El Museo Amparo ofrece al público la exposición “Movilizando afectos: Coparticipación e inserción local”, que está integrada por tres proyectos artísticos, cada uno de los artistas Edgardo Aragón, Cadu y Rafiki Sánchez, producidos y curados por inSite/Casa Gallina.
El historiador de arte Luis Vargas Santiago explicó que «Movilizando afectos», que permanecerá vigente hasta el 30 de julio en las Salas de Exposiciones Temporales, es una muestra que permite constatar nuevos modelos de práctica artística que buscan nutrir sus contenidos y diseñar sus dinámicas y lenguajes a partir de procesos creativos grupales.
Sobre la curaduría de esta muestra comentó que las tres piezas se produjeron en el marco de un mismo modelo curatorial, el de inSite/Casa Gallina, una plataforma que se concentra en la producción de piezas artísticas en coparticipación con alguna energía, grupo o situación de localidades específicas.
Describió también que las tres piezas se presentan en diferentes formatos: video, videoinstalación e instalación.
Los asistentes pueden admirar piezas como «Depresión tropical» (2015-2017), que es un video realizado por Edgardo Aragón y que muestra el trabajo de dos jóvenes disímiles: Abraham, biólogo barista originario del estado de Guerrero, y Joel, exsoldado y sonidero de música colombiana.
El artista los convocó a realizar el proceso completo de siembra, cultivo, cosecha y preparación de café, planta que se torna como personaje central y sujeto para quien el artista orquestó una compleja puesta en escena.
«Soy mandala» (2014-2016) es una videoinstalación que muestra el trabajo del artista de origen carioca Cadu, quien durante más de dos años se vinculó con un grupo de casi 30 señoras de la tercera edad que desde hace 15 años se reúnen para bailar –sin ninguna presencia masculina– en la Casa de la Cultura de Santa María la Ribera en la Ciudad de México.
Por su parte, Rafiki Sánchez platicó a los asistentes cómo realizó su proyecto llamado «Vestigios» (2017-2018), una instalación que muestra el proceso de inmersión del artista en Santa María la Ribera, que partió de una serie de conversaciones alrededor del tema de la tanatología y sus bordes emocionales.
Fueron estas sesiones diseñadas por él mismo –y que impartieron distintos especialistas– las que le permitieron vincularse con un grupo de nueve vecinos del barrio.