Investigadores en Bélgica eligieron a una llama nombrada Winter para que participe en una serie de estudios de virus que involucran al síndrome respiratorio agudo grave (SARS, por sus siglas en inglés) y al síndrome respiratorio de oriente medio (MERS).
Los investigadores la eligieron tras descubrir que los anticuerpos de la llama evitaron esas infecciones, además los científicos plantearon en un estudio publicado en la revista Cell, que dichos anticuerpos también podrían neutralizar al nuevo virus que causa el COVID-19.
Las llamas han sido objetos de investigación de anticuerpos durante mucho tiempo y en los últimos 10 años las han usado para investigaciones sobre VIH e influenza, hallando terapias prometedoras para ambos virus, de acuerdo con un artículo del New York Times.
Los expertos aseguran que los humanos solo producen un tipo de anticuerpo, compuesto por dos tipos de cadenas de proteína, pesadas y ligeras, que juntas parecen una “Y”, mientras que las llamas producen dos tipos de anticuerpos que son altamente manipulables, de acuerdo con Xavier Saelens, virólogo molecular de la Universidad de Gante en Bélgica.
En 2016, Jason McLellan, virólogo estructural de la Universidad de Texas en Austin, y otros investigadores buscaron en Winter y otras llamas un anticuerpo más pequeño que pudiera neutralizar diferentes tipos de coronavirus.
Por lo que le inyectaron a Winter proteínas espiga del virus que causó la epidemia de SARS y MERS en 2002, y luego analizaron una muestra de su sangre y encontraron dos potentes anticuerpos que pelean por separado contra ambas enfermedades.
Cuando el coronavirus empezó a propagarse por el mundo, los científicos de inmediato se dieron cuenta de que el pequeño anticuerpo de la llama, el cual puede neutralizar el SARS probablemente también reconocería al virus del COVID-19, por lo que los investigadores inhibieron el virus en cultivos celulares.
Ahora esperan que el anticuerpo pueda usarse como tratamiento profiláctico, es decir, sería utilizado para prevenir la enfermedad, los científicos buscan inyectar el antídoto a personas que no estén infectadas pero que además estén expuestas, como es el caso del personal médico de los hospitales que atienden casos de coronavirus.
Los científicos aseguran que la protección del tratamiento sería inmediata, sin embargo, sus efectos no serían permanentes y durarían un periodo de tiempo de un mes o dos sin inyecciones adicionales. (Notimex)