CIUDAD DE MÉXICO. Maya y “Tláloc” se van a Japón. “Estoy muy feliz”, expresó la pequeña de 11 años a Excélsior Digital, pues con esa deidad mexica de la lluvia como protagonista de su pintura El agua es vida ganó el XXV Concurso Internacional de Pintura Infantil MOA, Luis Nishizawa. Ahora su obra artística será expuesta en el país de Suijin, dios del agua para el sintoísmo.
Maya Martínez Vázquez es una niña que vive en un ejido de Monterrey, Nuevo León, por lo que ha podido estar en contacto con la naturaleza y tener una visión distinta sobre el mundo y sus colores, ya que gustaba de tomar piedritas y transformarlas en sus coloridos lienzos.
Creativa y curiosa, son dos cualidades de esta pequeña artista. Una tarde, ella y su papá investigaban sobre el medio ambiente. Así, Felipe Martínez, amante de la historia de México, le mostró y le platicó sobre Tláloc. Quedó maravillada.
“Su papá es amante de la historia de México y yo fui maestra de historia 20 años, entonces la cuestión de la historia de la fomentamos mucho. La cuestión histórica es algo en lo que los dos somos muy apasionados. Ella comenzó a enamorarse del personaje y es así que sale la temática de Tláloc”, comentó Laura Vázquez, madre de Maya.
A partir de ese momento supo que Tláloc sería su inspiración para una obra de arte que titularía El agua es vida y con la cual participaría en el concurso internacional de pintura que su mamá le dijo que su escuela Sierra Madre Institute, convocaba a los alumnos a participar a través de la Fundación Unidos por el Arte contra el Cáncer Infantil (UNAC).
Cabe destacar que este concurso de pintura infantil convoca anualmente a más de medio millón de concursantes de América, Asia, Europa Oceanía y África, con el obejtivo de estimular la creatividad de los menores promoviendo la expresión de sus ideas, sentimientos y emociones mediante el arte.
“En mi casa, en todas partes hay una pintura de Maya, entonces estoy muy orgullosa de ella, porque es una niña que ha ignorado sus debilidades y ha hecho de sus fortalezas algo muy fuerte”, dijo tras explicar que Maya pasó ciertas dificultades debido a problemas que tuvo con la lectura y la escritura.
Ahora Maya está feliz por su logro, por su pintura de Tláloc, por su arte, lo mismo que su mamá, quien llamó a todos los padres de familia a respaldar y apoyar a niñas y niños durante estos difíciles tiempos que se viven por la pandemia por Covid-19.
Yo invito a que los padres de familia a que le pongamos un curita al corazón de nuestros hijos para que sigan creyendo en sí mismos”, dijo.
UN ORGULLO PARA MÉXICO Y LA PINTURA MEXICANA
Maya y su pintura El agua es vida compitieron contra cerca de medio millón de niños de todo el mundo en el Concurso Internacional de Pintura Infantil que cada año, desde 1988, organiza el Museo de Arte (MOA, por sus siglas en inglés) de Atami, Japón.
La fundadora de la Fundación UNAC, Florencia Infante de Garza, dijo a Excélsior Digital que el logro de Maya es un orgullo para México y que su pintura “es una obra que en la sola mirada indica lo que está pidiendo México, lo que da México y lo que hace México: da vida a quien inicia la vida”.
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Destacó que esta pintura ganadora del Premio Luis Nizhizawa es una con características plásticas importantes y que además, con Tláloc como centro de ésta, lleva a la reflexión sobre la naturaleza y la vida misma, tal como indica su nombre.
Muestra de manera determinante la ternura, entrega, capacidad y belleza estética que puede producir cualquier pintor de lo que es México como concepción de un país que tiene una particular belleza”, dijo.
Infante de Garza resaltó también la labor que Maya ha hecho en favor de niñas y niños de la UNAC para apoyarlos durante sus procesos de tratamientos contra el cáncer infantil, enfermedad que en México es la primera causa de muerte en menores de entre 5 y 14 años de edad y que cada año causa la pérdida de 2 mil vidas de acuerdo con el Centro Nacional para la Salud de la Infancia y Adolescencia (Censia).
Sostuvo que esta unión entre México y Japón lo más importante es la llamada de niñas y niños de lo que el arte es integral, es bondad y es un espacio de encuentro de menores para menores.
“Es la voz que tenemos que oír y es la que nos da a los adultos una lección extraordinaria de compartir el sueño, la ensoñación, imaginación, creatividad, estética con relación a lo que piden para que nos juntemos en torno a lo que significa la filantropía, en la que se han vinculado a sacar adelante a quien tiene dificultades.
La pintura, el arte, hace que la reflexión del niño sea una en donde la misma belleza hace que se olvide del dolor, porque es una dicotomía entre la expectativa grata que tiene de estar creando, frente al sentimiento de dolor que le genera el mismo tratamiento. La pintura ha sido un baluarte indiscutible para los niños que tienen cáncer”, expresó Infante de Garza.
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