El éxito económico y comercial de China ha propiciado en los últimos años un aumento de su rivalidad con Estados Unidos, y América Latina se está convirtiendo en el escenario idóneo para ese enfrentamiento. En esta guerra comercial entre Estados Unidos y China se disputan nuevos mercados, alianzas potenciales y recursos, pero, sobre todo, considerables beneficios económicos y el liderazgo geoeconómico mundial.
En su conjunto, América Latina mantiene una posición importante en la economía y en el comercio mundial, situándose con su PIB cercano a los 5 300 000 millones de dólares, en un cuarto puesto como hipotético bloque, tan solo superada por la UE, Estados Unidos y China, y por delante de India y Japón.
Si bien América Latina se ha mantenido históricamente bajo el influjo de Estados Unidos, desde inicios de este siglo, el auge de China está alterando el equilibrio de la zona. Aunque el impacto de China ha sido moderado hasta la fecha, sobre todo debido al riesgo de una confrontación con Estados Unidos, la guerra comercial que se libra cada vez más abiertamente entre las dos potencias está ampliando su ámbito de acción.
Con un territorio fragmentado donde no existen países que puedan ejercer un liderazgo regional u oponerse a la intervención económica externa, la región posee suficientes elementos para alterar los equilibrios de poder. Hasta el momento, el avance de China se ha concentrado en la parte central y meridional del continente, pero su interés por México puede perturbar el statu quo. La fragilidad que se vislumbra en las economías de la región tras la pandemia del COVID-19 apunta también hacia cambios drásticos, que probablemente sobrepasen los límites del ámbito estrictamente comercial.
El choque de trenes puede ocurrir en América Latina y las consecuencias son imprevisibles, como defendemos en el capítulo “América Latina: ¿el escenario de la confrontación comercial?” publicado recientemente en “Cuadernos de Estrategia 204. La dualidad económica Estados Unidos-China en el siglo XXI (2020)”.
El presidente Trump, con su política de «America First», privilegió al mercado interno, consumando un proceso de pérdida gradual de competitividad de sus empresas (el sector del automóvil y el de las energías renovables son un claro ejemplo). La erosión de su liderazgo regional y global fomenta la hostilidad hacia China, a la que se atribuyen el incumplimiento de las reglas, las prácticas desleales y las acciones que socavan la competitividad de las empresas norteamericanas.
ESCENARIOS DE LA CONFRONTACIÓN COMERCIAL
La guerra comercial se ha analizado desde distintas ópticas, con diferentes modelos predictivos, entre los que se pueden destacar los que parten de un análisis dinámico CGE del comercio global. Aunque se pudiera llegar intuitivamente a la misma conclusión, el modelo predice movimientos bruscos en el corto plazo, reduciendo el déficit comercial de Estados Unidos y aumentando el superávit comercial de China frente al mundo, para acabar perjudicando a ambas naciones en el largo plazo.
Otros modelos que no están fundamentados en análisis ex ante admiten un rango más amplio de posibles situaciones. Independientemente de como se les nombre, proyectan los siguientes tres escenarios: All-out war, New status quo y Trade deal, cuyas traducciones pudieran ser guerra total, nuevo statu quo y acuerdo comercial.
Guerra total: Es el escenario más pesimista y está fundamentado en una ruptura total entre los dos países. Describe una guerra comercial en toda regla. Los aranceles se incrementarían y se volverían permanentes, se retirarían montos de inversión muy elevados en ambas naciones y se firmarían acuerdos con terceros países, con el fin de restringir al máximo las exportaciones del rival. Las decisiones erráticas en Estados Unidos pueden elevar la tensión hasta ese punto, pero también se puede llegar a esa situación mediante decisiones más racionales.
Nuevo statu quo: Este escenario prevé un acercamiento de las partes en disputa, con un entendimiento mutuamente aceptable, aunque sin estar refrendado por un acuerdo comercial. Tiene visos realistas, aunque en este momento ambas partes tienen ciertos objetivos que impiden la negociación sobre bases firmes. Se trata de los puntos mínimos en la estrategia de negociación, conocidos como líneas rojas. Para China incluyen proyectos de importancia estratégica, como la Nueva Ruta de la Seda (BRI o Belt and Road Initiative), los bancos de inversión que la respaldan o el proyecto Made in China 2025. Su contraparte se centra en la protección de la propiedad intelectual en todos los ámbitos, la reducción del déficit comercial y la detención del avance tecnológico chino.
Acuerdo comercial: El tercer escenario supone un acuerdo refrendado por un pacto comercial a plena satisfacción de ambos bandos. El intercambio comercial y de inversiones facilitaría los procesos de importación y exportación, resolviéndose además las controversias en áreas de subsidios y propiedad intelectual. Este último escenario puede parecer realista, pero se vuelve muy difícil de cumplir si se buscan acuerdos de mayor calado, con obligaciones de obligado cumplimiento en reciprocidad.
ELEMENTOS DE FRICCIÓN ENTRE CHINA Y ESTADOS UNIDOS
Son abundantes los elementos de posible fricción entre China y Estados Unidos. Los más importantes son:
Infraestructura: China ha ido ganando terreno con proyectos de infraestructura como la posible segunda ampliación del Canal de Panamá, la construcción de un canal en Nicaragua, el corredor de transporte multimodal en México o el Tren Maya. La participación china en el proyecto del Tren Maya pudiera interpretarse como el ingreso de México, de facto, a la Nueva Ruta de la Seda.
Recursos: China se ha adentrado en el tema de los recursos sin encontrar hasta el momento oposición por parte de su potencia rival. Ha adquirido derechos de explotación minera en vastos territorios latinoamericanos y ha realizado compras de alimentos a gran escala, incluyendo productos agrícolas que compiten con los estadounidenses. Por ejemplo, la explotación de los depósitos de litio, recientemente descubiertos en la cordillera andina y en México, ya están siendo explotados por empresas chinas.
Comercio: China ya ha dado pasos importantes con el incremento en el número de acuerdos con naciones latinoamericanas. Algunos se ciñen a preferencias arancelarias, pero otros cubren un mayor espectro, hasta llegar a los tratados de libre comercio. Debido a la naturaleza de los productos a intercambiar, no es tema preocupante ahora, pero pueden abrir la puerta a la firma de un tratado de libre comercio con México. En principio, el gran tema en discusión sería la apertura al comercio cross-border y al comercio digital en general. Hasta el momento, la presencia de Alibaba en América Latina es muy limitada, pero puede desplazar a Amazon y a plataformas del e-commerce.
Finanzas: En el tema financiero, China ha incursionado en América Latina sin encontrar grandes obstáculos. Ha recurrido a préstamos blandos para financiar sus proyectos de infraestructura, se ha apoyado en sus ingentes recursos financieros para mejorar la posición competitiva de sus empresas, ha ingresado al sector bancario y ha concedido préstamos a Gobiernos en apuros. Las situaciones que pudieran provocar fricciones estarían ligadas a una mayor presencia en la banca de primer piso, los créditos al consumo o aquellos que tuvieran repercusiones geopolíticas por estar ligadas a naciones adversarias de Estados Unidos. Entre las acciones que parecen inminentes se incluyen las concesiones, renegociaciones y cancelaciones parciales de deuda para enfrentar la pandemia del COVID-19, pero ninguna de aquellas parece que pueda generar desencuentros.
Industria y tecnología: Aunque limitado, el avance más visible de China se encuentra en la fabricación y comercialización de productos ligados a energías renovables, así como electrónicos que requieren un uso intensivo de tecnología. Parece inminente la entrada de empresas chinas a México en sectores de aeronáutica o defensa, con el fin de evitar las restricciones en el mercado estadounidense. También se comienzan a generar dudas respecto a empresas como Huawei o aquellas ligadas al 5G, aplicaciones de inteligencia artificial, robótica industrial o geolocalización. El mayor temor, sin embargo, reside en la expansión de la denominada Nueva Ruta de la Seda Digital, aunque hasta el momento parece estar limitada a Eurasia y África.
El auge económico de China, la necesidad de insumos para su industria y la búsqueda de nuevos mercados para sus productos, han ido propiciando un mayor acercamiento a América Latina, el cual nunca será del agrado del país hegemónico en ese territorio. América Latina proporciona el escenario ideal para medir las reacciones de Estados Unidos ante desafíos y avances que se lleven a cabo en su propio continente.
Por un tiempo, pueden descartarse las acciones hostiles que impliquen respuestas firmes por parte de la potencia norteamericana. No sería de extrañar, sin embargo, que el país asiático incursionara constantemente en nuevas áreas, tradicionalmente controladas por su oponente. América Latina tiene un papel protagónico en la guerra comercial que se libra entre Estados Unidos y China, aunque no lo hace como contendiente, sino ofreciendo el escenario para la disputa.
Por Francisco Valderrey, profesor e investigador del grupo estratégico de investigación de EGADE Strategy and Management of Organizations in Emerging Economies