Quedan pocas voces negras de la vieja guardia. Se ido una de las más imponentes. Quizá la más reconocible, la que se hizo inmensa cantando Respect y que tuvo a bien rematar la faena con otras melodías imborrables como Natural Woman, I Say a Little Prayer o Chain of Fools, una voz de iglesia que dio el salto a la arena comercial y que, tras 44 nominaciones, 18 Grammy y 75 millones de discos vendidos en todo el mundo, se convirtió en la primera mujer en acceder al Rock and Roll Hall of Fame, un año antes que Los Beatles. La reina del soul, la eterna Aretha Franklin, ha fallecido. Tenía 76 años.
El representante de Aretha Franklin ha confirmado a Associated Press que la reina del soul falleció el martes en su casa de Detroit. El domingo comenzaron a circular las informaciones del ingreso de la cantante en un hospital de Detroit, ciudad donde residía. Se hablaba de su estado de extrema gravedad y de que se encontraba rodeada de sus familiares y amigos más cercanos, como clara señal de su inminente final.
La diva de Memphis llevaba años luchando contra el cáncer -pese a no haberlo reconocido nunca de forma oficial- y el año pasado anunció que se retiraba definitivamente del mundo del espectáculo. «Este será mi último año. Estaré grabando, pero este será mi último año de conciertos. Esto es todo», aseguró en una entrevista concedida en 2017. «Me siento muy enriquecida y satisfecha con la procedencia de mi carrera y dónde se encuentra».
Todo ello después de que se viera obligada a cancelar una serie de conciertos durante el verano y que no pudiera estar en un festival de jazz en Nueva Orleans. «Aretha Franklin ha recibido la orden de su médico de mantenerse lejos de la carretera (por las giras musicales) y descansar por completo durante los próximos dos meses», anunció el equipo de la cantante a través de un comunicado en marzo.
Elton John podrá presumir de haberla subido por última vez a un escenario. Fue en noviembre en Nueva York con objeto de recaudar fondos en la lucha contra el sida. Y el ex presidente Barack Obama de haber contado con su fuerza de voz en la inauguración presidencial de 2009, en uno de sus actos públicos más notables y recordados en suelo patrio. Hizo lo propio también con Jimmy Carter y Bill Clinton, además de cantar en el funeral de Martin Luther King.
Pese a sus problemas de salud -durante décadas tuvo que lidiar con problemas de obesidad y alcoholismo- Franklin aún tuvo tiempo de grabar un último disco, A Brand New Me, un trabajo recopilatorio de sus canciones más importantes, aunque esta vez con la colaboración de la Royal Philharmonic Orchestra de Londres y la voz de una Franklin mucho más madura.
«El tener la oportunidad de trabajar con esa voz en este proyecto ha sido el mayor honor y escuchar una orquesta sinfónica envolviendo estas actuaciones es impresionante», dijo el productor Nick Patrick tras sacar el disco en noviembre del año pasado».
La cuenta se detuvo en 42, desde el primero en 1956, Songs of Faith-grabado con solo 14 años en la iglesia baptista de New Bethel- hasta algunos memorables como Lady Soul o Aretha Now, ambos discos de oro en Estados Unidos. En total, 8 lograron ese distintivo y uno el de disco de platino, Who’s Zoomin’ Who?, de 1985.
Puede presumir además de contar con 112 singlesen las listas de los más vendidos del Billboard, 17 temas entre los 10 primeros y 21 números uno en la lista de sencillos de R&B, la artista que más con mucha distancia, distinguida por la revista Rolling Stone como una de las 100 artistas más grandes de todos los tiempos.
Una carrera monumental para una mujer que dio sus primeros pasos en una pequeña casa de madera de Memphis, Tennessee, en el 406 de la avenida Lucy. Su padre era un predicador mujeriego que traicionó tantas veces como quiso a su mujer, Bárbara Siggers, una notable pianista y vocalista que acabó marchándose de casa.
No son ciertas las versiones que acusan a la madre de haber abandonado a Aretha y a sus tres hermanos. La propia reina del soul recuerda haber pasado veranos con ella en Buffalo, Nueva York, donde fijó su residencia, y el haber recibido varias de sus visitas en Detroit, antes de que falleciera cuando tan solo tenía 10 años.
En la principal urbe de Michigan encontró estabilidad como el nuevo pastor de la New Bethel Baptist Church, un hombre, Clarence LaVaughn C.L. Franklin, que gracias a su poderosa voz y el énfasis de sus sermones alcanzó estatus de celebridad. Martin Luther King Jr., Jackie Wilson o Clara Ward fueron alguna vez a visitarle.
Franklin se convirtió en manager de su hija, que destilaba talento. Se la llevó de gira por varias iglesias y le ayudó a conseguir su primer contrato de música gospel con una discográfica, J.V.B. Records. Sin embargo, Dios no la llamó por el camino espiritual que su progenitor le había trazado, y se lanzó a conquistar mundos más amplios.
Así fue como llegó el primer disco secular, Aretha: With the Ray Bryant Combo. Con ese trabajo comenzó a meter la cabeza en la listas del R&B, publicando dos discos más bajo el sello de Columbia, de quien se dice, sin embargo, que no fue capaz de sacarle todo el provecho al talento de la cantante.
Es cierto que a Franklin le iban bien las cosas. A mediados de los 60 ya era capaz de ingresar 100.000 dólares anuales entre conciertos y actuaciones, pero nada comparado con el éxito que habría de alcanzar unos pocos años después. El cambio a Atlantic Records fue capital.
En 1967 grabó el tema I Never Loved a Man (The Way I Love You) con los Muscle Shoals Rhythm Section, y logró así su primer número uno en las listas de R&B. La racha continuó con Baby I Love Youy Natural Woman, seguidas de Think, I Say a Little Prayery Chain of Fools como consagración de la nueva gran estrella en la que se acababa de convertir. En junio, ‘Time’ la eligió como la portada de su edición. Esa década fue su punto álgido.
Los 70 se saldaron con 10 temas entre los 10 primeros de las listas de más vendidos, aunque también hubo algún tropiezo importante. El álbum Hey Now Hey, producido por Quincy Jones, se estrelló en 1973, dejando paso a unos años marcados más por el reconocimiento a lo logrado que por la admiración a sus nuevas creaciones.
Aún así, quedan hitos importantes en su carrera. Franklin cantó para la Reina de Inglaterra en el George Albert Hall y colaboró con una importante letanía de nombres: George Michael, Cissy Houston, Ray Charles, The Four Tops, Christina Aguilera, Mick Jagger, Annie Lenox, Brian Adams o Luther R. Vandross, por nombrar algunos.
Llegó incluso a reemplazar a Luciano Pavarotti en los Grammy de 1998. Su versión del Nessum Dormade Puccini se ha convertido en un clásico con el tiempo. También cuenta en su haber con la interpretación del himno nacional americano durante la ceremonia de la Super Bowl en su casa, Detroit, en 2006, y una versión de Rolling in the Deep, de Adele, y de Ain’t no Mountain High Enough, frente a David Letterman,que le sirvió para convertirse en la primera mujer en alcanzar los 100 éxitos en la listas de R&B/Hip-Hop del Billboard. Ser más grande es complicado.
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