El realizador Manolo Caro, mayormente conocido como director de cine por sus películas No sé si cortarme las venas o dejármelas largas y Amor de mis amores, regresa al teatro con Straight, escrita por Scott Elmegreen y Drew Fornarola, con la cual busca abrir el debate en torno a la identidad sexual y la forma en que se le esquiva a partir de las reacciones, opiniones e ideologías de los otros.
“Siempre va a existir la disputa entre lo que necesitas y lo que la presión social exige, cuando te enamoras debe haber un balance en los dos rubros para que esa relación sea exitosa (…) A veces la hormona gana a la neurona y ese es un gran éxito de la naturaleza; pero a veces también, cuando la neurona gana a la hormona, es un gran éxito de la persona, depende de los principios y de la concepción de la felicidad”, expresó el realizador en conferencia de prensa, en la que estuvo acompañado de su elenco.
La puesta en escena aborda la historia de Dan, un chico banquero que tiene una novia llamada Elsa. Dan conoce a Andrés a través de una aplicación y empieza a tener una relación con él. Dan se ve envuelto en una encrucijada moral y no sabe por quién decidirse. La obra pone en manifiesto los convencionalismos sociales con los cuales nos conducimos en la actualidad, olvidando que lo esencial son los sentimientos. Es una historia de amor con toques de humor.
Es una comedia que pone el dedo en la llaga sobre un tema que en pleno siglo XXI sigue haciendo mella en más de una sociedad: “Es muy fácil hablar de lo que le pasa al otro, ya sea al amigo, al conocido, a la pareja de enfrente, pero cuando es una situación más cercana como un familiar, a un hijo o tu pareja, es cuando se vuelve un dilema real y ahí es cuando se debe enfrentar sin prejuicios”, expresó Zuria Vega, actriz con quien trabajó en No sé si cortarme las venas o dejármelas largas.
“Vivimos en un constante tren de decir de las cosas que cada persona haría o no haría, sin siquiera haberse encontrado en alguna situación, y que, probablemente cuando sí nos encontremos ahí reaccionaríamos totalmente distinto. Creo que esta obra a todos nos ha puesto a pensar antes de reaccionar y esperamos que al público le provoque lo mismo”, añadió la actriz.
Con esta puesta en escena el director busca abrir el debate en torno a la tolerancia hacia las preferencias homosexuales o la homofobia que se ha manifestado, incluso, desde sus redes sociales: “Hemos visto comentarios como de que es para maricones, que nos hacen preguntarnos realmente quién es el maricón”, comentó Manolo Caro.
“Sobre la tolerancia me gustaría pensar que a veces vamos hacia adelante pero otras me queda claro que no es así. Nos encontramos noticias palpables en los periódicos que nos dicen que quizás todo vaya hacia atrás y eso me parece alarmante. Darnos cuenta que hay casos como éstos en historias, pero más preocupante que hay gobiernos que incitan y apoyan la intolerancia me parece lamentable, por eso es importante para nosotros alzar la voz y ponerlo sobre la mesa”, agregó.
Sobre el desafío de esta obra en cuanto al manejo del morbo al que se pudiera prestar, “tiene que ver con la raíz del proyecto, con el no dejarse prestar al morbo y al vender boletos de manera fácil, por eso lo quisimos hacer de una forma elegante e íntegra, donde nosotros nos sintamos cómodos, y eso en este momento de mi carrera es lo que le puedo imprimir a los proyectos en los que estoy (…) la incomodidad la abordo desde un lugar positivo”, explicó el realizador.
Por su parte, Erik Elías comentó que tiene clara la reflexión que quiere dar con este trabajo, “lo interesante es aceptar al de al lado como sea, no sólo en las generaciones, sino en las ubicaciones. Yo soy de Guadalajara y he visto cómo la gente de provincia piensa totalmente distinto. Es una cuestión también cultural, de lo que viene de mi familia, de lo que me inculcaron, muchas cosas y prejuicios”, aseveró.
Finalmente, su compañero Alejandro Speitzer, de 22 años, añadió: “No es sólo algo generacional, no todos van de la mano con la aceptación del otro; tengo amigos y conocidos de mi edad que pareciera que viven hace 20 años y dicen cosas que uno no entiende (…) Me pregunto cuánto más van a pasar para que nos toleremos y entendamos, para empezar a pedir tolerancia, ya me suena absurdo”, finalizó.