A Claudia Lawrence le encantaba “Your Song”, de Elton John.
Sus amigos recuerdan que, durante las veladas que pasaban en el pub The Nags Head, en la ciudad británica de York, a menudo llegaba un punto en que ponía la canción en la máquina de discos y todo el mundo hacía una ovación. Era “Your Song”, la canción de Claudia. Al terminar, la ponía de nuevo. Y otra vez. Y otra. Al final, los gritos de entusiasmo se convertían en quejidos con cada nueva iteración y algún espontáneo intervenía, entre las risas de los parroquianos, solicitando en broma que le quitaran a Claudia las monedas que le quedaran. Todo el mundo adoraba a Claudia. Aquí, en el pub situado a pocos metros de su casa, en Melrosegate, Claudia era la reina.
Han pasado 10 años desde la última de aquellas noches. Ahora, The Nags Head tiene un nuevo gerente, muchos de los clientes habituales han dejado de acudir y el tema de Elton John no suena tanto como antes. Es un sitio distinto. Los periodistas que acamparon ahí en 2009 se llevaron algo consigo al marcharse.
Hace ya 10 años que no se sabe nada de Claudia. Concretamente, desde el 18 de marzo de 2009, día en que su nombre pasó a engrosar las listas de personas desaparecidas de las Islas Británicas. La chef de la Universidad de York de 35 años que se esfumó de la noche a la mañana. Adónde fue sigue siendo un misterio. “Todavía tenemos la esperanza de que alguien nos dé alguna respuesta”, dice su padre, Peter Lawrence.
El hombre de 72 años, que se retiró de la abogacía el año pasado, lleva 10 años llamando la atención pública para evitar que el nombre de su hija caiga en el olvido. A principios de 2019, tras una campaña exhaustiva, Peter logró que se aprobara la “ley Claudia”, bautizada en honor de su hija, según la cual se permite a las familias de personas que llevan desaparecidas al menos 90 días intervenir en la gestión del caso. “Una carga menos en un momento en que las familias están en su momento más bajo”, señala Peter.
Se lo nota agotado. “Cada vez que hay algo así sobre Claudia, la gente responde”, dice en alusión a un nuevo documental sobre su hija que se estrenará pronto. “La policía se muestra muy optimista y espera que de aquí salga un nuevo indicio…”.
CLAUDIA LAWRENCE
Las incógnitas son innumerables. Se sabe que Claudia fue a trabajar el 18 de marzo de 2009. Las cámaras de seguridad del Goodricke College, en la Universidad de York, registraron su llegada a las 5:57. A las 14:31 la vieron salir y emprender el camino hacia su casa a pie, un trayecto de casi 5 kilómetros. En aquel entonces, Claudia tenía el coche en el taller, por lo que durante toda la semana se fue caminando del trabajo a su casa. Esa tarde, en concreto, una amiga se ofreció a llevarla en coche. Poco después de llegar a su casa, volvió a salir y la vieron enviando una carta en una calle cercana repleta de tiendas. Habló con una mujer que llevaba una carriola y pasó junto a The Nags Head. La última vez que fue vista eran las 15:05. A partir de ese momento, empezaron las especulaciones.
Sabemos también que, esa tarde, Claudia llamó a su padre a las 20:10. Luego a su madre. Envió un mensaje a una amiga. A las 21:12, recibió otro de una amistad desde Chipre, su destino vacacional favorito, aunque no se ha podido confirmar si lo llegó a leer.
Al día siguiente tenía que empezar a trabajar a las 6 am. Claudia nunca fichaba en el trabajo. Esa tarde había quedado de verse con su amiga Suzy Cooper en The Nags Head, pero nunca se presentó a la cita. Suzy sabía que no era un comportamiento propio de su amiga, así que llamó a Peter. Este, a su vez, se puso en contacto con la Policía de North Yorkshire y luego entró, junto con George Foreman —el propietario del pub— al departamento de Claudia.
Supongo que esperaba encontrármela tumbada en el suelo”, dijo Peter. Sin embargo, lo que vieron resultaba preocupantemente normal: unas zapatillas junto a la puerta; el bolso de Claudia, con dinero; su licencia de conducir y tarjeta de crédito sobre la cama hecha. Las joyas en la cómoda. Los platos del desayuno en el fregadero. Faltaba la mochila con su uniforme de cocinera, un objeto que hasta el día de hoy sigue desaparecido.
En una rueda de prensa celebrada el 23 de marzo, Peter hizo un llamado a todo aquel que tuviera información y describió la “pesadilla en vida” que estaba viviendo. Dos días después, tras hacerse públicas las imágenes de las cámaras de seguridad, El detective superintendente Ray Galloway, al mando de la investigación, dijo que cabía la posibilidad de que Claudia podría haber sido agredida por alguien conocido.
El 16 de abril, la policía informó sobre el supuesto avistamiento de un hombre y una mujer de pie junto a un coche en la ruta de Claudia al trabajo, la madrugada del 19 de marzo. Se dijo también que se vio a dos hombres intentando abrir la puerta del departamento de Claudia la semana antes de que desapareciera. La policía informó que el 6 de mayo recibió más de 1.000 llamadas de la ciudadanía, que tomaron más de 1.096 declaraciones y que registraron 1.270 propiedades.
El 15 de mayo, la policía hizo pública la grabación de un hombre que mostraba una conducta sospechosa en Lime Court, cerca de la vivienda de Claudia, durante la madrugada del 19 de marzo. Posteriormente, se reveló otro video en el que volvía a verse al mismo individuo en el mismo sitio la noche anterior. Entonces se desató el caos.
El 2 de junio, en el programa de la BBC Crimewatch, el detective superintendente Ray Galloway reveló que Claudia mantenía una serie de relaciones “complejas y misteriosas”. Aquello dio un vuelco irrevocable a la investigación. Las declaraciones del detective alteraron el relato de tal modo que Claudia pasó a verse como una calculadora rompehogares que se dedicaba a salir con hombres para destrozarles la vida.
Sus mejores amigas, Suzy y Jen King, trataron de poner freno a las especulaciones, asegurando a cualquiera dispuesto a escucharlas que la Claudia que ellas conocían no era la mujer que se empeñaban en retratar. Su Claudia era tímida. Una mujer considerada. Divertida, pero sin perder la cabeza. Pese a todo, en una ocasión alguien paró a Peter por la calle para decirle que su hija “se lo merecía”.
Más tarde, Galloway aclaró lo que quiso decir con sus declaraciones”, afirma Peter, “pero la investigación ya había tomado otro curso. Luego me confesó que no era su intención causar el trastorno que provocó con sus palabras”.
Aunque algunos indicios apuntaban a Chipre, la mayor parte de la investigación de la policía de North Yorkshire se centraban en el pub, The Nags Head. Mientras tanto, surgían más incógnitas a medida que los tabloides revelaban más detalles de la vida privada de Claudia.
El 18 de marzo siguiente, un año después de su desaparición, se reveló que dos días antes, Claudia había pasado la noche con un novio desconocido. La identidad de esa persona —al igual que la de la pareja, la del tipo que aparecía frente a su casa en las imágenes de las cámaras de seguridad, la del propietario de la muestra de ADN tomada de una colilla hallada en el coche de Claudia— nunca se ha esclarecido.
Hasta ahora, fueron arrestadas nueve personas, cinco de las cuales estaban vinculadas al pub The Nags Head. Todas ellas fueron puestas en libertad sin cargos. Peter siempre ha sospechado que muchos de los interrogados no dijeron la verdad en sus declaraciones. Que se estaban encubriendo mutuamente. Incluso ha dicho que, tal vez, él mismo haya estado charlando con los responsables de la desaparición de su hija, teniendo en cuenta que también él era un habitual del pub. “Solo espero que el tiempo acabe quebrando los votos de lealtad”, dijo. “La policía así lo cree”.
Y continúa: “Yo creo que las respuestas sobre lo que le sucedió a mi hija están en la clientela de ese pub. Hay gente que sabe cosas y no las dice”.
Han pasado 10 años de la desaparición de Claudia Lawrence y la ausencia de su voz al cantar, su risa y su vida siguen pesando como una losa en el ánimo de su padre.
Vice