Desde hace 15 años, Estados Unidos ha deseado regresar con sus astronautas a la Luna, pero la Nasa no creía que eso fuera posible antes de 2028.
El gobierno del presidente Donald Trump estableció el martes una nueva fecha límite: 2024, un objetivo muy incierto que obligaría a la agencia espacial a cambiar sus prácticas habituales y a tomar riesgos.
Hace algunas semanas, Jim Bridenstine, el jefe de la Nasa decía que Estados Unidos ya no estaba en una carrera espacial, pero se vio obligado a cambiar la marcha después de que el vicepresidente Mike Pence anunció la nueva fecha y declaró: «Estamos en una carrera espacial».
Bridenstine dice ahora que la aceleración del calendario de cuatro años es «muy ambiciosa», pero posible.
Expertos e industriales dicen también que es posible, pero agregan algunos asteriscos, en función de su especialidad: se necesita más dinero…menos pruebas…más apoyo del sector privado…ver cambios a la cabeza de la Nasa.
«¿Asumo que necesitaríamos más financiamiento para acompañar estos objetivos?», preguntó un legislador en una comparecencia el miércoles ante el Congreso. «Sí». respondió Jim Bridenstine.
La idea de destinar más dinero a la Nasa hace rechinar los dientes a algunos en el Capitolio.
La Nasa ha gastado 23 mil millones de dólares para desarrollar su nuevo cohete de carga pesada Space Launch System (SLS, construido por Boeing), la cápsula Orion (Lockheed Martin) y las instalaciones en tierra. El Congreso otorgó cuatro mil millones para 2019.
Orion está casi listo. El verdadero cuello de botella es SLS, que será más potente que el cohete utilizado en las misiones de Apolo a la Luna hace medio siglo.
El primer nivel del primer ejemplar, cuyo vuelo está programado para 2020, está en proceso de ensamblaje en la planta de Nuevo Orleans. Pero los cuatro motores no han sido entregados.
Este primer nivel deberá ser transportado más de mil kilómetros en una embarcación a San Luis para una prueba, antes de ser enviado a Florida -a mil 600 kilómetros- para el ensamblaje final.
El vuelo de prueba en junio de 2020 es por ahora «insostenible», según Bridenstine.
Algunas pruebas pueden ser anuladas para ahorrar varios meses. Pero esto va contra la cultura precavida de la Nasa, traumatizada por la pérdida de las naves Challenger (1986) y Columbia (2003).
«¿Quieres matar astronauta? porque así es como matas a los astronautas», dijo Holly Griffith, una ingeniera que trabaja en la cápsula de Orion en Houston.
«No hay ninguna razón para apresurar cuatro años la ida a la Luna», dijo la ingeniera a la AFP. «Es ridículo».
– Alunizar en el polo sur –
En realidad, existe una razón política: 2024 será el último año de un eventual segundo mandato de Donald Trump.
«El gobierno ha estado frustrado por algún tiempo por el escaso progreso durante su mandato para regresar a la Luna» dijo a la AFP Greg Autry, vice presidente de desarrollo espacial de la Sociedad Nacional del Espacio, que es independiente y exmiembro del equipo del transición presidencial. «Es claro que el presidente quiere que esto pase durante su segundo mandato, si es reelecto».
Pero ¿por qué el regreso a la Luna es tan lento, cincuenta años después de primer paso de Neil Armstrong?
Autry dice que la Nasa quiere estar «cien mil por ciento seguro» que no habrá un accidente.
Aboga por un «cambio de cultura» y el nombramiento de nuevos jefes del sector privado acostumbrados a respetar los calendarios y el presupuesto.
Técnicamente, la misión es sensiblemente diferente al programa Apolo.
Esta vez los estadunidenses no desean solamente «plantar una bandera», sino que quieren crear infraestructura tanto en la órbita como en la superficie lunar.
También en los planes está aprender a extraer agua congelada de la Luna, para futuras misiones a Marte que durarán más de un año.
Misiones robóticas deberán partir antes para construir la estación en órbita y entregar los equipos.
La otra novedad es que los estadounidenses quieren aterrizar en el polo sur de la Luna, donde se ha detectado agua, en lugar de buscarla como antes en el ecuador.
«No partimos de cero», dijo a la AFP Marshall Smith, encargado de licitar para la Nasa el futuro tren de aterrizaje lunar, que bajará y elevará a los astronautas desde la estación orbital. Pero «será un desafío», admite. No hay aún un diseño para este tren de aterrizaje.
La velocidad dependerá también del ecosistema de las empresas espaciales, mejor desarrollado que en la década de 1960 y que se moverá como nunca antes.
«Si queremos conseguirlo en tan poco tiempo, esto puede requerir asociarse mucho más con la industria», adelantó Thomas Orlando, director de un centro de investigación de la Nasa en Georgia Tech./
La jornada