos programas computacionales, las cuales complementan las acciones de arqueología en superficie.

Sánchez Nava concluyó que el salvamento arqueológico no debe verse como un salvoconducto para la realización de obras o la emisión del visto bueno para las mismas, sino como una fase de trabajo que promueve la investigación arqueológica, histórica e, incluso, paleontológica, como prueban, puntualizó, las acciones que actualmente realiza el INAH en el marco de las obras del Tren Maya y del Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles.

agosto 6, 2021 - 12:00 pm

Por: Staff

Cultura

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