La responsabilidad con nuestros residuos no acaba al desecharlos en una bolsa

Los siete mil 603 barrenderos de la Ciudad de México y sus 385 ayudantes, 80 voluntarios y 528 supervisores recorren lo equivalente a una vuelta a la Tierra cada tres días, lo que significa caminar 40 mil 075 kilómetros.

Diariamente suman 15 mil 156 kilómetros, un tercio de una vuelta alrededor de nuestro planeta, y recogen aproximadamente mil 860 toneladas de residuos, equiparable al peso de 676 hipopótamos, que son los segundos animales terrestres más pesados: en promedio un macho adulto pesa dos mil 750 kilos, de acuerdo con el Inventario de Residuos Sólidos de la Ciudad de México 2019.

Las mujeres y hombres encargados de la limpieza de centros históricos, avenidas principales, parques públicos y demás espacios urbanos de esta y otras urbes realizan una labor crucial para que los residuos tengan mejor disposición y no terminen saturando las alcantarillas o en sitios en los que se daña el medio ambiente al contaminar cuerpos de agua, suelo y aire.

Así lo afirma la académica del Centro Regional de Investigaciones Multidisciplinarias (CRIM) de la UNAM y especialista en Gestión Integral de Residuos, Nancy Merary Jiménez Martínez, quien con motivo del Día del Barrendero -que se conmemora el 8 de agosto- llama a revalorar su trabajo y a ser conscientes de la responsabilidad que tenemos con nuestros desechos, a fin de que tengan una disposición final segura.

“Es muy importante reconocer que los residuos no desaparecen cuando yo los saco, pasa el camión y aparentemente se lleva mi bolsa de basura. El rostro visible de los sistemas de aseo urbano son estos hombres y mujeres, barrenderos y barrenderas, pero también quienes trabajan en el camión recolector, las plantas de tratamiento, los sitios de disposición final. Esta fecha nos debe ayudar a visibilizar eso que a veces no queremos ver, que creemos que nuestra responsabilidad con los residuos acaba al echarlos en una bolsa”, asegura.

En diversas ocasiones también recolectan la basura de viviendas y comercios que se ubican en calles y avenidas que limpian, trabajo por el cual suelen recibir salarios precarios.

“En grandes urbes como la Ciudad de México, Guadalajara y Monterrey se ha prestado mucho a que converjan los trabajadores formales, que pertenecen a las alcaldías o municipios, con un importante sector informal a quienes se llama ayudantes o voluntarios, quienes muy probablemente no forman parte de la nómina y sólo reciben propinas”, explica.

Sus ingresos son de sobrevivencia y aunque colectan materiales susceptibles de aprovechamiento, no obtienen un volumen considerable que les permita negociar buenos precios por ellos.

Responsabilidad

La universitaria detalla que en las últimas tres décadas la generación de basura en México ha ido en aumento; se estima que cada habitante produce aproximadamente 994 gramos al día. En general, en el país se originan 120 mil 128 toneladas diariamente, de acuerdo con el Diagnóstico Básico para la Gestión Integral de los Residuos de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales.

“Creemos que enviamos nuestros residuos a un lugar alejado para que no nos molesten, pero más tarde vuelven a nosotros, a través del agua que bebemos o de los alimentos que consumimos porque hay poco aprovechamiento y mala disposición de estos”, subraya.

La generación de desechos es diferente en el país, por ejemplo en el noroeste –Baja California, Baja California Sur, Sinaloa y Sonora– es de 1.083 kilogramos por habitante; en el centro –Ciudad de México, Estado de México, Morelos, Puebla y Tlaxcala– de 766 gramos. Mientras en el sureste –Campeche, Quintana Roo, Tabasco y Yucatán– es de 867 gramos por habitante.

La experta remarca la urgencia de disminuir la cantidad de residuos que generamos y no abandonar este objetivo justificando que se usan bolsas biodegradables, de fécula de maíz o aguacate, entre otros.

“No nos vayamos con eso, lo más importante es reducir la generación de residuos. Si no puedes reducirlos, evitar la compra de un producto, utilízalo lo más posible y cuando ya no se pueda utilizar para el fin que fue diseñado, buscar darle otro uso. Si no se pueden ni reducir ni reutilizar, asegúrate al menos de que su disposición final sea segura, que vaya a lugares adecuados”, asevera.


Foto: UNAM1

Jiménez Martínez destaca que durante la pandemia por la covid-19 se evidenció que numerosos trabajadores de limpia laboran en la informalidad y carecen de equipos de protección personal para realizar su trabajo. La Organización Mundial de la Salud llamó la atención sobre la importancia de este servicio público, esencial para hacerle frente a una pandemia de esta magnitud.

Además, este organismo internacional remarcó la necesidad de considerar las deficiencias y aspectos desatendidos en el flujo de desechos que se producen en los sistemas de salud, que generaron una presión sobre los procedimientos de recolección y un riesgo a la salud ambiental y humana.

Oficio urbano

La investigadora del CRIM considera importante recordar que los barrenderos son parte de los oficios propios de las ciudades, desde tiempos antiguos.
“Los frailes documentaron muy bien en sus crónicas sobre la Nueva España cómo a la llegada de Hernán Cortés había especial interés del emperador Moctezuma hacia la limpieza de Tenochtitlan, pues un ejército de cerca de mil hombres barrían y regaban diariamente la ciudad antes del amanecer, al punto que el suelo era tan limpio y asentado que donde quiera que se parara el emperador la planta del pie tendría que estar tan limpia como la palma de la mano, lo que da cuenta de la importancia del aseo urbano”, relata.

agosto 9, 2022 - 7:15 pm

Por: Staff

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