La Fundación Princesa de Asturias lamentó la muerte de Phillip Roth, quien en 2012 resultó ganador del galardón que lleva el nombre de esa fundación, aunque no pudo viajar a Oviedo, norte de España, para recibirlo, por problemas de salud.
El jurado acordó concederle ese año el entonces llamado Premio Príncipe de Asturias de las Letras porque «su obra narrativa forma parte de la gran novelística estadounidense, en la tradición de Dos Passos, Scott Fitzgerald, Hemingway, Faulkner, Bellow o Malamud».
Destacó en su momento que personajes, hechos, tramas conforman una compleja visión de la realidad contemporánea que se debate entre la razón y los sentimientos, como el signo de los tiempos y el desasosiego del presente. Posee una calidad literaria que se muestra en una escritura fluida e incisiva», según recoge el acta.
Roth, quien ya había recibido un Premio Pulitzer en 1997 por «Pastoral americana», falleció en Nueva York, a los 85 años, consolidado como uno de los grandes referentes de las letras norteamericanas.
Pese a que el escritor no pudo acudir a la ceremonia de entrega del Premio Príncipe de Asturias de las Letras 2012, envió un mensaje que transmitió el embajador de Estados Unidos en España, Alan Solomont.
En el mensaje, Roth, considerado como el escritor más representativo de la llamada Escuela Judía de la novela norteamericana, manifestó su sorpresa de que una institución española se fije en su obra.
“Soy un escritor estadounidense. La historia de los Estados Unidos, las vidas estadounidenses, la sociedad estadounidense, los lugares de mi país, los dilemas, la confusión, las expectativas, el desconcierto y la angustia, constituyen mi temática”, refrendó.
“El habla estadounidense es mi argot. Si me detengo a pensar en mi público, el público en el que pienso es un público estadounidense”, recalcó.
El propio Roth, en el mensaje que fue leído en el emblemático Teatro Campoamor de Oviedo, norte de España, se cuestionó qué pueden significar sus historias estadounidenses para los lectores españoles.
“¿Cómo puede mi retrato de la vida de los estadounidenses en novelas mías como ‘Pastoral americana”, ‘Me casé con un comunista’ o ‘La mancha humana’ competir con la representación estereotipada, excesivamente simplificada de los Estados Unidos que nubla la percepción de mi país en casi todas partes?”, se cuestionó.
Siguió interrogando: “¿Puede una obra de ficción estadounidense, escrita por mí o por cualquiera de mis más que dotados contemporáneos, penetrar en una mitología de los Estados Unidos que está arraigada, en tantos ámbitos, en una acérrima animadversión política”.
Para el escritor, galardonado en 2011 con el Man Booker International Prize, la concesión de este premio, así como que se le haya entregado años antes a Paul Auster, todo ello sugirió una esperanzadora respuesta afirmativa.