Se podrían llenar muchísimos anaqueles con los libros que se han escrito en torno a la figura de la madre y al ejercicio de la maternidad. Hay una galería amplia y compleja de personajes femeninos que, por lo menos en la tradición occidental de la literatura, han sido retratados
Si se lanza la mirada hacia la antigüedad griega, destacan personajes de la mitología que fueron representados en la tragedia. Uno de estos casos es “Yocasta”, la reina de Tebas y madre de “Edipo”, en Edipo Rey, también conocido como Edipo Tirano, de Sófocles (496-406 a. C.); sin saberlo, ella se casa con su hijo y ambos tienen dos vástagos.
El personaje más impresionante de los que retratan la maternidad en la tragedia griega es sin duda “Medea”, el personaje que recupera Eurípides (480-406 a. C.) en la obra del mismo nombre. Ella se deja llevar por el despecho luego del abandono de su amante “Jason” y mata a sus propios hijos, comentó el crítico literario Geney Beltrán Félix.
El también escritor, traductor, ensayista y catedrático mexicano señaló, en entrevista con Notimex, que esta representación de la madre asesina de su propia progenie es, sin duda, “una manifestación de una pulsión mítica donde destaca el surgimiento de la violencia que niega el amor”.
Por otro lado, “Hécuba”, esposa de «Príamo», rey de Troya durante la mítica Guerra de Troya, y madre de una numerosa descendencia. A partir de la caída de su ciudad fue esclavizada y es retratada en un obra por Eurípides, donde ella descubre la muerte de uno de sus hijos y eso la lleva a buscar la venganza; la galería es amplia, anotó Beltrán Félix.
Haciendo un salto en el tiempo y en el espacio, el entrevistado recordó personajes del siglo XIX europeo. “Aquí vemos una mayor variedad en la representación de los personajes femeninos que son madres. Uno podría comenzar mencionando a ‘La señora Elizabeth Benett’ de la escritora inglesa Jane Austen (1775-1817), personaje de su novela Orgullo y prejuicio, publicada originalmente en 1813”, destalló el especialista en letras.
Aquí, la madre de cinco hijas busca por cualquier medio darles marido debido a que se enfrentarán a una situación económica muy adversa a partir de que su esposo y padre de sus hijas llegue a fallecer.
“La autora toma un tema muy importante para la sociedad de esa época desde la perspectiva de lo que es exigir a las mujeres, a quienes se confinaba a las labores del hogar y a la crianza de los hijos; la obra tiene humor y un dejo satírico”.
Otro caso es el de las mujeres casadas, quienes al lanzarse al adulterio renuncian al cuidado de los hijos. “Habría que empezar por Madame Bovary, novela ambientada en Francia y publicada en 1857 por su autor Gustave Flaubert (1821-1880).
«‘Emma Bovary’, la protagonista, es alguien quien desde el nacimiento de su hija ‘Bertha’ toma una actitud de distancia y fría, frente a la expectativa de entrega y cariño que la sociedad tiende a exigir sobre el ejercicio de la maternidad”.
Otro gran personaje con esas características es Ana Karenina, protagonista de la novela del mismo nombre del escritor ruso Lev Tolstói (1828-1910). “El final de ambas, ‘Emma Bovary’ y ‘Ana Karenina’ es trágico. Adentrándonos en el Siglo XX, añadió el especialista, “tenemos un panorama más amplio relacionado con las letras y la maternidad”.
Existe, anotó, una amplia variedad de matices debidos a la mayor presencia de voces de escritoras que abordan el tema, ya sea desde lo que significa ejercer la maternidad, o ser hija y su relación con la madre. “En la primera parte del siglo XX se puede mencionar la representación de la madre como una figura entregada, abnegada e incluso con una connotación política en la lucha revolucionaria en Rusia, como La Madre”.
Geney Beltrán añadió que esa famosa novela del autor ruso Máximo Gorki (1868-1936), y en ese espectro citó también a dos dramaturgos, el español Federico García Lorca (1898-1936) con “La casa de Bernarda Alba”, publicada en 1947. El personaje que toma el nombre de la obra es autoritario, impositivo y guiado por una moral religiosa asfixiante, quien decide el encierro y la represión para sus hijas.
El otro dramaturgo es el alemán Bertolt Brecht (1898-1956), quien publicó en 1963 Madre Coraje y sus hijos, cuyo personaje protagonista se relaciona con una ocupación sobre el tema de la guerra y las transformaciones de los desafíos que a la moral presenta la circunstancia extrema de la guerra. “Madre Coraje” es un personaje guiado por la codicia quien termina sacrificando a sus hijos.
Un personaje icónico de la literatura hispanoamericana, es la gran matriarca de la familia “Buendía” en Cien años de soledad, novela publicada en 1967 por el colombiano Gabriel García Márquez (1927-2014).
“Es un personaje que recorre buena parte de esa obra y es la representación prácticamente imbatible de la madre como una mujer de carácter fuerte, pero también permanentemente atada a las tareas del hogar y la crianza”.
En el contexto mexicano, Beltrán Félix consideró el abordaje de la maternidad y de la relación madre-hija que distintas autoras importantes han presentado. Recordó a la artista duranguense Nellie Campobello (1900-1986), quien también se dedicó a la danza, quien en 1931 publicó Cartucho: Relatos de la lucha en el Norte de México.
En esos cuentos, la presencia como personaje secundario está la madre de la niña que observa los acontecimientos de la Revolución Villista en una calle de Parral, Chihuahua. En “las manos de mamá”, Campobello esboza una situación muy dramática, que ocurre a una joven madre, que casi la lleva a perder la custodia de sus hijos. “La obra es una vocación emotiva de una maternidad ejercida en el torbellino de la Revolución Mexicana”.
Otras autoras mexicanas que han abordado la representación de la maternidad, agregó, son Elena Garro, Inés Arredondo, Elena Poniatowska y Esther Seligson. “La primera de ellas escribió la representación de la relación madre-hija en la colección de cuentos Andamos huyendo Lola donde ambas deben dejar su país y viven precariedad y hambre en Estados Unidos.
De Elena Garro también existe una novela corta poco conocida que se llama Un traje rojo para un duelo, publicada en 1996, donde la hija adolescente presenta una visión crítica de cómo su madre, a partir de separarse de su esposo tiene una relación muy difícil sobre todo con el asunto de la supervivencia económica.
“Arredondo es una cuentista excepcional. De ella tenemos el cuento que toca un tema tabú, el incesto y la atracción que una joven madre puede sentir por un hijo, en ‘Estío”, que forma parte de su primera compilación de relatos breves.
Poniatowska tiene una galería muy amplia de personajes femeninos, como el de ‘La casita de sololoi’, madre saturada, asfixiada por las labores y el cuidado de los hijos en un matrimonio insatisfactorio donde no cuenta con el apoyo de su esposo.
Geney Beltrán cerró su repaso por las autoras mexicanas con Esther Seligson, quien tiene una serie de relatos donde aparece el tema de la madre. Mencionó su libro de memorias “Todo aquí es polvo”, en el que dedica un extenso capítulo a la figura de su propia madre.