Un auto que no paraba de tocar la bocina y seguido de otros vehículos sobre las calles de Comodoro Rivadavia, al sur de Chubut, Argentina, también celebraban la «última quimio, vencí el cáncer» de una joven.
De acuerdo al diario El Clarín, Jenifer Quevedo de 28 años había luchado contra el linfoma de Hodgkin después de que había ido al médico por un dolor de muela, sin embargo, su doctora le había mandado hacerse una tomografía tras detectarle ganglios «ahí arrancó toda la pesadilla».
La joven se tuvo que someter a dos operaciones de cuello para extraerle los ganglios, pero el resultado es que le detectaron una enfermedad relacionada a las células cancerígenas en el sistema linfático que era hereditaria.
Los médicos le dijeron que su caso era complicado porque tenía 18 ganglios y el 90 por ciento del cuerpo tomado, el cuello, ingle, axilas y tórax, eran algunas de las partes afectadas.
«No lo podía creer. Estaba con mi vida normal, jamás me lo imaginé. Le decía a la doctora que yo me sentía bien y no entendía cómo no había alternativas para curarme», expresó sobre su primera reacción.
Le dijeron que podía recuperarse pero el proceso iba a ser difícil y requería de paciencia para afrontar un proceso largo, «mi vida cambio un cien por ciento. «Un día me levantaba bien y positiva. Al otro, ya no quería levantarme de la cama. Lloraba, estaba enojada y de malhumor, algo que nunca me caracterizó porque siempre le busco el lado bueno a todo. Pero me preguntaba ‘por qué me pasó esto a mí’. Veía a mi hijo y lloraba», describe sobre esos instantes de zozobra.
Cuando inició con la quimioterapia, lo que más le afectó fue la caída de cabello pero «después me di cuenta que no me importaba nada, lo que me pase con mi pelo, el aspecto físico ni el qué dirán. Solo quería curarme y nada más».
Pocos días antes de su cumpleaños, la doctora le adelantó que algo hasta ese momento parecía poco inimaginable, «me faltaba poco para terminar con las quimio porque se me estaba yendo todo. Fue un hermoso regalo de cumpleaños», bromeó.
Uno de los momentos más emotivos de Jenifer fue cuando su familia la acompañó a la última quimioterapia, su padre, madre e hijo la esperaban con un cartel —en alusión al cáncer— que decía «una leona venció al cáncer. Siempre al lado tuyo. Te queremos mucho».
Al salir del hospital, la joven se encontró con el auto de su padre decorado, «me llevaron a recorrer todo el centro de la ciudad. En el camino me saludó un montón de gente que me felicitaba. Fue increíble. Por un momento me olvidé todo el dolor que sentía y me encontré totalmente feliz. ‘Vamos’, me gritaban desde los autos», cuenta todavía asombrada por semejante despliegue.
El recorrido terminó en la casa de su madre donde la esperaba el resto de la familia con trompetas y bombos. Bailaron y hasta se pusieron a cantar canciones de cancha, las de su amado Huracán de Comodoro Rivadavia.
Jenifer contó también que la enfermedad la hizo conocer un mundo que jamás hubiese imaginado, «me permitió darme cuenta la cantidad de gente que está pasando por lo mismo. Vi desde nenes chiquitos hasta abuelitos sufriendo, es terrible», lamentó.
«Hay que agarrar fuerzas donde no las tenemos y saber que Dios en algún momento va a poner las cosas en su lugar para que termine todo».
Milenio