La conducta de Donald Trump es ciertamente especial y punzante, pero de acuerdo a un grupo de al menos 350 expertos en salud mental, la condición del presidente de EEUU sería mucho más severa.
En una carta enviada al Comité Judicial de la Cámara de Representantes, esos expertos les piden a los legisladores que consideren que el estado mental de Trump se está volviendo “peligroso” a causa del proceso de destitución que se le sigue en el Congreso, el llamado impeachment, que está ya entrando a una fase álgida de formulación de cargos formales.
La fragilidad de su ego, sus reacciones de ira narcisista, la proyección de sus debilidades como ataques contra otros y la toma de decisiones carentes de empatía, cuidado y hasta racionalidad son algunos de los peligros que los expertos detectan en Trump y de los que han alertado a los legisladores, pues suponen que esas conductas peligrosas del presidente podrían agravarse ante la presión del proceso de destitución en su contra.
Y comentan que las ácidas calificaciones e insultos que Trump con frecuencia lanza contra sus opositores o críticos, en realidad serían la proyección de lo que él siente sobre sí mismo, un signo de su deteriorado estado mental.
En esa carta, parte de una iniciativa llamada ‘Caso peligroso’ (‘Dangerous case’) en la que expertos en salud mental alertan sobre los riesgos a la seguridad nacional, la geopolítica, la sociedad y la cultura de la “peligrosidad psicológica” del mandatario estadounidense, los especialistas afirman que “somos psiquiatras, psicólogos y otros profesionales de salud mental de EEUU que nos hemos reunido en este momento crítico de la historia de nuestra nación… Creemos que hay importantes asuntos de salud mental que deben ser entendidos y atendidos en relación al presidente, quien a nuestro juicio supone peligros únicos para el país y el mundo”.
Algunos afirmarán que se trata de ataques interesados o políticamente cargados contra el presidente, y que Trump no solo no padece tales patologías sino que ha conducido sus políticas y tomado sus decisiones con bases firmes, todo con su peculiar estilo ofensivo y cáustico y una ideología específicas.
Pero los expertos afirman que su preocupación va más allá de la política y los partidos y que se han guiado estrictamente por los lineamientos éticos de la Asociación Estadounidense de Psiquiatras a fin de “servir a la sociedad asesorando y consultando con las ramas ejecutiva, legislativa y judicial del gobierno”.
De acuerdo a los expertos, del reporte de Robert Mueller sobre la investigación de la injerencia rusa en las elecciones de 2016 y la obstrucción de la justicia al respecto, concluyen que Trump “carece de la habilidad de tomar decisiones de modo racional”. Algo, que afirman, podría agravarse y ser de importancia sustantiva en el contexto del impeachment presidencial.
Plantean que en tanto avanza ese proceso, “Trump tiene un real potencial de volverse más peligroso, una amenaza a la seguridad de la nación”, dado que el presidente tiene control del arsenal nuclear estadounidense. Y señala que ese y otros riesgos pueden surgir del uso de un Trump, “alimentado por la ira, de la autoridad ejecutiva absoluta que asume tener y por los leales que le sirven”.
Del análisis de sus comentarios públicos y comunicaciones, los expertos dicen que Trump “tiene un sentido de valor enteramente dependiente de la admiración de otros, por ejemplo en los mítines con su base de seguidores. Sin esa afirmación externa, el presidente Trump ha revelado que él se siente… como un perdedor, una fracaso, débil, tonto, gordo, feo, falso, ‘torcido’. Sabemos esto porque estas imágenes de autodegradación de sí mismo el presidente Trump las proyecta a otros, a quienes transforma en enemigos, y lo compensa al conscientemente crearse una imagen grandiosa de sí mismo, de ser único, un genio estable que merece trato especial y es mejor que cualquier otra persona”.
Y advierten que la causa de que Trump sea “tan peligroso es la fragilidad de su sentido de valor. La menor crítica la experimenta como una humillación y degradación. Para enfrentar el resultante sentimiento de vacío reacciona con lo que se ha referido como ira narcisista. Es incapaz de asumir responsabilidad de ningún error o fallo”.
Y, en consecuencia, de acuerdo a esos profesionales de salud mental, Trump reacciona “acusando a otros y atacando a quien percibe ser la fuente de esa humillación. Esos ataques de ira narcisista pueden ser brutales y destructivos”.
Ese planteamiento partió de un libro ya publicado ‘El peligroso caso de Donald Trump: 37 psiquiatras y expertos en salud mental valoran al presidente’ (‘The Dangerous Case of Donald Trump: 37 Psychiatrists and Mental Health Experts Assess a President’), que suscitó que miles de profesionales, se afirma, se unieran en la llamada Coalición Mundial de Salud Mental.
Los expertos advierten que no se trata de imaginaciones o hipótesis si no que ya se han dado casos de la peligrosidad de esa conducta de Trump. “Un ejemplo rudo pero no inusual de su falta de cuidado y empatía es su política de separar menores de sus padres en la frontera sur. Adicionalmente, tomó la descuidada decisión de permitir un ataque contra nuestros aliados kurdos, a contracorriente de todo consejo, a poco de que se anunció las investigaciones de su impeachment. Estos eventos están estrechamente relacionados y revelan su extrema incapacidad de tolerar todo reto en su contra”.
El impeachment, señalan esos expertos, es el rechazo mayúsculo hacia un presidente al que “Trump ha temido intensamente”, al menos desde que fue nombrado el fiscal especial Mueller. Y por ello llaman a los congresistas a tener en consideración los aspectos psicológicos de ello, porque no entenderlos o pasarlos por alto “podría conducir a resultados catastróficos”.
Por ello, los expertos concluyen implorando que “el Congreso tome estos signos de peligro en serio para restringir sus impulsos destructivos” y se dijeron disponibles para ofrecer mayor asesoría y para educar al público al respecto.
También han realizado diversos eventos en los que han planteado sus inquietudes y alertado sobre la “peligrosidad” del estado mental del presidente Trump.
Posición controversial
Se ha criticado, como se reporta en The Washington Examiner, que los especialistas emitan valoraciones o diagnósticos de personas a las que no han examinado directamente, y eso lo reconocen incluso los que han participado en la citada carta de alerta.
La doctora Brandy Lee, psiquiatra de la Escuela de Medicina de Yale, señaló que sus descripciones de la “peligrosidad” de Trump no deben ser interpretadas como un diagnóstico, pero que ellos hallan suficientes elementos para hacer esas consideraciones a partir de las comunicaciones y conductas públicas de Trump.
“Es poco lo que un examen personal añadirá a ello”, dijo Lee. Y planteó que no pretenden indicar al Congreso cómo proceder: “eso le corresponde a los políticos… Pero nuestra valoración médica es que esos peligros deben ser retirados de alguna manera”, dijo Lee al Examiner.
Peligros que, a su juicio, pueden tener repercusiones duraderas. Lee comentó a The Independent, por ejemplo, que la continua referencia y defensa de teorías conspirativas por parte de Trump es un peligro a la salud pública porque puede conducir a “psicosis a escala nacional”.
Y Lee advierte que la conducta de Trump, en su opinión, es “el patrón de una enfermedad que podría parecer como una ideología política u otro estilo político para la gente común que no está familiarizada con esa patología”.
Los que defienden a Trump diciendo que él solamente tiene un “estilo” son “simplemente ignorantes del área de la psicología que tiene que ver con ello”, indicó el doctor John Zinner, de la Universidad de Washington, y otro de los impulsores de la citada alerta.
¿Está, entonces, Trump afectado de un narcicismo maligno? Como se comentó meses atrás en Psychology Today, hay expertos que creen que sí y otros que no, y muchos afirman que no pueden responderlo porque no han entrevistado al presidente.
Pero lo que, se indica, resulta evidente es que la personalidad de Trump es altamente conflictiva y por ello altamente preocupante, aunque no se trate de un diagnóstico de salud mental.
Sea como sea, y sufra Trump o no una patología psiquiátrica, lo cierto es que sus acciones, conductas, decisiones y dichos han causado con frecuencia desasosiego y estragos, y concitan tanto severas críticas e impugnaciones como también apoyos incondicionales.
Y, como se comenta en Psychology Today, el mero hecho de tener una personalidad altamente conflictiva puede provocar tendencias autoritarias y deseos de control y dominación que son incompatibles con las instituciones democráticas y republicanas. Esas tendencias son, al margen de lo psiquiátrico o psicológico, preocupantes en sí mismas. Y, en el caso de Trump y su proceso de impeachment, las conductas y acciones del presidente ciertamente han motivado ya tanto la acción de unos para acusarlo y buscar su destitución como la de otros para defenderlo a toda costa y descalificar al otro bando.
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