El libro narra la vida y obra del sacerdote Gustavo Rodríguez Zárate, quien fue un fiel defensor de la comunidad migrante y de aquellos que han sido relegados por la sociedad.
“Estamos aquí para un ansiado homenaje al querido Gus. ‘El cura del morral’, el cura de los migrantes, de los fregados. El padre Gustavo Rodríguez Zárate”. Estas fueron las palabras de Guillermo Yrizar Barbosa, académico de la Ibero Puebla, que iniciaron una jornada llena de risas, recuerdos y enseñanzas del sacerdote poblano.
El cura del morral: un ser humano extraordinario es la biografía narrativa de este sencillo y emblemático personaje, quien marcó la vida de los autores del texto al brindarles algo que muy difícilmente se les ofrece a las juventudes mexicanas en situaciones complejas: un hogar. Gustavo Rodríguez marcó cientos de vidas al extender su cobijo y cuidados a jóvenes y migrantes que necesitaban asilo.
Rosalinda Vázquez Arroyo y Neptalí Ramírez Reyes compartieron techo con el padre Gustavo por casi cinco años, lo que les permitió escribir esta biografía con una esencia más cercana y auténtica, que fue complementada con las grandes anécdotas que el cura contaba a sus huéspedes.
“Esta biografía es muy especial. A través de ella van a poder conocer la historia de vida de Gustavo. Su memoria permanecerá en este libro, ya no se perderá en el tiempo ni la oralidad”, dijo Rosalinda Vázquez, que recuerda al padre Gus como un creador de puentes entre las juventudes y otras realidades.
Para Neptalí Ramírez, el cura del morral les enseñó a “ser jóvenes sin prisa y con memoria, a situarse en una historia que es la suya. Eso es lo que nos transmitía, que no pudiésemos conformarnos con lo que veíamos, o incluso con lo que leíamos. Nos llamó a tener un contacto directo con las personas”.
“Dios le dio a Gus una misión, y él se la creyó para siempre”, afirmó Arturo González González, SJ, director del Centro de Formación y Acompañamiento para el Desarrollo Integral (CFADI) de la IBERO Puebla, que reconoce de manera honrosa la labor que Gustavo Rodríguez tuvo como párroco.
Para el Mtro. Arturo González, este libro le permitió conocer a “Gustavo el hombre. Sencillo, bailador, amiguero. Un hombre marcado por las fronteras, por el tiempo y la época, se disyunto en problemáticas profundas”. También, se acercó más a “Gustavo como proyecto humano de Dios, que desde muy pequeño fue sintiendo el sufrimiento de la gente, lo que lo convirtió en un hombre muy sensible”.
Esa faceta fue conocida en vida por Gilberto Sombrerero Hernández, párroco de Santiago Apóstol en Izúcar de Matamoros, quien más allá de la labor de Gustavo en la iglesia, lo describió como “un hombre entregado, generoso, quien siempre buscó hacer el bien en todo y para todos”.
El padre Gustavo también colaboró con la academia en varias ocasiones. Como testimonio de ello, Norma Barranco Torres lo recordó como alguien que marcó su labor como científica social, al hacerle ver que más allá de las cifras y los datos duros, había que creer, y en esa creencia ocuparse de las y los demás.
La presentación de este libro culminó con un diálogo abierto sobre las memorias del padre Gustavo Rodríguez. Sus familiares, amigos y fieles lo recordaron como un ser sensible, benevolente y comprometido con las causas sociales, la sierra Norte de Puebla y las juventudes.