Imágenes médicas de gente que ha padecido la COVID-19 —la enfermedad provocada por el coronavirus SARS-CoV-2— muestran cómo afecta la enfermedad a los pulmones de los pacientes.
Las tomografías computarizadas se han convertido en la “primera línea de defensa” al diagnosticar infecciones sospechosas, en especial dada la escasez actual de equipos para pruebas, según la Sociedad Radiológica de Norteamérica (RSNA), la cual ha publicado una serie de imágenes en varios artículos científicos.
Entre los estudios hay un artículo publicado en la revista de la RSNA, Radiology: Cardiothoracic Imaging, el cual describe el caso de un hombre de 44 años quien era parte del personal de transporte en el mercado de mariscos de Huanan en Wuhan, China, donde se piensa que se originó el brote.
El hombre había padecido de fiebre alta y tos por 13 días cuando fue admitido en el hospital el 25 de diciembre de 2019. Allí le diagnosticaron con neumonía grave —una enfermedad caracterizada por inflamación de los espacios aéreos en los pulmones— y síndrome de dificultad respiratoria aguda, según el estudio.
Al tiempo, los médicos lo diagnosticaron con COVID-2019 después de descartar una infección con otros patógenos que pueden desarrollar neumonía. A pesar de los esfuerzos para salvarlo, el hombre desgraciadamente murió alrededor de una semana después.
“Este caso ocurrido en el epicentro del brote de neumonía COVID-19 ilustra la gravedad potencial de esta enfermedad, al mismo tiempo que subraya el papel de las imágenes para monitorear el progreso de la enfermedad”, escribieron los autores del artículo. “Aun más, la tomografía computarizada también tiene un papel de diagnóstico importante, sobre todo cuando no hay pruebas confirmatorias disponibles”.
En las tomografías computarizadas de sus pulmones, se pueden ver claramente zonas blancas. Usualmente, esto es señal de una anormalidad que los radiólogos llaman “opacidad de vidrio esmerilado”, o un llenado parcial de los espacios aéreos en los pulmones.
Sean Jorgensen Callahan, profesor adjunto de medicina interna en la Universidad de Utah —quien no participó en alguno de los artículos de estudios de caso— dijo que la COVID-19 puede provocar inflamación en los pequeños espacios aéreos de los pulmones, provocando que se acumule fluido. Esto significa que el oxígeno no se puede transferir apropiadamente de los pulmones al flujo sanguíneo.
“Cuando esto sucede, a los pacientes puede faltarles mucho el aliento, tener niveles bajos de oxígeno, toser, y tener otros síntomas respiratorios”, dijo él a Newsweek. “Los pulmones normales en estas tomografías computarizadas son negros o gris oscuro. Las áreas anormales son blancas”.
Callahan señaló que la importancia de las tomografías computarizadas al diagnosticar la COVID-19 depende del paciente: “Si tienes un paciente del cual piensas que estuvo expuesto a la COVID y tiene los síntomas típicos, entonces una radiografía del tórax que sea vea como una infección de COVID posiblemente sea suficiente y el paciente no necesitará una tomografía computarizada”, comentó él. “Es importante señalar que estamos viendo muchísimas tomografías computarizadas impresionantes, pero los hallazgos no son específicos, lo cual significa que vemos estos hallazgos en otras enfermedades”.
La opacidad de vidrio esmerilado también se puede ver en tomografías computarizadas de los pulmones de una mujer de 54 años de Wuhan, quien también se infectó con el coronavirus nuevo, conocido como SARS-CoV-2. Sin embargo, al contrario del caso anterior, esta mujer sobrevivió. Las tomografías tomadas después de varios días de tratamiento paliativo y antiviral mostraron una mejoría significativa en la extensión y densidad de las opacidades de vidrio esmerilado.
Estos tipos de anormalidades también se ven en pacientes que padecen SARS (Síndrome Respiratorio Agudo Grave) y MERS (Síndrome Respiratorio de Oriente Medio), los cuales también pertenecen a la familia coronavirus del SARS-CoV-2.
El miércoles, la Organización Mundial de la Salud (OMS) confirmó que el brote más reciente de COVID-19 es una pandemia, y el director general Tedros Adhanom Ghebreyesus pidió a las naciones de todo el mundo que adoptasen “acciones urgentes y enérgicas”.
La cantidad de casos registrados de COVID-19 en todo el mundo supera los 130,000, con más de 4,700 muertes confirmadas y más de 68,000 casos recuperados. Los síntomas comúnmente reportados por los pacientes con COVID-19 incluyen enfermedad respiratoria de moderada a grave, fiebre, tos y dificultad para respirar.
No obstante, según la OMS, más de 80 por ciento de los casos de COVID-19 son moderados, por lo cual se piensa que la enfermedad tiene una tasa de mortandad de casi 3.5 por ciento.
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