Los detalles en exceso también son malos.
La desaparición de Gabby Petito ocurrida en este verano tiene fascinados a propios y extraños. Ahora abundan las cuentas en Tik Tok e Instagram que buscan respuestas.
Esa situación sólo ha aumentado con el lamentable hallazgo de su cuerpo, pero, ¿qué estamos logrando con «buscar» pistas en Reddit? ¿O pedir «justicia» en Instagram?
El caso de Gabby Petito no es un true crime.
Un crimen no es entretenimiento
Desde el surgimiento de distintos documentales como The Jinx o el famoso podcast Serial, el contenido de true crime no ha hecho más aumentar.
Series como Tiger King le probaron a las plataformas de streaming que hay un gran número de consumidores interesados en conocer los detalles de crímenes desde una perspectiva ficcionalizada o documental.
Sin embargo, el deseo de otorgar historias cada vez más impactantes -las cuales, a su vez, se traduzcan en mayor popularidad- ha llevado a los documentalistas y cineastas a tomar cuestionables decisiones en el cuarto de edición.
Volvamos a The Jinx, documental parteaguas en la nueva oleada de contenido sobre true crime.
Dicha emisión estrenada por HBO en 2015, busca contar la compleja historia de Robert Durst, un millonario heredero de una fortuna inmobiliaria, acusado del asesinato de su vecino y sospechoso de dos crímenes más (entre ellos, la misteriosa desaparición de su esposa).
Spoiler alert! El documental trascendió no sólo por la cantidad de fuentes que utiliza (entrevistas con testigos y el propio Durst; material de archivo exclusivo), sino por su final.
Durante el sexto y último episodio, el millonario acude al baño con el micrófono encendido. Sin saber, aparentemente, que lo siguen grabando, comienza a murmurar solo y confiesa: «¿Qué demonios hice? Matarlos a todos, por supuesto».
Dicha conclusión alentó a las autoridades estadounidenses a aprehender a Durst y reabrir caso del asesinato de su amiga Susan Berman.
Sin embargo, durante la reapertura del caso, tanto documentalistas, como los abogados de Durst, cuestionaron que la edición del audio fue tramposa, puesto que en el clip de audio original Durst murmura varias cosas en desorden.
De tal modo que su discurso original podría indicar que se trató de una declaración incoherente por parte de alguien que habla solo y no de una confesión de un crimen, como nos hacen creer en el documental.
El fin de ese cambio responde a generar mayor impacto en la audiencia; en otras palabras: a entretener.
Lo mismo ocurrió con el caso de Elisa Lam, cuyos últimas imágenes con vida se viralizaron como si de un vídeo chusco se tratara.
Y a todo esto: ¿qué dice la familia de Gabby Petito, de Elisa Lam…?
Como lo han expresado distintos especialistas en el tema, hablar de las víctimas de un crimen requiere mucha responsabilidad.
Especular sobre sus últimos días de manera masiva -como lo es desde una plataforma como YouTube o Tik Tok- lleva a revictimizar tanto a las víctimas como sus familias.
Fotografía: Captura de pantalla
Esto porque los vuelve a situar en el ojo público muchas veces sin su consentimiento; además de que expone detalles que quizá se deberían de mantener privados.
Aunque en la mayoría de los casos el propósito de quienes buscan pistas es positivo, puesto que buscan ayudar a resolver el crimen, el morbo termina siendo el motor de «investigaciones» amateur.
La inmensa mayoría de los internautas no conocen, ni tienen acceso a las carpetas de investigación, ni mucho menos los conocimientos metodológicos para indagar; por lo que se vuelve una «investigación» frívola.
Asismismo, ¿qué harías tú si el rostro de tu hermana desaparecida apareciera como vista previa de múltiples vídeos en YouTube? ¿O en Tik Tok?
Ni qué decir de los tutoriales de maquillaje en los que se habla de crímenes reales al tiempo que se comenta sobre bases de maquillaje.
Por eso, tengamos respeto con las víctimas, reflexionemos un poco.
Ya hay bastante entretenimiento ficcionado en las plataformas de streaming. No necesitamos entretenernos a costa de vidas reales.
ActitudFem