La excelencia académica y la vocación humanista se ven reconocidos en esta celebración, que marca la culminación de una etapa para las y los participantes.

Más de 600 graduados. Más de 600 sonrisas, logros, ideales y caminos se reunieron para celebrar un momento determinante en sus vidas en compañía de los que más quieren. La Ibero Puebla celebró con júbilo, amor y generosidad a sus egresadas y egresados de licenciatura y preparatoria.

Una generación de más de 200 egresados de licenciatura se unió a sus colegas graduados de marzo de 2023. Ambos grupos conforman una fuerza de más de 500 nuevos profesionistas listos para comenzar un camino permanente de excelencia, resiliencia y compromiso humano con sello Ibero Puebla.

Cada graduada y graduado fue reconocido por el rector de la Universidad Jesuita, el Mtro. Mario Patrón Sánchez, quien celebró con ellos “no meramente un logro de su inteligencia, sino también una conquista de su corazón”

Esa conquista al corazón no solo se ve en las palabras, también en las acciones de los cinco acreedores al premio Diego de Ledesma, SJ. Este reconocimiento es otorgado a quienes participaron activamente en la vida universitaria durante sus estudios; algo indispensable para formar seres humanos competentes, compasivos, conscientes y comprometidos.

Por supuesto, la excelencia académica también fue reconocida: el premio Francisco Xavier Clavijero, SJ fue otorgado a 25 graduados que demostraron el más alto nivel académico a lo largo de sus años estudiantiles. Estos reconocimientos solo demuestran el impacto de la educación con espíritu humano y compromiso académico, que da grandes satisfacciones a los egresados.

Del bachillerato a la universidad

La transición a la educación superior es un logro sin precedentes, mismo que acreditaron los más de 180 egresados y egresadas de las Preparatorias IBERO Puebla y Tlaxcala. Ambas instituciones, que han dedicado 15 años a la educación de jóvenes comprometidos con la búsqueda del bien universal, ven sus frutos en este momento de celebración y orgullo.

“Hoy están listos para asumir los desafíos propios no solo de la formación universitaria, sino de las nuevas responsabilidades personales y ciudadanas que trae consigo la importantísima etapa vital que ahora comienzan”, expresó el Rector a las y los jóvenes, que seguirán creciendo con enorme creatividad y perseverancia.

Este logro, que sumó a los graduados que incluso se encontraban a distancia y pudieron estar presentes gracias a las bondades de la era digital, también fue reconocido por los directores de ambos bachilleratos.

Alfredo Loranca Santos, director de la Prepa Ibero Puebla, encomendó a las y los jóvenes ser “personas capaces, fraternas, generosas, incluyentes, siempre abiertas a los demás. En suma, líderes ignacianos que continúen transformando la realidad”.

Dicho exhorto fue reiterado por el director de la Prepa Ibero Tlaxcala, Erick Fernando Ramírez Medina, quien reconoció a esta generación como “una que lleva consigo la huella característica de la resiliencia”, después de haber pasado por tiempos convulsos a causa de la crisis sanitaria.

Este suceso mundial marcó significativamente a los alumnos como José Ángel Sosa Reyes, que, en unas palabras dedicadas a sus compañeros, reconoció que lo que antes generaba incertidumbre y tristeza, hoy les da impulso para ser mejores. “Disfruten, vivan y, sobre todo, persigan sus sueños. No se rindan y consigan sus propósitos sin olvidarse de los demás”.

Laura Sánchez Flores, graduada de la Prepa Ibero Tlaxcala, también extendió unas cálidas y honrosas palabras a sus compañeros, quienes “no solo han demostrado ser cariñosos, creativos, inteligentes, divertidos, talentosos; también han demostrado tener coraje […] sin duda una generación que muestra que los cambios no se hacen cruzándose de brazos y en silencio”.

Ambos eventos protocolarios fueron precedidos por celebraciones eucarísticas oficiadas por los sacerdotes Armando González Meneses y Carlos Escandón Domínguez, SJ, quienes encomendaron a las y los graduados de este curso 2023, que salgan al mundo a amar y servir, tal y como se les inculcó en la tradición educativa jesuita, de más de 400 años de existencia.