En la tribuna de la Cámara de Diputados, Uriel Ángel Velázquez, hablante de la lengua otomí, cuestionó cuántos discursos deben ser pronunciados para que se entienda que las lenguas indígenas se están muriendo y que la riqueza del pasado está desapareciendo.
En sesión semipresencial y con el propósito de preservar e impulsar el desarrollo y uso de las lenguas indígenas nacionales, propuso que en los planes de estudio de todas las escuelas de México se implementen las mejores metodologías de enseñanza para que las clases sean en las lenguas indígenas.
“Hoy estoy hablando con ustedes en este hermoso idioma gracias a una decisión importante que tomaron mis padres, quienes antes de pagar para que yo aprendiera alguna lengua extranjera, pagaron para que yo aprendiera Otomí. Quiero que ese privilegio que mis padres me brindaron, se lo den a todos los niños y adolescentes de México; ellos tienen derecho a usar sus lenguas para preservar los conocimientos milenarios que nos heredaron nuestros abuelos”, añadió.
Se manifestó para que se hable y se cante en lenguas indígenas, y dijo a las diputadas y a los diputados: “les estamos observando, legislen siempre en favor de nuestros pueblos y de revitalizar nuestras lenguas indígenas”.
Indicó que México es un país muy diferente al resto del mundo por muchas razones, una de ellas es que sobresale por su riqueza cultural y natural. En él viven más de 7 millones de personas que hablan alguna lengua indígena, siendo un total de 68 lenguas indígenas con 364 variantes.
Las lenguas, afirmó, esconden maravillosos secretos, milenios de conocimientos y experiencias, filosofía digna de ser escuchada. Sin embargo, “por años, y gracias a fenómenos sociales y culturales que hemos arrastrado desde hace cinco siglos, estas lenguas se han visto como símbolo de retraso e ignorancia. Cada año, las lenguas indígenas se debilitan al punto de que para algunas de ellas la extinción ya es una realidad”.
Precisó que la pobreza en la que vivían y siguen viviendo millones de mexicanos, obligaron a que la gente dejara el lugar que los vio nacer y que abandonaran a sus familiares para buscar más oportunidades, lo que originó que “la cultura dominante obligó a aquellas personas a olvidar sus orígenes, tradiciones, lengua, y hablar español se volvió un recurso indispensable para sobrevivir”.
Con esa migración, relató, vino la discriminación y el rechazo de la sociedad. “Décadas ya han pasado desde la última generación a la que se le enseñó Otomí de manera natural en Ixtenco, Tlaxcala. Esfuerzos se han hecho, pero nunca es suficiente cuando luchas contra la forma de pensar de aquellos que no pueden diferenciar lo verdaderamente valioso, si es de igualdad de lo que hablamos”.
Subrayó que México no podrá entenderse si se rechazan a los que nos precedieron. México no puede avanzar si se ignora a aquellos cuya vida los puso en un lugar distinto al nuestro. ¡México no será México si no logramos combinar lo mejor de ambas culturas!
Foto:Cámara de Diputados