Fue el pasado 20 de agosto cuando la agencia espacial rusa, Roscosmos, emitió un comunicado oficial reconociendo la trágica pérdida de su sonda Luna-25, declarando que la misma «cesó su existencia como resultado de un choque con la superficie de la Luna». Esta información vino un día después de una declaración previa que dejó entrever una situación de emergencia a bordo de la sonda robótica, lo que sembró preocupación sobre el destino del proyecto.

El incidente fue atribuido a un error técnico fundamental; durante una de las maniobras de aproximación a la Luna, la sonda espacial rusa recibió un impulso mayor al necesario, lo que finalmente la llevó a impactar de manera catastrófica contra la superficie lunar. Las mediciones y análisis posteriores por parte de Roscosmos corroboraron este fatal desenlace y ahora, es la NASA la que tiene nuevos detalles.

La confirmación visual del punto de impacto de la sonda fue proporcionada por la agencia espacial de Estados Unidos, NASA, gracias a su Orbitador de Reconocimiento Lunar (LRO). La agencia espacial rusa había previamente publicado una estimación del lugar del impacto el 21 de agosto, lo que permitió a los técnicos de la NASA enviar instrucciones al LRO para que capturara imágenes de la zona días después.

Garacias a su tecnología, LRO comparó estas nuevas imágenes con aquellas tomadas en junio de 2022, antes del incidente, y concluyó que se había formado un pequeño cráter nuevo cerca del punto de impacto estimado de Luna-25. Esto apuntaba a que el cráter no era producto de un impacto natural, como un meteorito, sino más bien un resultado directo de la desafortunada misión de la sonda rusa.

LRO de la NASA reconoce el éxito de la misión Chandrayaan-3
El cráter resultante del choque tiene aproximadamente 10 metros de diámetro y se encuentra en el borde interior del cráter Pontécoulant G, a una distancia de unos 400 kilómetros del punto de aterrizaje previsto por Roscosmos para la Luna-25. Esta misión marcó el primer intento de Rusia moderna de llegar a la Luna, heredando el legado de Luna-24, la última sonda soviética que alcanzó con éxito el satélite y que regresó a la Tierra con muestras del suelo lunar en 1976.

Además de este trágico evento, el Orbitador de Reconocimiento Lunar de la NASA, también proporcionó imágenes del exitoso aterrizaje del módulo de la misión Chandrayaan-3, que logró alcanzar con éxito la región austral de la Luna apenas cuatro días después de que la sonda rusa impactara en su búsqueda por el mismo objetivo. Este incidente resultó en un final de carrera sorprendentemente concomitante, con Luna-25 creando un cráter y Chandrayaan-3 logrando su objetivo sin problemas.

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