El grupo considera su participación en un concurso de la Suprema Corte una experiencia reveladora sobre la importancia de construir una ciencia jurídica cercana a las personas.
Un día antes de participar en un concurso organizado por la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), el equipo de estudiantes de la Ibero Puebla tuvo una jornada maratónica de 12 horas para afinar detalles de su presentación. Con las ideas en orden y listos para hacer de autoridades o quejosos, se midieron a otras 19 universidades del país. El resultado: un quinto lugar ampliamente celebrado en el seno de la Licenciatura en Derecho.
Esta comitiva, integrada por cuatro jóvenes y tres profesores, se reunió desde marzo en periodos de descanso, feriados y fines de semana para escalar peldaños en el proceso clasificatorio, mismo que comenzó con un cuestionario aplicado a 50 colegios de México. Posteriormente, elaboraron memoriales desde la perspectiva de autoridades y quejosos para resolver asuntos relacionados con violaciones a derechos secundarios.
Leilani Hernández Hernández recuerda que la preparación para las rondas orales requirió explorar no solo las posibles perspectivas de cada parte, sino los conocimientos y habilidades de cada integrante para ensayar posibles contraargumentos y réplicas por parte del jurado.
Ya en la competencia, el equipo tuvo que atender dos casos hipotéticos basados en realidades ampliamente conocidas en Puebla: la defensa de una menor a la que se le negó el acceso a la salud, a la educación y al medioambiente sano, y la apelación por los derechos de un colectivo infantil en defensa del río Magdalena.
La disertación de Jorge Molina Ochoa logró impresionar a los tres jueces calificadores de la SCJN, por lo que el joven fue acreedor premiado como el mejor orador del certamen nacional. Con su exposición constató que los tecnicismos no contribuyen a la socialización de los derechos humanos para todas las personas. En su lugar, es necesario “abrir el derecho a la sociedad” y hacerla partícipe de la toma de decisiones.
Las peripecias propias del trabajo a distancia también añadieron un gradiente de sana zozobra. Odette Aguirre Aguilar acudió a la cita virtual en medio de un diluvio en su natal Cancún. Con el temor de perder la conexión de internet, compartió con sus compañeros sus apuntes para que alguien más brincara en su auxilio de ser necesario. “La virtualidad no quita la emoción”, resume con alegría.
La alumna también destaca el clima de camaradería que rodeó al acotado grupo de futuros abogados. Si bien Leilani Hernández echó de menos la convivencia presencial con sus colegas, el grupo coincide en que los concursos, virtuales o presenciales, son oportunidades formativas invaluables. “La fundamentación filosófica de los derechos humanos aportó mucho a nuestro crecimiento como profesionistas”, valora Iván Esteban Vega.
Derechos humanos como vocación
El alumnado concuerda en que el programa académico de Derecho de la Ibero Puebla ha reorientado positivamente su misión en los últimos años. En su reunión con el grupo, Lilia Vélez Iglesias, directora general Académica, aseguró que quienes se forman en ciencias jurídicas tienen un acceso privilegiado al estudio de derechos humanos. Sin embargo, esta visión no es exclusiva de los juristas.
Las instituciones del Sistema Universitario Jesuita (SUJ) ven en el binomio fe-justicia el camino para que los estudiantes de todas las licenciaturas respondan a la crisis civilizatoria global. Es así que las asignaturas de todos los programas académicos han comenzado a impregnarse de ejes ideológicos fundamentales como la cultura de derechos humanos, los estudios de género, la sustentabilidad y la interculturalidad.
“Las y los participantes [del concurso] serán agentes de difusión de los derechos humanos”, complementó Perla Gómez Pulido en aquella cita presencial. Como acompañante del proceso junto a Simón Hernández León y Luis Peña Cruz, destacó que la educación ignaciana requiere necesariamente de una mirada que ponga al bienestar común en el centro en todas las áreas profesionales.
Mientras que Iván Esteban se reconoce como apasionado de los derechos humanos, Odette Aguirre encontró en su padre y en el concurso la inspiración para suspender sus intereses en derecho corporativo y enfocarse en el litigio por las personas. “Históricamente, el derecho se ha utilizado como una herramienta de dominación y control. Debemos enfocarla en las personas que han sido vulneradas a lo largo de los años”, sentencia Leilani Hernández.
También este año, otro grupo de estudiantes de Derecho de la IBERO Puebla obtuvo el tercer lugar en el Concurso Nacional de Juicios Orales organizado por el Tecnológico de Monterrey. Ambos equipos convergen en la convicción de que su disciplina debe ejercerse con honestidad y como constructora de sociedades más justas.