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Desde hace casi cinco años de la desaparición de José Martín Jiménez, no hay señales de él ni de las fichas de búsqueda de las personas desaparecidas en San Salvador Chachapa, junta auxiliar del municipio de Amozoc, en donde tampoco hay rastro de su ficha de búsqueda con su fotografía en la iglesia, en el zócalo, ni en la presidencia auxiliar. Apenas quedaron las marcas de la cinta adhesiva de algunos de los carteles.
El 22 de noviembre del 2018, Minerva González «Minita», como le dicen de cariño, una mujer adulta mayor, le dio la bendición a su hijo José a sus 50 años de edad, salió de su cuarto a comprar algunas cosas para trabajar porque era comerciante y nunca volvió a saber de él.
«Minita» a sus 81 años es una víctima indirecta de la desaparición, ha quedado sola en su hogar y ha decidido no mudarse de su casa por si un día José regresa. A pesar de sus problemas de movilidad, ella sale a buscar a su hijo en las noches en su anhelo de encontrarle, le escribe cartas y coloca la biblia sobre la mesa, arriba de su cabeza y lo persigna.
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