El desafío principal de las organizaciones sindicales es ser percibidas como transformadoras de la sociedad, recuperar los objetivos de representación de los derechos de los trabajadores y hacer de este sistema de organización social un terreno indispensable, para el mejoramiento del nivel de vida y del salario de los trabajadores, resaltaron especialistas que participaron en la 9ª Conferencia Latinoamericana y Caribeña de Ciencias Sociales.
Elbia Pereira, secretaría general del Plenario Intersindical de Trabajadores-Convención Nacional de Trabajadores, de Uruguay, consideró que las organizaciones sindicales deben visualizarse, percibirse y sentirse como transformadores de la sociedad.
Ese, dijo, es el fin último de las organizaciones sindicales, “debemos trascender, ir más allá y romper esa carrera invisible, visualizarla, los movimientos los construimos entre todas y todos”.
El reto principal “es vernos como transformadores de la sociedad, se trata de una evolución que va mucho más allá y trasciende gobiernos, va claramente orientado a las ideologías”. Asimismo, es prioritario atacar las desigualdades, en particular, en las distintas tramas de estas, sin que nadie quede fuera.
En el diálogo magistral “Los desafíos de los movimientos sindicales en América Latina y el Caribe”, Rafael Marino, representante del Sindicato de Telefonistas de México, comentó que los trabajadores mexicanos siguen sufriendo las consecuencias y la aplicación de medidas neoliberales junto con la precarización y deterioro de salario, como mecanismo fundamental para sustentar la competitividad de las empresas.
Resaltó que es indispensable que el sindicalismo recupere sus objetivos de representación de los derechos de la clase trabajadora, y hacer de este una institución indispensable para el mejoramiento de su nivel de vida y salarial.
Estimó la necesidad de que las organizaciones sindicales fortalezcan su capacidad de acción unitaria, independencia, autonomía, así como su capacidad de gestión y representación de los trabajadores, “enarbolando proyectos de largo alcance para la reconexión productiva de todas las fuentes de trabajo”.
Iván González, coordinador político de la Confederación Sindical de las Américas, apuntó que el sindicalismo está en medio de un modelo económico que en su esencia es criminal, no solo se sustenta en la explotación del trabajo, sino también en la naturaleza, en el agotamiento de la posibilidad del beneficio de las poblaciones del mundo.
Precisó, ese sistema capitalista está en crisis, necesita contrapesos mismos que se obtienen por medio de la organización de la sociedad, para plantear una alternativa que impida una mayor explotación de los trabajadores. Los sindicatos hacen algo de ello, aunque nacieron también con el capitalismo y no hay una estructura social que permita a la clase trabajadora tener un espacio colectivo de defensa de derechos.
Dijo que el sindicalismo en América Latina apuesta porque los gobiernos que lleguen al poder representen en verdad a la gente. “Nuestro llamado interno es a la transformación y a la reforma organizada para representar a todos y a todas”.
Por su parte, Yamile Socolovsky, del Instituto de Estudios y Capacitación, y de la Confederación Nacional de Docentes Universitarios de Argentina, expuso que el desafío fundamental es organizar a la clase trabajadora, para reconstruir la unidad y la identidad de una clase heterogénea y diversa, así como politizar al movimiento sindical comprometido con objetivos claros desde su autonomía, ser parte de la construcción política del movimiento popular de nuestros países y de la región.
El reto permanente es construir unidad en el movimiento sindical, además de los espacios donde las distintas organizaciones sindicales puedan encontrar un camino común, solo con la fuerza de la unidad podremos avanzar, no solo en pos de la defensa de nuestros derechos sino también con la capacidad de transformar esta sociedad.
El movimiento sindical también tiene que reconocer la diversidad de formas en que se organizan nuestros pueblos, y cómo podemos caminar, en conjunto, con la movilización popular en busca de la democratización de nuestras sociedades, planteó.
Por último, Zenia Díaz, secretaria de Juventudes de la CUT, Honduras, apuntó que el sindicalismo es la expresión viva de los derechos laborales, un referente de lucha para toda la clase trabajadora de los pueblos.
Mencionó que la clase obrera organizada tiene la obligación de ser reflexiva, autocrítica y consciente del cambio que vivimos, “no podemos seguir trabajando en las mismas condiciones de las décadas de 1950, 1970 o 1980, hoy el mundo avanza junto con el sector laboral global, debemos ser sensibles de todos esos cambios y capaces de ser resilientes para adaptarnos a los cambios”.
Además, agregó, es necesario replantearse la idea del sindicalismo, un sindicalismo sociopolítico, porque se requiere que el Estado acuerpe nuestra lucha erradicando todas esas prácticas de violencia sindical que no queremos y, sobre todo, articularnos, nacional e internacionalmente, para fortalecernos en lo interno.
Creciente protagonismo
En el foro “Transformaciones del trabajo y luchas sindicales”, en el Auditorio “Dr. Manuel Sánchez Rosado”, de la Escuela Nacional de Trabajo Social, Didice Godinho Delgado, trabajadora social brasileña, quien fue la primera coordinadora de la Comisión Nacional de la Mujer Trabajadora de la Central Única de Trabajadores en su país, presentó un informe de la región donde mostró cómo ha aumentado la incidencia femenina en los gremios en las últimas dos décadas.
“En el 95 por ciento de las centrales sindicales de Latinoamérica hay mujeres, aunque solo en el Cono Sur entre el 30 y el 40 por ciento de ellas ocupan cargos de decisión, pero en nueve de 15 países se han implementado medidas que amplían su presencia”, destacó.
Jordania Ureña Lora, secretaria de Políticas Sociales de la Confederación Sindical de las Américas y activista dominicana, dejó en claro que el feminismo es el eje principal de la transformación sindical, donde debe modificarse la política misógina y excluyente que hace que las mujeres tengan menos ingresos por el mismo trabajo.
“Hay que avanzar en las estructuras sindicales, solo Venezuela, Barbados, Costa Rica y Chile cuentan con lideresas gremiales, su papel debe ir más allá de ser solo secretarias de asuntos para la mujer”, subrayó.
Dalila Andrade Oliveira, de la Confederação Nacional dos Trabalhadores em Educação de Brasil, aseguró que la docencia en Latinoamérica está mal remunerada porque predominan mujeres.
“Es claramente una labor femenina en la mayoría de los países. En Costa Rica el 81 por ciento de la planta académica son mujeres; en Ecuador 71 por ciento; Chile 79 por ciento; Perú 66 por ciento; Brasil 78 por ciento, entre otros”.
Estela Díaz Fernández, ministra de las Mujeres, Políticas de Género y Diversidad Sexual de la Provincia de Buenos Aires, Argentina, expuso que aun cuando la pandemia ha dejado un mundo más desigual, “es un tiempo de oportunidades para las trabajadoras”.
“Necesitamos que la región reconozca como actoras protagónicas a las sindicalistas, que nuestra agenda no solo presione a los gobiernos, sino también al sector privado, que se muestre la potencia del feminismo gremial”, añadió.
Johanna Maldovan Bonelli, del Instituto de Estudios Sociales en Contextos de Desigualdades de la Universidad Nacional de José C. Paz de Argentina, presentó algunos resultados de un estudio sobre trabajadores de la provincia de Buenos Aires, el cual reveló que durante la pandemia siete de cada 10 aumentaron su carga laboral.
El 76 por ciento de las consultadas manifestaron tener mayor obligación con el aumento en la cantidad de tiempo en el cuidado de los menores, el apoyo en sus tareas escolares y la limpieza en el hogar.
En el foro moderado por Nora Goren del Instituto de Estudios Sociales en Contextos de Desigualdades de la Universidad Nacional de José C. Paz, Argentina, y Viviana Barreto de la Fundación Friedrich Ebert Stiftung – Proyecto Sindical Regional de Uruguay, Yamile Socolovsky, profesora de Filosofía Política en la Universidad Nacional de La Plata, Argentina, indicó que el sector académico debe ser siempre visto como parte del laboral.
“Se ha agudizado la precarización del mundo del trabajo docente, y la discusión tiene que ocurrir justo en esa esfera, además hay que aclarar que el ámbito sindical no está detrás del rubro académico”, finalizó.