Por ser una tecnología ampliamente disponible y de alto impacto, la radio es una herramienta eficaz para combatir actitudes que deriven en actos extremistas violentos, afirmó Daniel P. Aldrich, director del Programa de Estudios de Seguridad y Resiliencia de la Northeastern University en Boston.
Con motivo del Día Mundial de la Radio, que este año lleva como lema “Diálogo, tolerancia y paz”, Aldrich destacó que esta herramienta no es una solución definitiva para el problema, pero tiene un impacto medible en la reducción de factores que pueden alentar a las personas a cometer ese tipo de acciones.
“La programación de radio tiene un enorme potencial en todo el mundo, en los países desarrollados y en desarrollo, para reducir el apoyo y la participación en grupos extremistas violentos, ya sea de derecha o de izquierda”, subrayó el también profesor universitario de Ciencias Políticas y Políticas Públicas.
Puntualizó que el potencial de la radio proviene de que puede tener acceso a un más amplio número de personas, por ser una tecnología más popular, de mayor despliegue geográfico, pues puede llegar a poblaciones o grupos humanos más remotos o dispersos.
Impacta a un más diverso tipo de personas, pueden ser alfabetizadas o no, con acceso fácil a ellas o no, y ejemplificó con el caso de aquellas mujeres encargadas del hogar, que salen poco de ese espacio, pero que sí tienen acceso a la radio.
“La radio en sí misma y la naturaleza informal de la escucha de la radio permiten que el programa sea más poderoso, la gente puede escuchar, tiene múltiples transmisiones que pueden ser en diferentes momentos, y también es bastante rentable», apuntóel especialista.
«Creemos que esas razones juntas hacen que sea un medio muy fuerte para usar”, añadió.
Aldrich ha hecho trabajo de campo con la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) y otras instituciones de ese país que buscan reducir el extremismo violento en el Sahel, franja de África localizada al sur del desierto del Sahara y encima del Ecuador, así como en otras áreas del continente.
También ha realizado estudios de proyectos enfocados a enviar mensajes con el mismo fin a través de programas de radio locales en países como Mali, Chad y Níger.
De su trabajo especializado y luego de analizar datos de 200 encuestados en ciudades en el norte de África y más de mil en Mali, Chad y Níger, observó que la radio es una oportunidad de detectar el comportamiento alterado de las personas de una “manera estadísticamente significativa”.
Asimismo, que “las personas expuestas a la programación gubernamental de varios niveles de Estados Unidos tenían más probabilidades de escuchar la programación de radio de paz y tolerancia”.
También se detectó que fueron más proclives a participar en actividades cívicas, como participar en las votaciones o reunirse con políticos, e incluso “aceptaron trabajar con Occidente para combatir el terrorismo”.
En una entrevista y un artículo publicado para la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), Aldrich señaló que la información analizada indica que hay una respuesta diferenciada entre hombres y mujeres a los mensajes, lo que se debe tener en cuenta para el futuro.
Precisó que el sector femenino fue más receptivo a este proceso e hizo notar la importancia de este segmento poblacional, porque son ellas las que suelen notar primero la radicalización de los niños, pudiendo alertar de ello a las autoridades o hablar con líderes comunitarios o religiosos.
Sugirió que por ello los programas enfocados a contrarrestar la proclividad a los actos violentos o terroristas deberían contar con participación de Organizaciones No Gubernamentales, expertos o líderes sociales, como los religiosos, “alguien en que el área comunidad confía”, habla su mismo idioma y conoce la problemática del lugar.
“Que esta programación de radio sea un proceso local de abajo hacia arriba en el que las propias comunidades desarrollen sus propias formas de comunicación por radio o programen su propia base en este modelo más amplio”, enfatizó.
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