Ante la pandemia del Covid-19 que está experimentando el mundo y ante cualquier otra situación que se presente en las personas, puede impactar en su aspecto psicológico y obviamente, se alterará su comportamiento ante los demás individuos con los que convive.
“Se tienen que reunir 4 características para que una situación genere estrés o un impacto psicológico, como es la novedad, es decir que la situación sea nueva o imprevista; la segunda característica es que sea una amenaza, que ponga en evidencia nuestra vulnerabilidad; la tercera, que no se pueda controlar, que la persona no tenga ninguna manera para parar tal situación y la cuarta, que la situación nos afecte de alguna manera, en el sentido material o físico o relacionado con el psicológico o mental”, señaló María del Carmen Mora Ávila, orientadora educativa del Programa de Apoyo y Seguimiento al Estudiante (PASE) de la UPAEP.
Abundó que la actual pandemia del coronavirus ha generado un impacto psicológico en todos los seres humanos a nivel mundial. El cual puede medirse de menos a más, en cuanto a los efectos que ocasiona en la población.
Agregó que se puede generar menos estrés colectivo o mayor estrés colectivo de acuerdo a tres factores, primero por número de implicados, segundo por el tipo de afectación o destrucción que se causa, y, como tercero, el grado de implicación de todo el sistema social que sufre este impacto.
Mora Ávila subrayó que habrá situaciones de emergencia que si no exceden la capacidad de respuesta de la población, generan menos estrés colectivo; pero cuando la situación tiene una connotación de catástrofe o desastre, sobrepasa la capacidad de respuesta en la población, se genera un estrés colectivo.
Agregó, “la pandemia del Covid-19 que se está presentando en todo el mundo, es un claro ejemplo del estrés colectivo que se vive en el planeta y en el caso de México, su sociedad no está exenta”.
Dijo que este estrés colectivo va a generar una alteración en el comportamiento de las personas, a nivel familiar y social y, por lo tanto, ante esta situación, las personas deben pensar en estrategias y formas de cómo desde casa y desde las instituciones, pueden enfrentar estas amenazas y generar una mayor salud mental para todos.
María del Carmen Mora enfatizó que un primer factor de protección ante este tipo de situaciones estresantes, es el fomento de la cohesión grupal, es decir, mantenerse unidos desde sus familias, comenzando por las parejas, las familias, padres e hijos y la familia extensa, donde participan abuelos, tíos y primos, así como extenderse a otros grupos sociales como las amistades, clubes, o sociedades altruistas, entre otros.
En ese sentido, acotó que en las familias es fundamental que se desarrollen características resilientes. En donde sobresale que una persona resiliente es flexible psicológicamente hablando, es decir, que puede adaptarse ante las situaciones cambiantes de la vida y sumarse para ayudar a otras.
Refirió, “la gente debe mantener el optimismo en la medida de las posibilidades. Una persona optimista reconoce la realidad que está viviendo, pero sabe que en un momento dado va a llegar a un periodo de finalización, como es la actual pandemia del coronavirus o bien, que va a poder adaptarse a la situación como se esté presentando”.
Apuntó que las personas resilientes también tienen la capacidad de la auto-observación, todo el tiempo se dan cuenta de cómo están, de cómo se siente y cómo se relaciona con los demás y por ello, siempre busca dar soluciones a los problemas.
Expresó que otras características de una persona resiliente es la empatía, tiene una autoestima sólida, y son capaces de ayudar a otros para que no sean afectados por determinadas situaciones y a la vez son capaces de solicitar ayuda a otros o, a grupos sociales.
Subrayó que las personas resilientes son las que mejor se adaptan a los cambios. Por lo tanto, reiteró que es importante recapitular las fortalezas de las cuales las personas pueden echar mano, la cohesión familiar y grupal; desarrollar características resilientes y buscar la colaboración de los mediadores sociales como son las redes de apoyo de organismos, redes sociales, empresas, instituciones educativas, etcétera; otra característica es el manejo del duelo, de cómo nos anteponemos ante los cambios que estamos viviendo, hacer otras actividades e incluso, pedir ayuda para superar la pérdida de un ser querido.
Y un último factor, es desarrollar esa capacidad de orientarse a lo social, es decir, ejercer actividades de ayuda social o altruista, lo cual va a convertir a la persona en un ser más empático y sensible para comprender a los demás, indicó la académica.
Educación, Noticias Destacadas