Tuvieron que transcurrir poco más de un siglo y medio para que una mujer ocupara la presidencia de la Academia Nacional de Medicina y poco menos de medio siglo para que esto ocurriera en la Sociedad Mexicana de Ciencias Fisiológicas. Tal escenario sigue siendo una realidad en México: no obstante el significativo incremento de la matrícula femenina en el nivel superior de la educación -Medicina registra una crecimiento de 70 por ciento-, aún es limitada la participación de la mujer en puestos directivos, señaló la doctora Rosalinda Guevara Guzmán.
La académica de la División de Investigación de la Facultad de Medicina de la UNAM, quien en el año 2000 fue la primera mujer en ocupar la presidencia de la Sociedad Mexicana de Ciencias Fisiológicas, 43 años después de su fundación, impartió en la BUAP la conferencia “Aportaciones de las neurocientíficas en el campo de la Medicina”, como parte de las actividades del programa “No solo es cosa de mujeres”.
“En esos puestos –presidencias, rectorías, direcciones- tenemos que hacer más esfuerzos para que se lleguen a obtener esas posiciones, ya que seguimos siendo consideradas en un segundo nivel y en algunas comunidades se dice que nuestro papel no está en el ambiente profesional, sino en el hogar”, expresó.
Las mujeres dedicadas a la ciencia desempeñan una función dual y una doble jornada, al ser también madres y esposas, señaló. “El hombre está poco involucrado en las funciones hogareñas y deja esa función a la mujer, aun cuando esté casado con una científica”.
La investigadora, primera y única mujer mexicana en la Real Academia Nacional de Medicina de España, subrayó que la participación femenina no ha logrado igualar el número de hombres en las ciencias duras e incluso en las básicas. Para dar cuenta de ello realizó un breve recuento histórico, desde la creación de la Sociedad de Fisiología del Reino Unido, en 1876, donde oficialmente fueron admitidas las mujeres hasta 1915 -Florence Buchanan, primera evidencia femenina en las sesiones en 1896-, hasta la situación actual de la Facultad de Medicina de la UNAM.
Ante estudiantes reunidos en el auditorio de la Facultad de Ingeniería de la BUAP, Rosalinda Guevara Guzmán, quien por su destacada trayectoria académica ha sido distinguida con las medallas al “Mérito Universitario” y “Valentín Gómez Farías”; las cátedras Especial “Alberto Guevara Rojas” y “Aquilino Villanueva”, así como el Premio “Sor Juana Inés de la Cruz” otorgado por la UNAM en 2006, comentó que pasaron 43 años desde la fundación de la Sociedad Mexicana de Ciencias Fisiológicas para que una mujer ocupara la presidencia en el año 2000.
Así también, no obstante que en este siglo XXI se están invirtiendo los números, por ejemplo, en los últimos años en la Facultad de Medicina se ha incrementado en 70 por ciento la matrícula femenina y la masculina se ha reducido, esto aún no se refleja en puestos de dirección.
En la estadística de ciencia, refirió que en el Sistema Nacional de Investigadores, en el área de Fisiología con vigencia al 2017, de un total de 196 miembros, 78 son mujeres, que representan el 40 por ciento, y 118 varones, el 60 por ciento. En el nivel III, el más alto del sistema, solo hay cuatro científicas, que representan el 5 por ciento, contra 16 varones.
“Hay sin duda un gran avance, pero aún no se refleja en los altos puestos directivos: no ha habido una presidenta de la República, no ha habido una rectora de la UNAM, no ha habido una directora de la Facultad de Medicina”, comentó luego de una revisión histórica que dio cuenta de la incursión tardía de la mujer en la ciencia y de su lucha. El caso más severo en estas estadísticas ocurre en la Academia Nacional de Medicina, creada en 1864, donde, 155 años después, una mujer ocupa su presidencia: la doctora Teresita Corona Vázquez, periodo 2019-2020.