Académicas, estudiantes y colaboradoras de la Universidad Jesuita compartieron sus trayectorias de lucha y aprendizaje en el marco del Día Internacional de la Mujer.
A propósito del Día Internacional de la Mujer, las historias de académicas, estudiantes, colaboradoras y aliadas de la Comunidad Ibero Puebla fueron la vía de diálogo y resignificación de la lucha femenina en espacios académicos, políticos y sociales a través del evento Diálogos intergeneracionales para resignificar la igualdad en las universidades.
Una de ellas fue Lilia María Vélez Iglesias, directora general Académica de la Universidad, quien reconoció que en el pasado no existía el diálogo para posicionar las violencias o tratos desiguales a los que se enfrentaban las mujeres en los espacios públicos y privados.
“En ese momento no se estaba discutiendo, no era un tema de la agenda pública, no había movilizaciones. Había en otros países, estaban por supuesto los primeros feminismos, los primeros planteamientos, pero no era algo como hoy, no estaba la discusión sobre la igualdad”, comentó.
A pesar del contexto, la Compañía de Jesús fijó las bases de diálogo en 1994 para cuestionarse su papel ante la situación de la mujer en la sociedad y en la Iglesia, como lo presentó Ana Karen Barragán Fernández, integrante del equipo de Comunicación de la International Association of Jesuit Universities.
La Compañía de Jesús, a través del Decreto 14 de la Congregación General 34, generó cuestionamientos que obligaron a las universidades del Sistema Universitario Jesuita y a sus organizaciones aliadas a replantearse el proceder de su institución para el cambio.
En este decreto se reconoció que existe una tradición civil y eclesial que ha ofendido a la mujer históricamente; que existe un sesgo de neutralidad donde no se asumen las fallas institucionales, y que fueron cómplices de un clericalismo que ha respaldado el dominio convencional del hombre.
Como solución, se propone la búsqueda de una conversión de fondo, donde la escucha atenta a las mujeres y las problemáticas que les atañen es esencial. Es por ello que el diálogo que se dio fue reconocido por Sara Alejandra Larios Santoyo, directora de Personal de la Ibero Puebla, como un espacio necesario que no existía en el pasado.
Larios Santoyo compartió su trayectoria, la cual desarrolla en el seno de una familia equitativa. Sin embargo, el acoso en el espacio público fue una de las problemáticas presentes en su contexto que hoy puede reconocer gracias a las enseñanzas de otras mujeres. “No dejamos de conocer historias y esos talentos, y cómo ante muchas adversidades las mujeres salen, eso es lo más admirable”, dijo la directora.
Esta parte histórica de la labor de las mujeres también se vio reflejada en la conformación del Grupo de Género e Igualdad de la Conferencia de Provinciales de América Latina, cuya obra fue expuesta por Alejandra Nuño Ruiz Velasco, directora del Centro Universitario por la Dignidad y la Justicia Francisco Suárez, SJ del ITESO.
Este grupo surge a partir de la asamblea del Apostolado Social de la Conferencia de Provinciales Jesuitas de América Latina y El Caribe (CPAL) celebrada en 2019. Ahí se planteó la pregunta detonante: ¿dónde están las mujeres en nuestras obras?, lo que trajo a la vida el grupo de género e igualdad.
Bajo cinco objetivos, que son la formación, reflexión, incidencia, apoyo a la Comisión Intercontinental y apoyo al Proyecto Apostólico Común 2021 – 2027 de la CPAL, el Grupo de Género e Igualdad ha buscado avanzar en los ámbitos donde está presente para un futuro equitativo.
Futuro en el que también buscan incidir otras personalidades de la Ibero Puebla como Nadia Castillo Romero, directora del Departamento de Ciencias Sociales, que tuvo que enfrentarse a juicios que le impusieron por querer ser mujer académica y no madre.
O como Covadonga Cuétara Priede, excolaboradora de la Ibero Puebla, quien se desarrolló en un entorno en el que las mujeres no tenían acceso a la educación o, en general, a la toma de decisiones en el espacio público.
Su manera de existir y resistir fue aliarse con otras respondonas —como llamó a las mujeres que, como ella, alzaban la voz y tomaban sus propias decisiones en ese entorno— y dejar el camino para generaciones futuras que se inquietaran por su entorno como lo hizo ella.
Lucina Quintero Rosas, estudiante de Derecho e integrante de la Comisión de Igualdad de Género, sigue el camino de lucha que dejaron sus compañeras, pues vive una política activa gracias a su madre, quien es su inspiración al haber sido la primera representante ejidal de su comunidad de origen, San Felipe Xonacayucan.
“Hoy las nuevas generaciones seguimos luchando para que las siguientes sigan teniendo seguridad, y ya no tener que estarnos cuidando. Espero que en algún momento dejemos de pelear por algo que ya sea inherente a nosotras por el simple hecho de ser personas” dijo la estudiante.