Miles de estudiantes participaron en la #MegaMarchaUniversitaria

Alrededor de 150 mil estudiantes de Puebla y otros estados, salieron a las calles del Centro Histórico para exigir justicia en torno a los casos de asesinato a compañeras y compañeros.

La cosmología poblana ve diversificados los presagios en torno a la actividad volcánica. Cuando Don Goyo espabila, algo nos quiere decir. Eran las 06:30 de la madrugada cuando el volcán dijo “presente” con una enérgica exhalación. A sus faldas, a varias decenas de kilómetros de distancia, algo se entramaba entre la población telúrica de este país: las y los jóvenes.

Quince minutos más tarde, la Comunidad Ibero Puebla se reunió en un punto específico entre Avenida Juárez y 23 Poniente. A su derecha, Anáhuac hacía lo propio; a la izquierda, Universidad Madero. Se contabilizaban cerca de doscientos estudiantes vestidos de negro y con distintivos de la Universidad Jesuita. Se miran unos a otros y reconocían a sus camaradas de lucha.

Cada una de las más de 30 universidades asistentes conformó un comité logístico para lograr sincronía en temas básicos: comunicación, seguridad y primeros auxilios. En el caso de nuestra Casa de Estudios, fueron las y los estudiantes quienes dieron la pauta. A las autoridades presentes, Rector incluido, les tocó escuchar y acompañar en la retaguardia.

En poco menos de 72 horas, el sistema de brigadas estudiantiles nació y se consolidó. Desde las 07:10 de la mañana, el contingente Ibero Puebla avanzó de forma intermitente. Las gargantas entraron en calor para elevar la primera consigna: “La sangre que derramaste la pagarás”. Ya eran más de 300 chicos y chicas.


Foto: Es Imagen / José Castañares

Las pancartas se elevaron. Las consignas reverberaron de adelante hacia atrás y de regreso: la interacción mimética en las concentraciones masivas vuelve a todas y todos cómplices de una causa común. Ocho en punto y el sol, de entre los edificios, se unió a la protesta. De a poco, se cruzó hacia la Zona de Monumentos de Avenida Juárez: la historia se escribe en días como este.

El reloj indicaba las 09:45 horas y las y los primeros compañeros toman el Zócalo. Ibero Puebla, en el último tercio de la multitud, llegó de a poco a Paseo Bravo para ser recibida por el apoyo y solidaridad de los civiles. A lo lejos, estudiantes de preparatoria se asomaron por el balcón de su colegio aplaudiendo y alentando. Ojalá ellas y ellos nunca tengan que marchar por esto.

Hasta antes de llegar a Reforma, el contingente se encontraba delimitado por un listón blanco con triángulos rojos para evitar infiltraciones. Después de eso, en la curva, entropía: como en competencia de atletismo, se corría a toda velocidad de manera intermitente para alcanzar a los de enfrente. El cordón se rompió, pero se tomaron de las manos. ¿Qué es la vida sino un caos contenido?

El mejor flujo de la marcha llegó en vísperas de la primera apoteosis. La acústica propició que las consignas se amplificaran y envolvieran a toda persona que buscase refugio en sus propios pensamientos. “¿Dónde están nuestros derechos? ¡No los veo en ninguna parte!” Si las paredes hablaran… se quedarían mudas.

Se llegó al Zócalo a las 10:20 de la mañana. Durante una escala a la altura de la Facultad de Filosofía y Letras de la BUAP, así como el Templo Expiatorio de la Compañía de Jesús, se dio un intercambio de consignas entre sus estudiantes y los nuestros. Canciones como Gimme The Power y Cielito Lindo sonaron a lo alto en el primer gran respiro de la marcha. “Porque luchando se alegran, cielito lindo, los corazones”, cantaron.

La información fluyó de boca en boca y se comunicó que un grupo de estudiantes habían sido recibidos por el Lic. Miguel Barbosa Huerta en Casa Aguayo, tal como se había pactado. “No somos uno, no somos diez, señor gobernador: ¡cuéntenos bien!” Era momento de hacerse sentir.

El arribo a la iglesia de San Francisco dio una perspectiva periférica más adecuada. Colectivos iban y venían en un auténtico océano de escolares exigiendo sus derechos. Para las 12:40 horas, la Universidad Jesuita decía “presente” de manera oficial al ser recibida en la 14 Oriente por un pasillo de estudiantes de Medicina. Las y los jóvenes tomaron los barrios viejos.

En lo que se convertiría en el cúlmine de la #MegamarchaUniversitaria, la energía de miles de universitarios y universitarias se consumó en cánticos, bromas, saltos y múltiples consignas. A la espera del siguiente movimiento, la IBERO Puebla adoptó su lugar en la avenida bajo el cobijo de un mural con dos mujeres sosteniendo un objeto luminoso. “¡Justicia, justicia!”, gritó la ciudad al unísono.


Foto: Es Imagen / José Castañares

marzo 5, 2020 - 4:45 pm

Por: Jaime Torreblanca

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