La Patrulla Fronteriza descubrió casi 400 casas de seguridad en las que apiñan a decenas de migrantes indocumentados.
En operaciones que desarrollaron entre octubre de 2019 y el mismo mes de 2020, agentes estadunidenses liberaron a personas que esperaban ante la promesa de traficantes de personas ser distribuidas por todo Estados Unidos, pero la larga espera se volvía más complicada sin electricidad, agua y muchas veces comida, reveló en su página oficial la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos (CBP, por sus siglas en inglés).
El agente supervisor de la Patrulla Fronteriza, Kenneth Kroupa, dijo que “muchas veces los contrabandistas piden dinero adicional a los migrantes mientras los mantienen en condiciones insalubres. “No pueden escapar”, agregó.
Imagínense a 60 personas en un espacio cerrado sin electricidad, agua o comida”, dijo, describiendo las condiciones en una “casa de seguridad”.
La situación de la que da cuenta la CBP se repite continuamente en Texas. En Laredo, ciudad fronteriza en la que trabaja Kroupa, la CBP halló 103 de las 397 casas de seguridad que estaban distribuidas hasta California.
De acuerdo con datos de CBP, la ciudad texana de Edinburg albergaba 141 de esas casas.
Estuve en una casa en Laredo, no nos dejaban levantar, estábamos sentados codo a codo y le daban buena comida a quien pagaba extra. Fue horrible”, contó a Excélsior Carlos, un mexicano que fue detenido y deportado el mes pasado.
Primero me pidieron 25 mil pesos por cruzarme y ya estando en Estados Unidos me dijeron que no podían dejarme ir hasta que nos repartieran (a él y a los otros nueve que iban en el grupo) en diferentes ciudades”, dijo.
Carlos, originario de Oaxaca, tuvo que pagar por entrar al baño y por tener comida “digna”.
Dieciséis días después de pisar suelo estadunidense, Carlos salió de ese lugar, donde empezó y concluyó su “sueño americano”.
En Yuma, Arizona, la Patrulla Fronteriza desmanteló el año pasado ocho casas de ese tipo, el doble de las descubiertas en 2018. El agente supervisor de CBP para ese sector, Oscar Joanicot, afirmó que la alerta fronteriza aumentó junto con la pandemia de covid-19, pues el tráfico de personas no cedió.
Muchos de ellos viajan desde el sur de México, así como desde países de Centroamérica o incluso de Oriente Medio. Así que viajan por todo un país o por varios. Cruzan la frontera, y obviamente no están recibiendo ningún tipo de tratamiento médico o exámenes ni nada, y luego los amontonan en lugares muy sucios. Siempre ha sido un problema, y ahora con el covid-19 es mayor”, afirmó Joanicot.
Se trata de un agente que, a pesar de vivir continuamente el hallazgo y detención de migrantes indocumentados, sigue sintiendo impotencia ante la mala experiencia que enfrentan en su intento por conseguir una mejor vida. “Queremos atrapar a los traficantes que les hicieron esto. Su mercancía es la gente. No les importa si alguien muere. Simplemente van y encuentran a otra persona esperando para cruzarse “.
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