Nadie sabe explicar bien por qué la carrera de Jessica Alba, que en un tiempo era la actriz hispana con mayor demanda (incluso más que JLo) se apagara prácticamente de un día para otro. ¿Fue por la campaña en su contra que encabezó el bloggero Perez Hilton? ¿Fue por su selección de material cinematográfico? ¿Fue para dedicarse a ser madre? ¿Un cambio en los gustos del público? ¿Una mezcla de todo esto y más?
Hace dos décadas no había una actriz de raíces latinas más popular que Alba (nacida en California en marzo de 1981, con raíces mexicanas por parte de su padre). A raíz de su aparición a los 18 años en la teleserie ‘Dark Angel’ se volvió una de las celebridades más buscadas de Internet, y encabezaba todas las listas de las mujeres más atractivas del mundo; su paso por el cine es principalmente recordado por su aparición como la stripper justiciera Nancy, en ‘Sin City’, de Robert Rodríguez, con Bruce Willis, Mickey Rourke y Alexis Bledel. Pero esto fue hace más de quince años, en 2005.
Ese mismo año, la actriz presumía de estar en la cima de su carrera, con hasta cinco películas estrenadas con solo unos meses de diferencia, y parecía destinada a ser una de las grandes estrellas de su generación. Sin embargo, bastó un comentario sacado de contexto «No me gusta que me llamen latina, porque soy mucho más que eso. Estoy orgullosa de mis raíces, pero quiero ser reconocida alrededor del mundo por ser quien soy, no solo por eso», para que las altas expectativas puestas en ella se redujeran hasta el punto de no haber sido capaz de recuperar su carrera.
Perez Hilton, el blogger puertorriqueño afincado en California, tomó esa declaración como punta de lanza para una campaña que inició en su (entonces) temido blog de celebridades —en el que se cebaba ridiculizando a miembros de la farándula internacional y haciendo comentarios salaces y dibujos vulgares — apodándola ‘Jessica «No soy Latina» Alba’; durante más de un año, cada semana encontró la manera de torpedearla con comentarios crueles y recordándole al público la versión (errónea) de que la actriz renegaba de sus raíces. Esto, en parte, contribuyó a una crisis de relaciones públicas que no tuvo buen arreglo y los bonos de Alba, que además había seguido ‘Sin City’ con otras películas que no tuvieron éxito (Como las dos primeras cintas de ‘Los 4 Fantásticos’ de Marvel, donde nadie encontró convincente su aparición como Susan Storm, la Mujer Invisible), y esto, en menos de un año, la convirtió en ‘veneno para la taquilla’. Para 2008, la carrera de Alba estaba en ruinas, por lo que aprovechó la coyuntura para casarse con Cash Warren y tener tres hijos, Honor, Haven y Hayes.
En una entrevista hecha este año para Popsugar, Jessica señaló que la frenética vida de la industria cinematográfica afectó su manera de vivir, casi tanto como ‘ese’ comentario había afectado su carrera. “Un día tuve una especie de revelación en la que supe que quería vivir, prosperar y pasar todo el tiempo que pudiera con mi familia, con la familia que yo cree. Así que decidí ponerlo todo en pausa y detenerme y admirar lo que me rodeaba y disfrutar la vida con mi marido, y con los hijos que tenemos».
Así fue como redujo sus papeles en Hollywood, y con apenas 30 años los ejecutivos dieron por extinta su carrera en cine. Ella, consciente de su depreciación profesional, se reafirma en su elección: “Francamente, estaba en lo mejor de mi carrera, pero mi única motivación era mi felicidad personal. No me preguntaba, ‘¿Volverán a contratarme alguna vez?’ ¿Para qué preocuparme?”.
Al respecto de su dificultad para conseguir trabajos como protagonista después de su semiretiro voluntario, señaló que en parte esto se debe a los estereotipos étnicos que siguen vigentes en la industria. “Me decían, ‘No eres lo suficientemente latina para interpretar a una latina, ni lo suficientemente caucásica para ser la protagonista, así que serás la ‘exótica”, algo con lo que estaba de acuerdo.
El hecho de que en una entrevista con la revista Elle aludiera al comportamiento inapropiado de Tim Story, el director de las dos cintas de ‘Fantastic Four’ tampoco ayudó. «[Él me dijo] ‘Cuando lloras se ve demasiado real. Demasiado doloroso. ¿Puedes ser más bonita cuando lloras? Llora bonito, Jessica'».
Escuchar un comentario como ese de un director masculino a una mujer suena horrible en el contexto actual de la era ‘woke’ y el movimiento #MeToo. Desde la perspectiva de Alba, psicológicamente la arrinconó sobre cómo se suponía que debía abordar su papel. Ella continuó: “¿No soy lo suficientemente buena? ¿Mis instintos y mis emociones no son lo suficientemente buenos? ¿La gente los odia tanto que no quieren que yo sea una persona? ¿No se me permite ser una persona en mi trabajo? Y por eso dije: «A la mier&%. Ya no me importa este negocio'».
Claramente, Jessica se recuperó, aunque su experiencia en el set de ‘Fantastic Four’ sirve de advertencia acerca de la elección de proyectos; no dejarse deslumbrar por una película sin haber analizado los pros y los contras, algo que muchos señalan como una de las razones por las que naufragó su carrera: Alba aceptaba prácticamente todo, siempre y cuando le ofrecieran suficiente dinero y un rol principal.
Sin embargo, los reveses en su faceta como actriz no opacan el éxito profesional que ha cosechado en la última década: ha conseguido triunfar en el mundo de los negocios gracias a The Honest Company, una empresa fundada por ella en 2012 dedicada a la creación y venta de artículos para bebés, mujeres y el hogar, orgánicos y sin componentes tóxicos. Valorada en mil millones de dólares, la empresa la ha llevado a generar una gran fortuna, y a cambiar su imagen de manera positiva.
“Crear una marca y un negocio es muy difícil», dijo a Vogue, «Y ser buena en ello lo es aún más. Intento mejorar cada día como empresaria, pero se necesita mucho más que usar tu influencia y tu fama y hacer una gira de promoción, elegir un par de diseños y poner tu nombre en el paquete”, señaló «Hay que ver que todos los detalles funciones y que tú te involucres en todas las áreas. Eso hace que realmente funcione todo».
De este modo, Jessica Alba demuestra, con gran habilidad, que hay vida más allá del estrellato a veces efímero que brinda la pantalla.