El diseño, creación y aplicación de materiales funcionales, dispositivos y sistemas moleculares, conocido como nanotecnología, tendrá un impacto similar o superior al producido por el desarrollo del automóvil y la computadora personal, anticipó la directora del Instituto de Ciencias Nucleares (ICN) de la UNAM, María del Pilar Carreón Castro.
Adentrarse en el universo de lo más pequeño, donde moléculas y átomos son bloques que forman estructuras sólidas y eficientes, significa entrar al campo de la nanociencia, una rama del conocimiento donde la materia modifica sus propiedades habituales.
A este nivel, moléculas y átomos son capaces de alinearse, acomodarse y auto-ensamblarse, con lo que logran nuevas propiedades y mayor eficiencia para múltiples aplicaciones que hoy se ensayan en dispositivos electrónicos, celdas solares y hasta acarreadores de fármacos.
“La nanociencia estudia las propiedades de estructuras moleculares a escala nanométrica, es decir, de uno a 100 nanómetros. Un nanómetro equivale a la millonésima parte de un milímetro”, detalló Carreón Castro.
En tanto, la nanotecnología se emplea a través del control de la materia a una escala de longitud nanométrica, así como el estudio de nuevos fenómenos y propiedades (físicas, químicas y biológicas), precisó.
La especialista ofreció la conferencia Nanoquímica: en busca de los materiales prometidos, organizada a distancia por el Museo de la Mujer y la Federación Mexicana de Universitarias (FEMU), cuya presentación corrió a cargo de Gabriela del Valle Muñoz, vicepresidenta de Asuntos Nacionales de ese organismo.
Carreón Castro subrayó que a escala nanométrica no aplican las reglas ordinarias de la Física y la Química. Propiedades como fuerza, conductividad y reactividad difieren sustancialmente entre la nanoescala y lo macro. “Por ejemplo, los nanotubos de carbono son 100 veces más fuertes y muchos más ligeros que el acero”, ejemplificó.
El impacto de esta tecnología se presenta en la Física con la electrónica molecular y fotónica y la arquitectura molecular; en los nanomateriales con nuevos compuestos, biomateriales y nuevas estructuras multifuncionales; en Biología con vehículos acarreadores, liberadores de drogas y detectores de enfermedades; y en Química con el desarrollo de renovados compuestos y moléculas.
En esta última área se desempeña Carreón Castro, quien explicó que en la nanoquímica se trabaja con unidades moleculares las cuales pueden ser sintetizadas aisladamente y organizadas en un segundo paso en alguna fase condensada. Se trata de obtener moléculas creadas en laboratorio, con novedosos usos.
“La ventaja de lo que conocemos como nanoquímica es que podemos, dependiendo del sustituyente que utilicemos o la estructura que estemos usando como base, modular las propiedades que nos interesan. En aplicaciones yo me he centrado en fotoceldas orgánicas (que sustituyen al actual silicio), sensores y acarreadores de fármacos”, detalló.
En otro tema, dijo que aún falta avanzar para lograr paridad, por ejemplo en el ICN el área de investigación se conforma por 85.5 por ciento varones y 14.5 por ciento mujeres; mientras que técnicos académicos 70.4 por ciento son varones y 29.6 por ciento mujeres.
“Y en la Academia Mexicana de Ciencias hay 23.3 por ciento de mujeres y 76.69 de hombres”, cantidad que se reduce cuando se habla de ciencias exactas y naturales, señaló.