Derivado de la degradación de la calificación crediticia soberana de México las empresas y hogares tendrán un impacto importante en las tasas de interés, un alza de la deuda externa y una mayor tasa de inflación, expuso Francisco García en el webinar titulado “Efectos de los cambios en la calificación crediticia de la deuda soberana de México”, efectuado por la Universidad de las Américas Puebla.
Durante marzo y abril de este año las tres agencias calificadoras más importantes del mundo: Moody’s, Fitch y S&P hicieron un cambio negativo a la calificación crediticia de México, un hecho histórico porque en los últimos 20 años se había mejorado y establecido desde 2013 hasta la fecha, aseguró María Teresa Cardoso, catedrática del Departamento de Actuaría, Física y Matemáticas de la UDLAP, quien explicó las razones.
“A Moody’s le preocupa que los prospectos de crecimiento para México en el mediano plazo han cambiado, también va a haber una disminución de inversión del sector privado por algunas decisiones políticas que se han dado”, agregó.
Entretanto, Fitch argumentó que debido a la pandemia prevé para México una recesión severa en 2020, un desempeño económico rezagado y como factor clave de riesgo los pasivos de Pemex. S&P lo hizo por el crecimiento económico por debajo de otras economías similares, dadas por la baja en precios del petróleo, la poca confianza del sector privado en el gobierno, la contracción en la economía de Estados Unidos y que PEMEX se pudiera convertir en un pasivo contingente para México.
La importancia de las notas y de quienes las presentan, expuso Cesar Vives, director general de Finanzas del Instituto para la Protección al Ahorro Bancario (IPAB), tiene un gran peso para los países, pues ha permitido que casos como México tenga acceso a financiamiento muy barato, tanto en el mercado local como el global, permite que se les transparente su salud financiera y/o se pueda sortear su inestabilidad en los mercados financieros. “Las agencias calificadoras se han vuelto un referente y han generado confianza entre los inversionistas, de tal forma que se cuenta con una base homogénea respecto de las calificaciones que ellos emiten”, explicó.
Si bien, el gobierno mexicano ya tenía previsto la degradación, incluso antes de la emergencia sanitaria debido a las acciones en materia de inversiones; la situación cada vez más adversa va haciendo complejo todo, estableció Francisco García, catedrático del Departamento de Actuaría, Física y Matemáticas de la UDLAP; así que los pronósticos de crecimiento no son alentadores.
La consecuencia inmediata es enfrentar mayores tasas de interés, se espera que el crecimiento del PIB sea del -10%, que la deuda del Gobierno Federal de 100 mil millones de dólares sufra una modificación del gasto de intereses de 2930 millones de dólares, que tendrán que salir del bolsillo del contribuyente, hacer una recomposición de su gasto para proyectos o refinanciar la deuda.
“Derivada de esta desaceleración diversas empresas y hogares han experimentado disminuciones en sus ingresos, entonces se ha impactado la oferta y demanda, por la demanda los problemas de empleo, por el lado de oferta aquellas empresas en sectores que se han visto muy afectados por la pandemia”, añadió.