La segunda ciudad más grande de Estados Unidos canceló el lunes su festejo de Año Nuevo, y el estado más pequeño reimpuso un mandato de utilizar mascarilla en interiores, luego de que la variante ómicron se convertía en la versión predominante del coronavirus en el país.
Las medidas adoptadas por Los Ángeles y Rhode Island reflejaban el temor a un brote potencialmente devastador de covid-19 en invierno. Gran parte de la preocupación es provocada por la variante ómicron, que de acuerdo con funcionarios federales representó el 73% de los nuevos contagios la semana pasada.
En gran parte de Estados Unidos, el predominio de la ómicron es incluso mayor. Es responsable de aproximadamente el 90% de las nuevas infecciones en el área de Nueva York, el sureste, la región centro-norte y la región noroccidental.
Los científicos dicen que la ómicron se propaga con mayor facilidad que otras variantes del coronavirus, incluyendo la delta, aunque aún se desconocen muchos detalles sobre ella, incluyendo si provoca una enfermedad más grave o no. Pero incluso si es menos agresiva, de todas formas la nueva variante podría abrumar los sistemas de salud debido al enorme número de contagios.
Los organizadores de la fiesta de Año Nuevo programada para el Grand Park del centro de Los Ángeles cancelaron los planes para que haya público en persona, e indicaron que el evento será transmitido en vivo vía internet, como lo fue el año pasado. En Rhode Island, que en las últimas dos semanas ha registrado la mayor cantidad de casos nuevos per cápita, se requerirá el uso de mascarillas o la presentación de un comprobante de vacunación en la mayor parte de los negocios bajo techo durante al menos los próximos 30 días.
Y en Boston, la nueva alcaldesa de la ciudad, Michelle Wu, anunció que cualquiera que ingrese en un restaurante, bar u otro negocio en interiores tendrá que presentar un comprobante de vacunación a partir del mes próximo. Los empleados municipales también estarán obligados a vacunarse contra la coivd-19.
“No hay nada más estadounidense que unirnos para asegurarnos de que nos estamos cuidando unos a otros”, declaró Wu en el ayuntamiento en medio del ruido de silbatos y abucheos.
Erika Rusley, residente de Providence, Rhode Island, de 44 años de edad, dijo que los sucesos recientes hicieron que su familia suspendiera muchas de sus actividades diarias.
Esta maestra de primaria y su esposo, un médico, sacaron a sus dos pequeñas hijas de sus clases de natación esta semana, limitaron sus reuniones para jugar y cancelaron las citas médicas, a pesar de que toda la familia tiene el esquema completo de vacunación.
“La última semana, aproximadamente, realmente hemos suspendido las cosas. Simplemente no vale la pena”, señaló Rusley. “Estamos de vuelta a donde estábamos antes del verano y de que llegaran las vacunas. Es casi como haber vuelto a la primera casilla” del juego.
En la ciudad de Nueva York, donde un incremento en las infecciones ya está afectando los espectáculos de Broadway y generando largas filas en los sitios donde se realizan pruebas diagnósticas, se prevé que el alcalde Bill de Blasio decida esta semana si la famosa celebración de Año Nuevo en Times Square regresará “con toda su fuerza”, según prometió en noviembre, o no.
Al norte de la frontera, la provincia canadiense de Québec impuso que los restaurantes cierren a las 10 de la noche, prohibió la presencia de espectadores en eventos deportivos, cerró los gimnasios y las escuelas, y ordenó que las personas que pueden trabajar a distancia lo hagan.
Al otro lado del Atlántico, el Foro Económico Mundial anunció el lunes que volvería a retrasar su reunión anual de líderes mundiales, empresarios y otras élites en Davos, Suiza.
Pero en Gran Bretaña, el primer ministro Boris Johnson dijo el lunes que las autoridades decidieron no imponer más restricciones, al menos por ahora.
El gobierno conservador volvió a imponer el uso de mascarillas en las tiendas y ordenó que la gente mostrara una prueba de vacunación en los clubes nocturnos y otros lugares concurridos este mes. Está sopesando toques de queda y requisitos más estrictos de distanciamiento social.
“Tendremos que reservarnos la posibilidad de tomar más medidas para proteger al público”, manifestó el mandatario. “Los argumentos en uno u otro sentido están muy, muy equilibrados”.
La advertencia de Johnson pone de manifiesto la desagradable decisión a la que se enfrentan los gobiernos: arruinar los planes de vacaciones de millones de personas por segundo año consecutivo o enfrentarse a una posible oleada de casos y trastornos.
Francia también está tratando desesperadamente de evitar un nuevo encierro que dañaría la economía y enturbiaría la eventual campaña de reelección del presidente Emmanuel Macron. El gobierno de París, sin embargo, ha prohibido los conciertos públicos y los espectáculos pirotécnicos en las celebraciones de Año Nuevo.
Irlanda ha impuesto un toque de queda desde las 8 de la noche en pubs y bares, y ha limitado los aforos en eventos en interiores y exteriores, mientras que Grecia tendrá 10.000 policías de guardia durante las fiestas para realizar revisiones de pases covid.
Con información de AP