La obra El Cambio Democrático en México / Retos y Posibilidades de la Cuarta Transformación es la primera publicación emanada del nuevo Programa Universitario de Estudios sobre Democracia, Justicia y Sociedad, creado por la UNAM el 21 de marzo de 2019. Tal libro, que rebasa las 800 páginas, posee la virtud de producir un debate intelectual acerca del momento político actual en el contexto mexicano, lo cual se vincula durante sus páginas con los distintos procesos latinoamericanos en donde ciertos gobiernos progresistas de la región han sido protagonistas de dicho escenario. Por ello es que hemos decidido entrevistar al doctor John Ackerman (Filadelfia, 1973, naturalizado mexicano), investigador del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la Universidad Nacional Autónoma de México.
El libro contiene un conjunto de pensadores proveniente de las ciencias sociales que reflexiona en torno al actual momento político mexicano, asimismo no sólo académicos participan de tal debate sino también personajes que ejercen alguna militancia. En la lista de autores existen figuras de la talla de Immanuel Wallerstein —recientemente fallecido—, el filósofo Enrique Dussel, Juan Carlos Monedero —politólogo y profesor en la Universidad Complutense de Madrid— y Margarita Favela —catedrática de la UNAM—, por mencionar sólo a algunos.
¿Mirada tardía hacia el resto de Latinoamérica?
—El conjunto de ensayos reunidos en la obra es un universo en sí mismo, por lo cual abordarlo por completo sería imposible en una charla; pero quisiera centrarme en dos o tres puntos esenciales. Primeramente, ¿el gobierno de la Cuarta Transformación no estará llegando tarde a la ola de gobiernos progresistas de la región latinoamericana?
—Es buena pregunta y muy interesante, porque eso es materia de análisis aquí en el libro: ¿por qué México se tardó tanto en llegar a esta ola? Una parte de la explicación, quizás la más importante, es el fraude electoral. Íbamos a ser los que inauguráramos esta ola en 1988 y los demás países nos hubieran seguido a nosotros. Luego en 2006 era nuestro momento, porque estaba en transformación toda América Latina, era para que acompañáramos hombro con hombro a ciertos procesos; pero esos dos fraudes nos cerraron el paso. Y ahora, justo cuando los gobiernos progresistas comienzan en un reflujo autoritario de derecha, ahora sí generamos esta transformación.
“Al inicio pensamos que llegamos tarde, pero ahora nos damos cuenta de que quizás no llegamos tarde a ningún lado sino, al contrario, estamos inaugurando una segunda ola o una continuidad de la primera. El caso argentino fue muy simbólico: el hecho de que Alberto Fernández ganara las elecciones presidenciales y de inmediato viniera a nuestro país a estrecharle la mano a Andrés Manuel López Obrador; la llegada de Evo Morales, Rafael Correa, José Mujica que vendrá. México quizás llegó tarde a la primera ola, pero está inaugurando una segunda de inspiración. Uno de los grandes logros de este año es reposicionar a México nuevamente en el panorama internacional.
“México hoy (esa es la tesis central de este libro) está posicionado para poner un ejemplo, pues hay una crisis ideológica y política en el mundo entero, síntoma de un colapso y consenso neoliberal que supuestamente había acabado con la historia al caer el Muro de Berlín y el comunismo realmente existente: todos nos quedamos en el espacio neoliberal. Hoy en día la contraparte del Muro de Berlín, es el muro de Donald Trump. Así como se colapsó el comunismo realmente existente, se está colapsando hoy el neoliberalismo realmente existente”.
La incertidumbre mirada desde Wallerstein
Citando a uno de los teóricos más relevantes que participaron con un ensayo en el libro, el doctor Ackerman se apoya en el análisis que realizara el sociólogo estadunidense Wallerstein, recientemente fallecido hace un par de meses, para dar cuenta de la actual situación convulsa en Latinoamérica. En palabras de nuestro entrevistado:
—Y esto genera momentos de mucha incertidumbre, Wallerstein, el gran teórico de la incertidumbre, se inspira mucho en Ilyae Prigogine, lo cita mucho en el texto que publicamos en el libro: el hecho de que él ya grande de edad y no en muy buenas condiciones de salud, decidiera venir a rendir tributo al proceso histórico mexicano; David Harvey también, Juan Carlos Monedero, asimismo Enrique Dussel… todos están reconociendo que algo histórico pasó y está sucediendo en México. En dónde termine, no lo sabemos; pero ese es el consenso general y hay mucha pluralidad también de enfoques. Es un momento de gran incertidumbre, así lo ubicó Wallerstein, él dijo: “Hay momentos en la historia en que pequeños esfuerzos pueden generar grandes cambios”.
“México no es pequeño, pero es un solo país, lo que estamos haciendo aquí puede generar grandes olas internacionales, ya lo estamos viendo en América Latina. Urge en el mundo nuevas praxis y teoría: el concepto de la Cuarta Transformación es algo muy revolucionario y nuevo, rompe con el esquema de la Transición Democrática. En mi libro más reciente ahí criticaba este discurso de la transición en donde pretenden hacernos sentir muy modernos y así ya no protestemos, ni exijamos, para que nos limitemos a votar y volvamos a nuestras casas… que la Política ya está resuelta. López Obrador al introducir la Cuarta Transformación en lugar de denominarle la Transición Democrática (como el discurso de Carlos Salinas de Gortari y Luis Donaldo Colosio), pensó:
“Necesito otro concepto…”
“Y fue la Cuarta Transformación. Eso nos obliga a repensar el régimen mexicano y ese es el esfuerzo de este libro. No es un libro de alabanzas a López Obrador, es un libro que toma en serio su invitación a pensar el concepto de la Cuarta Transformación”.
La espada y las provocaciones
—¿Esta Cuarta Transformación cómo debe dialogar con los movimientos sociales en nuestro país? Están los familiares de los desaparecidos, pero también los zapatistas que llevan más de 25 años construyendo procesos de autonomía en sus territorios, asimismo los feminismos más actuales… y otros tantos sujetos en resistencia y antagonismo.
—De hecho, la sección más amplia de este libro es sobre ese tema, Participación ciudadana y movimientos sociales, es el corazón de esta obra: esa problemática de cómo hacer real la Cuarta Transformación a partir de una nueva forma de gobernar, en donde este gobierno rompa con la visión neoliberal de simple administrador, y así pensar en el gobierno como agente de transformación, que retoma las causas de los movimientos sociales y trabaja de la mano con ellos para implementarlas. Nadie duda que la victoria del 1 de julio se debe a la gran lucha de Andrés Manuel, pero también al trabajo de los movimientos sociales durante estos años: Ayotzinapa, la CNTE, las protestas por los gasolinazos, el No+Sangre, el Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad, lo que sucedió durante el terremoto de 2017… ha habido una acumulación de fuerza social que debía encontrar una salida y una victoria, pero ésta del 1 de julio sólo debe ser la primera de muchas.
—Me llama la atención que varios de los movimientos mencionados por usted se reivindican como antisistémicos; por ejemplo, en Bolivia sucedieron cuestiones como el conflicto por la región del TIIPNIS (Territorio Indígena y Parque Nacional Isiboro-Sécure), en donde el gobierno de Evo Morales (y lo mismo le sucedió a Rafael Correa en Ecuador, y a Cristina Fernández y Néstor Kirchner en Argentina) si bien provenía de las protestas sociales y callejeras, en algún momento mantuvo un pie ahí en esa agenda que intentaba transformar el orden social, pero también invariablemente conservó el otro pie en el capitalismo. ¿Cómo evitar que en el gobierno de la Cuarta Transformación suceda lo mismo que en algún momento le sucedió a Evo Morales, donde los intereses legítimos de ciertos sectores populares chocaron de frente con los intereses del gran capital?
—Esto es un fenómeno estructural, esto no es un error de Evo, Lula o Andrés Manuel, es un hecho y una contradicción objetiva que existe dentro del sistema capitalista: los Estados-Nación son utilizados hoy como agentes de control y represión para facilitar la acumulación de estos sectores internacionales y nacionales de oligarcas. Entonces cuando les arrebatas esa herramienta, es como quitarle su espada al señor que está a punto de matarte; ellos todavía tienen otras armas, pero ya les arrebataste ésta. Esa espada no estaba diseñada para liberar, sino para controlar y reprimir. Entonces debes hacer un trabajo fuerte de reconstrucción institucional para poner al Estado al servicio de las causas sociales, es un proceso largo. El conflicto no se acaba, de hecho se aumenta la fuerza; porque cuando ya les quitaste la espada se enojan y se lanzan con todo en contra: no hay que caer en las provocaciones, debemos defender lo ganado y desde la sociedad acompañar y movilizar.
El neoliberalismo era corrupción
—El presidente López Obrador en el primer discurso que dio durante el 1 de diciembre de 2018 declaró el fin del neoliberalismo. Me parece que la declaración fue atrevida, interesante y urgente, pero el neoliberalismo no se acaba sólo con expresiones discursivas, pues hay todo un andamiaje que está incluso culturalmente en el ADN de nuestra sociedad mexicana. ¿Cómo se quita esa marca de agua que el neoliberalismo dejó impresa en algunas generaciones?
—Tienes mucha razón en ver el neoliberalismo no solamente como un modelo económico, porque es parcial si lo vemos sólo como el Consenso de Washington, en realidad el neoliberalismo es todo un sistema político, cultural y social que ha sido impuesto durante varias décadas. Implicaba un papel muy específico del Estado, pues se convirtió en el facilitador de las rentas, de las corruptelas de la oligarquía nacional y de los mercados financieros internacionales. En cierto sentido la llegada de López Obrador sí implica un fin a cierta parte neoliberal: no es mero discurso, sino el solo hecho de colocarlo en la presidencia ya es una victoria nuestra. El neoliberalismo no era sólo privatización y libertad, era corrupción e imbricación de lo público y lo privado. Él dice que va a repetir a Juárez: “Juárez separó la Iglesia del Estado; yo voy a separar al Estado del sector público y privado”. En cierto sentido sí se puede acabar con el sistema neoliberal por decreto, porque ya no existe el apoyo a este sistema desde Palacio Nacional.
“López Obrador sólo pone el escenario para que los demás hagamos nuestra chamba: para que los empresarios compitan y generen beneficios y ganancias para México; para que los académicos compilemos libros, discutamos, hagamos eventos y construyamos un nuevo pensamiento crítico; para que los periodistas renueven su forma de ver el mundo y ejerzan verdaderamente una plena libertad. Eso es la Cuarta Transformación, un nuevo espacio para hacer cosas nuevas y renovar nuestra sangre y nuestra democracia: ese es el debate que ocurre en estas páginas”.
La muerte pesa en este país
—En comparación con los gobiernos progresistas de la región, si bien enfrentaron a una maquinaria neoliberal que aún estaba en práctica cuando llegaron al poder presidencial; el gobierno actual de México, del cual usted habla, debe enfrentarse, sí, a eso, pero también (y a diferencia de tales gobiernos) debe lidiar con una maquinaria de muerte y destrucción que viene implementándose desde diversos lugares y mecanismos desde hace ya varias décadas atrás. Veo un doble movimiento: por un lado crear, inventar algo nuevo, imaginar para transformar (a veces les resulta bien hecho y en otras cuestiones han fallado); pero, por otro lado, hay un mecanismo que sigue muy vigente, el cual es la muerte, la destrucción y la barbarie. Esta Cuarta Transformación de la que se debate en el libro, ¿cómo puede consolidar esos retos que se plantea ante un escenario tan complejo?
—Sí, estamos ante un acoso terrible tanto internacionalmente como por nuestra historia, la cual no se cambia de un día para el otro sino es un proceso de transformación. Los retos son fuertes: Trump nos llama terroristas a los mexicanos y justifica así una intervención… hay una necrofilia que se ha generado culturalmente, es eso que dices: la muerte pesa en este país desde 2006. La nueva estrategia de paz es fundamental porque plantea retos a mediano plazo: está el caso de la Guardia Nacional misma, pues pretende reclutar 20 mil jóvenes cada año, con nueva formación, capacitación y visión de protección en lugar de ataque a la sociedad civil. Eso debe funcionar en estos tiempos; pero obviamente seguimos con Trump, la droga, las armas… ¡no será sencillo!
“Lo otro es la economía, que no crece supuestamente pero en una encuesta reciente de El Universal demuestra que a pesar del 0 por ciento de crecimiento, la gente ya está sintiendo un cambio en su bolsillo porque las becas están fluyendo, los trabajos en infraestructura fluyen… la gente siente esta direccionalidad de los recursos hacia la economía popular: esto, con el tiempo, tiene que generar mayor protección social y crecimiento económico”.
Hijos de La Malinche
—La Cuarta Transformación me parece es una revisión histórica de este país, se centra como punto de origen en la primera gran transformación, es decir la Independencia; pero miro que en el libro figura un personaje de talla mundial dentro de la filosofía: Enrique Dussel. Él diría que seguramente este país requiere no sólo mirar hacia inicios del siglo XIX sino que padecemos casi como una falla estructural proveniente del largo siglo XVI, eso que el historiador francés Fernand Braudel diría que son procesos de larga duración. No sé si lo que padecemos actualmente son sólo efectos del neoliberalismo y del siglo XX priista, ¿usted cómo percibe esto?
—No sería tan determinista como lo estás señalando, la idea de la Cuarta Transformación parte de un postulado más optimista: ya vivimos tres transformaciones; a Morelos e Hidalgo no los tiene cualquier país, Washington no se compara ni a los talones de Morelos, el primero era dueño de esclavos y Morelos afrodescendiente. Tenemos grandes transformaciones en nuestra historia: Juárez, Zapata… la Constitución de 1917 como la primera constitución de derechos sociales en el mundo. En momentos históricos hemos puesto la vara muy alta, aun con esta historia colonial; nuestro pasado es muy dinámico y revolucionario.
—¿Ya superamos la Colonia?
—Nunca se va a superar la Colonia así como el ser humano no supera su infancia. La historia es muy grande, siempre hay ese diálogo con el pasado y el presente. Lo único que yo diría es que ya llegó la hora para valorar nuestra historia de luchas; tenemos 30 años de una historiografía neoliberal que nos ha enseñado que debemos deshacernos de esas luchas, tenemos que sentirnos mal por la Colonia, así como Octavio Paz afirmaba al decir que somos hijos de La Malinche y que, en contraposición, el verdadero modelo de desarrollo es Estados Unidos. Es una gran oportunidad para reconocer esa historiografía neoliberal y, en contraparte, generar una nueva historiografía liberadora, participativa y democrática.