Las novelas “Este que ves” (2006) y “Puedo explicarlo todo” (2010), del escritor Xavier Velasco (Ciudad de México, 7 de noviembre de 1964) cierran 2017 con nuevas ediciones; en la primera, ser niño es entender que el que lleva al infierno es un camino corto; en la segunda, el protagonista tiene 30 años y la vida hecha añicos.
En “Este que ves”, Xavier Velasco escribe que todo amenaza al niño protagonista: El infierno y el hospicio, el ridículo, el ostracismo y la paliza en el recreo. Todo lo acusa: La loza del secreto, la gracia cruel de ser un consentido, el culpable placer de los pecados, el rostro mustio que recuerda el inocente que no es y el cobarde que no puede dejar de ser.
Amargo y picaresco a la vez, este relato de infancia explora la historia personal que se oculta con vergüenza y la escritura que la exhibe en carne viva. El resultado es una visión inquietante de la nostalgia y el repudio como caras de una moneda que no termina de caer al piso. “El de la pintura es un niño desesperado. Necesita salvarse y no imagina de qué”.
Insiste: Ser niño es entender que el que lleva al infierno es un camino corto. Se llega sin saber, se escapa sin pensar, se vuelve sin querer. El niño de esta rara historia se resiste a contarla. Antes que darle un sitio en su memoria, preferiría darle sepultura. Pero cuando menos lo espera, ya está bien inmerso en un juego trepidante que le permite todo…
Todo, sí, menos dejar morir una historia. Se trata de salvarla, ése es el juego. No es que la niñez sea en sí difícil sino que sus fantasmas son invencibles y sus muros inexpugnables. Aquí, el autor se torna en personaje, el retrato en fantasma, la cicatriz en tinta. Se escribe, igual que se ama o que se vive, porque no queda más alternativa, ni se ve una escapatoria.
El autor y sus editores recomiendan esta lectura a partir de los 14 años de edad, y es una de las novelas más celebradas de este escritor, quien saltó a la fama al ganar el Premio Alfaguara de Novela, obtenido antes por Manuel Vicent y Tomás Eloy Martínez, entre otros, que le fue entregado en Madrid en marzo de 2003 con su bolsa de 175 mil dólares.
El segundo título, que también intenta conquistar a una nueva generación de lectores, es “Puedo explicarlo todo”. En su texto, “Joaquín” tiene 30 años, la vida hecha pedazos y el compromiso de redactar un libro de autoayuda, en cuyas páginas sólo consigue perpetrar lecciones prácticas de autoperjuicio. En ambas obras hay claros guiños autobiográficos.
¿Qué es todo lo que puede explicar este pícaro del siglo XXI que un día es sólo fugitivo acorralado, al otro terapeuta de pacotilla y, en un descuido, merodeador galante de velorios de perfectos extraños? Nada que “Imelda” y “Gina”, mujeres de sombra larga y mecha corta (cada una a su modo capaz de cualquier cosa) quieran creerse fácilmente.
Del diálogo punzante a la introspección ácida, los personajes estelarizan una historia plena de comezones entretejidas, rencores entrañables y demonios comunes, donde cada meandro puede ser un abismo y no se quiere más que seguir bajando. No muy lejos de ahí, se agazapa “Dalila”, una cómplice ideal que todavía no cumple los 10z años de edad.
Ella jamás ha leído un libro de autoayuda, pero sus pupilas deslumbradas parecen reflejar ya la sentencia del malandro y maestro “Isaías Balboa”, quien sostiene que “el tiempo te lo dan, la vida hay que robársela”. Es un libro recomendado para lectores a partir de los 14 años de edad, pues el relato es fácil de digerir. Tiene casi 750 páginas que se leen fácilmente.