Miguel Córdova es un joven tabasqueño a quien el accidente le cambió la vida, pues, al ser una persona en situación de calle, dormía debajo de la zona donde se desplomó la Línea 12 del Metro el lunes pasado.
Como testigo de los hechos, Miguel fue entrevistado por un medio electrónico. Su forma de relatar los hechos y analizar la situación del Metro llamó la atención y conmovió al país, a tal grado que su comentario se hizo viral en redes sociales.
La noticia llegó a Tabasco, en especial al pueblo de Olcuatitán, en el municipio de Nacajuca, y causó una gran sorpresa entre la familia Córdova, pues desde hace seis años dieron por muerto al joven Miguel Ángel.
“Primero lo identificamos con verlo prácticamente, porque su rostro es reconocible, pero luego le identificamos su forma de hablar y todo. Cumplía con todos los datos (señas particulares). Después de que vimos el video le platiqué a mi mamá y se nos puso mal porque ella es diabética, hipertensa, tiene el colesterol alto y padece de muchas enfermedades”, explicó Ausencio, su hermano.
Miguel cursó la secundaria en la escuela Emiliano Zapata, ubicada en Guatacalca, y poco después ingresó al seminario
“Mi hermano salió de de este poblado (Olcuatitán), de nuestra casa, a la edad de 15 años. Él se fue a un seminario donde estuvo hasta 2015 y, cuando regresó, dijo que ya no iba a seguir ahí”, recordó Ausencio.
Dos días después de este anuncio, Miguel Ángel dijo que tenía que viajar a la Ciudad de México para arreglar un asunto para el cual la familia juntó dinero para pagarle el pasaje para que se trasladara a la capital del país. Uno o dos días después de que se fue, recibieron una llamada en la que se les informó que nunca llegó al sitio al que tendría que haber arribado.
La familia levantó la denuncia número 900/2015 por desaparición.
“Quince días después de buscarlo, la Fiscalía nos notificó que se había encontrado un cuerpo con todas las características (que tenía mi hermano). Nos pidieron que lo fuéramos a identificar.
“Nosotros lo vimos y parte del cuerpo estaba ya en estado de descomposición. Lo que nos dijo el forense es que la fecha de muerte y todos los detalles coincidían con la fecha de su desaparición y que llevaba aproximadamente 14 días de muerto”, dijo Ausencio para Grupo Imagen.
Los familiares lo reconocieron como suyo y el cuerpo, que presuntamente correspondía al hermano mayor de la casa, se les entregó para que lo sepultaran
“Nosotros desde ese momento lo velamos, le dimos la cristiana sepultura como se acostumbra. Le hicimos sus rezos, le hicimos todo… y, pues, para nosotros ya está muerto, pues.
“Mi papá murió creyendo que él estaba muerto, mi mamá también creyó que estaba muerto y cuál es la sorpresa ahora que resulta que está vivo”, reflexionó Ausencio.
Tras otra entrevista que dio Miguel Ángel al mismo medio que viralizó su experiencia del lunes pasado, sus familiares saben que no quiere regresar a Tabasco, pero piden poder hablar una vez más con él.
“Quisiéramos que por lo menos hable con mi madre y prácticamente con nosotros. Yo sé que no quiere saber nada, pero no hay problemas, pero por lo menos que le dé una explicación a mi madre”, suplicó Ausencio.
Su tío, Óscar Córdova, pidió hablar con él personalmente y conocer la razón o el motivo que lo orilló a publicar que su familia no lo quería.
“A toda mi familia, a mis sobrinos, yo los quiero por parejo y ellos saben cómo quiero a mis sobrinos”, expresó Óscar.
Miguel es el mayor de siete hermanos, tres hombres y cuatro mujeres, quienes también están intrigados por saber las razones por las cuales él no quiere regresar a Tabasco.
Cambió de vagón; se salvó
Erik Bravo pudo haber sido uno de los fallecidos el lunes pasado, pero se salvó.
El asesor financiero, de 34 años, viajaba con unos amigos en el vagón que se desplomó, sin embargo, cuando ellos se bajaron él decidió cambiar de vagón hacia uno que estuviera más cerca de las escaleras.
Tras avanzar, se puso los audífonos para escuchar música y de pronto, cuando el tren comenzó a entrar en la estación Olivos, sintió como si algo jalara el Metro, escuchó un estruendo y el vagón comenzó a llenarse de humo.
En cuestión de segundos un joven empezó a gritarle a la gente que se lanzara al piso. Todo era confusión.
El vagón en el que viajaba Erick logró entrar a la estación, pero no podía salir de él. Policías le indicaron que fuera a la parte trasera, pues la puerta estaba abierta.
“Cerca de donde el Metro se había roto había dos personas en el piso, una inconsciente, y se escuchaba a una niña llorando”, recordó.
Erik salió de la terminal y no quiso quedarse a ver exactamente qué había sucedido. “Yo no sé nada de primeros auxilios… no sé si me estoy poniendo en peligro al quedarme aquí”, pensó y se fue.
Tres días después, Erick repite que fue muy afortunado de salir vivo.
Excelsior