Especialistas de la UNAM y de instituciones educativas de Iberoamérica consideraron necesario instaurar la justicia restaurativa para víctimas y agresores en casos de violencia de género, y no solo se aplique un proceso de tipo penal y punitivo.
Lo anterior quedó de manifiesto durante la Mesa de Diálogo “Justicia restaurativa, perspectiva de género y trabajo con masculinidades como herramientas para la construcción de paz”, la cual fue convocada por la Comisión Interna para la Igualdad de Género de la Facultad de Ingeniería (FI).
Durante la apertura de este encuentro, que forma parte de las 150 actividades que realiza la UNAM para combatir la violencia contra la mujer, Geru Aparicio Aviña, licenciada en Psicología por esta casa de estudios, expuso que las medidas punitivas terminan con el desgarre del tejido social, debido a que el efecto y castigo del delito de género impacta al sistema familiar y a las generaciones.
“El daño a las mujeres impacta comunitariamente. Por ello es importante que la reparación incluya a todas las partes involucradas”, resaltó la experta en criminología, tanatología e intervención en crisis.
Las mujeres, continuó, tampoco deben ser responsabilizadas de la fractura familiar, de ahí que se debe evitar el deterioro de los vínculos; el camino punitivo no es la mejor opción para todas las personas.
Virginia Domingo de la Fuente, Consultora Internacional sobre Justicia Restaurativa, aseguró desde España que el castigo a los agresores, aun con penas más robustas, no ha hecho que cesen la violencia y los fallecimientos.
Por ello, la jurista egresada de la Universidad de Burgos dijo que es importante saber qué ha llevado a los agresores a cometer dichos actos.
Y preguntó en el encuentro: “¿Qué los ha llevado a ello? No son unos monstruos, es un problema de educación en valores, a veces ni ellos mismos saben que han cometido un delito, dicen: ‘yo tengo este rol masculino, ¿por qué he hecho mal?, y no entienden el daño que han provocado, por lo cual la reparación debe empezar por ellos mismos”, consideró.
Masculinidad, una imposición
María Gabriela Córdoba doctora en Humanidades por la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de Tucumán, Argentina, aseguró que lejos de ser una esencia la masculinidad es una construcción cultural en la cual los varones tienen que ejercer ciertos mandatos para garantizar su rol social.
La especialista en Psicoanálisis y Género enumeró algunos de esos mandatos impuestos a los hombres: ser siempre superior, ocultar emociones, nunca débiles, ni vulnerables, ni incompetentes; preocupados por los logros y no los afectos; y, sobre todo, naturalizar su rechazo a la femineidad.
“Desde la infancia se le instruye a los hombres que no deben comportarse como bebés, o como niñas, a que no tienen permitido angustiarse, que por el contrario realicen actividades peligrosas, y esto termina por concluir que solo hay una forma de ser: como la sociedad les impone”, precisó.
Analfabetismo emocional
En la mesa, moderada por Oscar Borja Santana, de la FI de la UNAM, estuvo también Luciana Cataldi, jurista y mediadora argentina, quien argumentó que el sistema punitivo-retributivo (delito-castigo), es patriarcal y contrario al paradigma restaurativo que busca conseguir la paz social e individual.
“El trauma no transformado es el trauma transferido, por ello hay que dar un corte a esa situación. Cuando hemos indagado sobre el pasado de las víctimas nos hemos encontrado con que la madre, la abuela y ancestras, también fueron presas de violencia de género o sexual”, detalló.
Que quede claro, finalizó, tampoco hay que romantizar la justicia restaurativa porque la mujer no nace feminista, ni el hombre machista, lo que sucede es que prevalece un analfabetismo emocional en todo el mundo.