Desde el Partido Acción Nacional expresamos toda nuestra solidaridad con el pueblo cubano, mismo que ha sido reprimido por un régimen dictatorial por más de 60 años #PatriaYVida para para todos aquellos que sufren día a día el autoritarismo de la dictadura. Es por eso que, “la participación de un dictador en nuestros festejos de independencia lacera, lastima y contraviene el sentido de los mismos, Díaz-Canel es más bien una persona non grata en nuestro país”, expresó Mariana Gómez del Campo, Diputada Federal y Secretaria de Asuntos Internacionales del CEN del PAN.

La invitación al dictador cubano es sin lugar a dudas uno de los grandes errores de política exterior de este gobierno. “Es una vergüenza a nivel mundial que un dictador y represor vaya a participar en los festejos patrios, después de las imágenes tan terribles que hemos visto durante tantos años en Cuba. Una vez más nos coloca del lado equivocado de la historia”, expresó la también Vicepresidenta de la Internacional Demócrata de Centro (IDC).

No debemos permitir que las marchas y las manifestaciones del pasado mes de julio en la isla al grito de #SOSCuba pasen desapercibidas por el Ejecutivo Federal, lo que se vive en Cuba diariamente es una violación sistemática de los derechos humanos, tan solo datos extraoficiales reportaron más de mil desaparecidos y detenidos, personas perseguidas y recluidas en sus propias casas.

Al gobierno de López Obrador le tiene que quedar muy clara la diferencia entre embargo y bloqueo, están cerrando los ojos a la realidad. Lo que se vive en países como Bolivia, Cuba, Nicaragua y Venezuela es a causa de esos falsos caudillos que en nombre de la libertad y la prosperidad para la gente llegaron al poder para perpetuarse en él. “La continuación del régimen de Miguel Díaz-Canel en Cuba es la de represión a un pueblo durante 62 años en donde predomina el castigo, la violación a los derechos humanos, tratos crueles, torturas, aislamiento y exilio.

México debería estar exigiendo la liberación de todos los presos políticos y del goce pleno del derecho a la manifestación tal y como está establecido en la Declaración Universal de Derechos Humanos y la Carta Democrática Interamericana.