Alemania, a pesar de ser uno de los países con más casos de coronavirus en Europa, tiene un porcentaje menor al uno por ciento de muertes, lo que permite que los hospitales de la nación teutona se ofrezcan para atender a pacientes franceses ante el colapso de sus homólogos galos.
Aún con los reglamentos estrictos no se requieren permisos especiales para salir de casa, como en algunas ciudades italianas y los negocios cerraron poco a poco.
Estos no fueron cambios de la noche a la mañana, pero el gobierno ha gestionado la crisis del coronavirus con caretas distintas desde el inicio de la enfermedad hasta hoy.
“No hay razón para el alarmismo”, aseguró el ministro de Salud alemán, a finales de enero, cuando se dio a conocer que un equipo de bávaros tomó un taller en su trabajo con una compañera proveniente de China.
La ciudad de procedencia de sus padres, a quienes recientemente había visto, Wuhan, era ya un foco rojo de una extraña enfermedad viral que tenía un avance sin precedentes, pero parecía ajena a la realidad europea y global.
¿Qué cambió en Alemania de la primera declaración del ministro de Salud a la aseveración de Angela Merkel a principios de marzo, en la que apuntaba que el 60 o 70 por ciento de los alemanes se enfermarían por este virus? Pues sencillamente que la pandemia que tomó por sorpresa a todos los países no se saltó a Alemania en su avance.
Una enfermedad lejana y el primer contagio europeo
Pocos días después de la declaración del ministro de Salud, quienes acompañaron a la colaboradora asiática se sintieron mal y se les aplicaron pruebas que ya estaban preparadas desde el inicio del mes, en previsión de la expansión. Para este momento ya había casos positivos en Francia y la enfermedad era más conocida.
El 27 de enero dio positivo el primer caso de un ciudadano alemán, enfermo de lo que ya era llamado coronavirus. La visitante de China regresó a su país y en el viaje de regreso comenzó a tener síntomas de esta enfermedad.
En esos días se recomendó a los ciudadanos frenar sus viajes a China y el 28 de enero ya eran cuatro personas las que se habían contagiado. Los casos aumentaron poco a poco.
Dentro de Alemania, sólo 12 personas habían dado positivo a COVID-19 hasta el 3 de febrero y en China ya superaban los 20 mil casos. Los ministerios alemanes combatían las noticias falseadas y la enfermedad al mismo tiempo, porque las mentiras se expandían más rápido por internet.
Los equipos de investigación alemanes, que desde antes tenían los ojos en la enfermedad, comenzaron a trabajar en estudios, notaron que el aparato digestivo y la garganta también se afectaban con el coronavirus y que a pesar de que los síntomas fueran leves, su nivel de contagio persistía, afirmó en su momento Berlin Spectator.
Tras la primera semana de febrero se envió un vuelo por los ciudadanos alemanes en Wuhan y se les colocó en cuarentena para verificar su estado de salud, para evitar esparcir este virus en el resto de la comunidad.
Para el 14 de febrero tres personas fueron dadas de alta del hospital, pero, ante el aumento en el resto de Europa, las autoridades nacionales debían tomar una decisión que atendiera sus necesidades y las de la comunidad europea, con quienes mantienen fuertes relaciones diplomáticas.
La apertura de Europa
Las fronteras europeas permiten el paso de ciudadanos de todos los países de la UE, eso ha ayudado a mover la economía local, a promover el flujo de personas y las relaciones entre los habitantes de todas las regiones.
Los ciudadanos de esta unión suelen tener mayor libertad de movimiento y antes de llamar a la pandemia con esta denominación la vida en Europa seguía igual, los viajes no paraban y se emitían alertas sólo para ciertas ciudades.
Fernanda y Timo, una pareja mexico-alemana, viajaron a la frontera de Austria e Italia junto con la familia de Timo y algunos amigos, a esquiar. La zona no era de riesgo en el mapa de contagios y planeaban un viaje corto, del que pronto volverían, narraron a .
Durante los días del viaje las autoridades declararon que esta zona también tenía riesgo de contagio y al regresar de Alemania algunos miembros del grupo tuvieron que realizarse una prueba para saber si eran positivos a la enfermedad.
Eran los primeros días y entre los pobladores aún no consideraban que el riesgo fuera masivo, sobre todo por el sistema de salud, que califica como uno de los mejores del mundo.
Al volver a Luneburgo, al sur de Hamburgo, la ciudad donde ellos habitan, les realizaron pruebas. Sólo a algunos del grupo les solicitaron hacerlas, el resto decidió seguir algunas medidas de contención, pero sin quedarse completamente aislados en casa.
En ese momento las autoridades aún no imponían reglas estrictas como las actuales, pero en Italia empezaban a subir los casos.
En menos de dos semanas Merkel aseguró que la pandemia era el “mayor desafío para Alemania desde la Segunda Guerra Mundial” y la actitud cambió. Las sugerencias del gobierno de quedarse en casa se aplicaron de mejor manera, se siguieron un mayor número de reglamentos sobre la convivencia y las calles bajaron su flujo, aunque aún no se ven del todo vacías.
Las relaciones se limitan a las personas que viven en un hogar, por las calles sólo dos pueden caminar juntas y las reuniones quedaron suspendidas del todo. Hasta ahora no se ha necesitado imponer castigos, pero las características de los ciudadanos alemanes citadinos permiten que los reglamentos se sigan, asegura Fernanda.
La crisis europea, el control alemán
Para el 23 de febrero Italia reportaba una crisis, tres personas habían muerto y 117 daban positivo a la enfermedad, el 24 ya se ideaba en Alemania un plan en contra del crecimiento de la que en ese momento se denominaba epidemia.
Las alertas siguieron sonando cuando mil alemanes dieron positivo a la enfermedad el penúltimo día del mes de febrero y las autoridades decidieron tomar medidas extraordinarias, como cancelar los eventos masivos.
Pero la medida más efectiva en el país europeo ha sido la detección temprana de la enfermedad. Todos y cada uno de los pacientes que dan positivo son rastreados y sus familias, personas cercanas o aquellos con los que interactuaron, tienen que realizarse una prueba.
La detección es temprana, en muchos casos son asintomáticos cuando el gobierno ya descubrió que son portadores y deben ser aislados en cuarentena. Se cuidan mucho las redes de conexión entre unos y otros y se revisa a todo el que tenga que ser vigilado.
Eso no quiere decir que la enfermedad no esté creciendo. Alemania es el quinto país con más casos de coronavirus en el mundo, cuenta con 61 mil pacientes positivos, pero también es el quinto con más recuperados y tiene 490 fallecidos.
La tasa de mortalidad del país es del 0.7 por ciento, mientras que la de Italia, el primer lugar en casos y muertes, es del 10.8 por ciento, aproximadamente. A nivel mundial la tasa de fallecimientos resulta ser del 4.6 por ciento.
Alemania realizaba, hasta el inicio de la semana, 160 mil pruebas cada siete días, mientras en Italia, hasta el mismo día, se han aplicado sólo 150 mil, gran parte de ellas han resultado positivas, pero los pacientes con estos resultados llegan a sus pruebas con síntomas, informó la BBC.
Alemania siguió la recomendación que repitió una y otra vez el director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), el doctor Tedros Adhanom Ghebreyesus: No podemos detener esta pandemia si no sabemos quiénes están infectados ¡apliquen pruebas, pruebas, pruebas y pruebas!
Ahora el país es receptor de nuevos casos y tiende la mano a otras naciones, aunque continúan los temores sobre los sentimientos económicos que pueda causar la enfermedad con el paso del tiempo.