Los Ángeles, 6 Nov (Infobae).- Michael J. Fox reveló el doloroso revés que lo llevó al “momento más oscuro” de su vida. En una entrevista con People para el artículo de portada, el protagonista de “Volver al Futuro”, que hizo público su diagnóstico de Parkinson en 1998, contó sobre el contratiempo en su salud que lo llevó a cuestionar su optimismo y cómo recuperó las ganas de vivir.
En 2018, un tumor no canceroso en la columna de Fox crecía rápidamente y le causaba un dolor horrible en todo el cuerpo. “Iba camino a una parálisis si no me operan inmediatamente”, declaró Fox, de 59 años, a la citada publicación. Sin embargo, la cirugía para extirparlo era arriesgada. El tumor “estaba contrayendo la médula [espinal], por lo que tenían que tener mucho cuidado al extirparlo para que no hicieran más daño”, explicó el intérprete.
Afortunadamente, la operación fue exitosa y Fox inició un duro proceso de cuatro meses en el que tuvo que aprender a caminar nuevamente. Pensando que lo peor había quedado atrás, se fue de vacaciones con su familia y regresó solo a su apartamento en la ciudad de Nueva York para poder filmar un cameo en una película de Spike Lee al día siguiente.
Pero en la mañana del rodaje, Fox se cayó en la cocina y se quebró el brazo. “Definitivamente ese fue el momento más oscuro de mi vida”, admitió la estrella de Hollywood, quien detalla dicho suceso en su nuevo libro, No Time Like the Future, que sale a la venta el 17 de noviembre. Allí, el actor canadiense cuenta cómo convive con el Parkinson, enfermedad que padece desde 1991 y con la que lucha hace casi 30 años.
«Estaba apoyado en la pared de la cocina esperando la ambulancia, y sentí que había llegado al punto más bajo, me empecé a cuestionar todo, y me dije a mí mismo que ya no podía afrontar las cosas con optimismo, que no había un lado positivo, que era todo negativo, que todo era solo pesar y dolor’”, recordó el intérprete, que tenía 29 años cuando recibió la noticia de su enfermedad.
De repente, Fox fue terriblemente incapaz de pensar con optimismo, una actitud que lo había animado durante mucho tiempo. Incluso temió no estar calificado para ofrecer esperanza a otros que pasan por lo mismo que él. “Entre el Parkinson, mi espalda, mi brazo… sé que no se compara con lo que vive mucha gente, pero no sabía cómo hacer para inspirar a otros a mirar el futuro de manera luminosa. No sabía cómo decirles: ‘Las cosas van a estar bien’”, manifestó.
Su desafío de aprender a caminar de nuevo y una caída devastadora casi lo hizo abandonar su optimismo. Por suerte, en los meses que le llevó la recuperación, el actor cambió la perspectiva y se reencontró de nuevo con la felicidad. “Ese optimismo regresó cuando empecé a agradecer, y también a aceptar lo que me sucedió. Además, comencé a mirar el futuro y a disfrutar de las cosas que tengo, y sentí que podía seguir adelante”.
En su libro, el actor comparte con los lectores una de sus grandes lecciones: “Uno aprende muy rápido lo que puede controlar y lo que no. La única respuesta es aceptarlo. Éstos son los principios que practico todos los días: la aceptación y la gratitud”.
“El optimismo está realmente arraigado en la gratitud”, dijo. “El optimismo es sostenible cuando uno vuelve a la gratitud, y lo que sigue es la aceptación. Aceptar que esto ha sucedido. No significa que no puedas esforzarte para cambiar. No significa que tengas que aceptarlo como un castigo o una penitencia, simplemente ponlo en el lugar que le corresponde y luego podrás seguir adelante”.
El actor también confesó que la enfermedad le ha pasado factura. “Mi memoria a corto plazo está destruida”, le dijo a People. “Siempre tuve un gran dominio para memorizar mis lineas. Y tuve algunas situaciones extremas en los últimos trabajos que hice. Fue duro”, admitió. Si bien la memorización de los guiones se vuelve cada vez más difícil, dedica su tiempo a escribir.
Hace un tiempo, Fox reveló que intentó tapar su sufrimiento con el alcohol. Es que cuando lo diagnosticaron de Parkinson reconoció haberse querido emborrachar hasta llegar a “un punto de indiferencia” para sobrellevar la situación. En ese sentido dijo:»Tengo que cuidarme mucho de no violar los principios por los que llegué a estar sobrio».
El actor, que cumplirá 60 años el año que viene, se concentra en el tiempo con sus hijos y su esposa, Tracy Pollan, con quien se casó en 1988. La pareja tiene a Sam, de 31 años, los gemelos Aquinnah y Schuyler, ambos de 25, y Esmé, de 19.
“No es que no fuera sincero antes, pero mi gratitud es más profunda ahora, por haber atravesado los momentos más oscuros”, afirmó. Y a medida que continúa viviendo con la enfermedad de Parkinson, enfatiza que está prosperando de innumerables formas. “Mi vida ahora es tranquila, y de hecho la estoy pasando muy bien”, admitió. «La gente no me cree, pero amo la vida. Amo estar con mi familia. Me encanta estar con Tracy. Me encanta no hacer muchas cosas inútiles que solía hacer, porque no tengo la energía ni el tiempo «.